Entrevista:

Fritz Strassmann: "Jamás debe volver a repetirse lo de Hiroshima y Nagasaki"

«Mi compañero Otto Hahn había ido a la oficina de impuestos para resolver algunos problemas de la doctora Lise Meitner, que trabajó con nosotros hasta el 17 de julio. Ese día los nazis la habían expulsado del Reich, por ser judía. Hacia el mediodía regresó Otto al laboratorio y reanudamos nuestra labor. Yo tenía ya todo dispuesto para la experiencia decisiva. Nuevamente radiamos uranio, hasta que llegamos a la conclusión de que lo que nosotros creíamos que era radio era, en realidad, bario radiactivo. El uranio había "engendrado" bario, y esto sólo era posible admitiendo la fisión del núcleo d...

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«Mi compañero Otto Hahn había ido a la oficina de impuestos para resolver algunos problemas de la doctora Lise Meitner, que trabajó con nosotros hasta el 17 de julio. Ese día los nazis la habían expulsado del Reich, por ser judía. Hacia el mediodía regresó Otto al laboratorio y reanudamos nuestra labor. Yo tenía ya todo dispuesto para la experiencia decisiva. Nuevamente radiamos uranio, hasta que llegamos a la conclusión de que lo que nosotros creíamos que era radio era, en realidad, bario radiactivo. El uranio había "engendrado" bario, y esto sólo era posible admitiendo la fisión del núcleo de uranio.»Pregunta. ¿Comprendieron desde el primer momento la importancia de su descubrimiento, profesor?

Respuesta. Desde luego, en cierto orden. Hahn escribió inmediatamente a la doctora Meitner, que se había instalado en Viena, para decirle que «habíamos llegado a algo sorprendente,». Ella era física y nosotros químicos. Poco después le añadiría otros detalles. En otra carta Hahn comentó a Lise: «Creo que hemos trabajado bien y que el resultado no debe ir a la basura.»

P. ¿A qué se debió el que este resultado no se produjese antes, habida cuenta de que habían transcurrido, justamente, cuarenta años desde el descubrimiento del radio por Marta Curie?

R. El respeto a la autoridad de otros investigadores más antiguos influyó negativamente en la aceleración del proceso. Si hubiésemos prescindido de este respeto se habría conseguido llegar antes a la fisión del átomo. Nuestra propia colaboradora, la doctora Meitner, actuó también .en cierta medida como freno en razón de su gran preparación como física. Al fin y al cabo Otto y yo éramos químicos. Recuerdo que una noche de 1936, Lise se acercó a mí, muy temprano, a las ocho de la mañana. Yo me dedicaba, tras una noche de trabajo sobre el radio, a una prueba de bario que me pareció como poco curiosa. Le presenté el resultado de varias mediciones. Pero ella se limitó a comentar sonriendo: «Puede tirarlo tranquilamente al cesto de los papeles. Déjenos a los físicos estos experimentos, colega.» Lo que tiré entonces al cesto fue, realmente, la prueba de la formación de bario partiendo del uranio a base de radiar este elemento con neutrones lentos. Es decir, la Fisión del núcleo.

Una bomba llamada Little boy

El 6 de agosto de 1945, un grupo de científicos alemanes refugiados en Gran Bretaña se quedaban atónitos en torno a un receptor de radio. Otto Halin, Fritz Strassmann, Werner Heisenberg Max Von Laue, Carl Friedrich von Weizsaecker acababan de oír en un boletín de la BBC que Estados Unidos había lanzado una bomba atómica sobre Hiroshima. En el ataque perpetrado por la USAF habían perecido 300.000 japoneses. Los científicos, «internados» en el castillo de Farmhall, quedaron profundamente deprimidos. Había comenzado el terror atómico. «Los alemanes habían destapado la botella -diría uno de ellos- y el genio se ha escapado». En solamente siete años, desde el descubrimiento de la fisión del uranio, el gran capital americano había logrado «industrializar» aquella genialidad. Dos mil millones de dólares puestos al servicio de un objetivo bélico; 180.000 empleados, entre técnicos y personal auxiliar, de los primeros, 14.000 físicos e ingenieros...; siete años antes, dos hombres honestos, distraídos, habían logrado, un sábado por la tarde, asombrarse a sí mismos.P. Profesor, ¿podrá repetirse algún día la barbarie de Hiroshima o de Nagasaki?

R. Nunca se puede saber en qué condiciones puede repetirse un error del tipo que sea. Jamás, jamás debe haber una segunda Hiroshima, un segundo Nagasaki. Por ello tenemos que impedir el que nos gobiernen políticos cortos de miras, incluso asesinos, que nos lleven de nuevo a un error como el de entonces.

P. Más de la mitad de los científicos trabajan, directa o indirectamente, para la industria bélica. ¿Qué postura debe asumir el científico ante la política?

R. Los científicos no somos políticos, claro está. Pero los hombres de Estado deberían escuchar más a los científicos cuando sus decisiones rocen con nuestra competencia. El político no suele alcanzar las consecuencias a las que puede llevar realmente la ciencia moderna.

P. ¿Qué opina de la bomba de neutrones?

R. En más de una ocasión me he manifestado contra esta arma, supuestamente humanitaria. La bomba neutrónica contiene un elevado grado de energía y su liberación ya es de por sí peligrosa. Independientemente de que sea un arma, que ya es de por sí digno de, discusión. Estoy decididamente en contra.

Peligros de los reactores nucleares

P. Cada vez crece más la polémica entre ecologistas y desarrollistas respecto de las centrales nucleares. ¿Cuál es su opinión sobre el fenómeno?R. Honradamente, debo decir que no existe una seguridad absoluta respecto de los peligros inherentes de la energía nuclear. En esta materia no hay nada definitivo. Pero, por otra parte, el petróleo escasea y el carbón pasa por la misma situación, o pasará. Pero esto no es razón por sí sola para decidir la proliferación de centrales nucleares. La industria, al ritmo actual, nunca tendrá suficientes recursos energéticos. Por ello debe imponerse un estacionamiento del crecimiento económico. Esto facilitaría el que los científicos se concentrasen en la búsqueda de sistemas de seguridad contra cualquier accidente atómico. Al tiempo, los técnicos y personal auxiliar podrían prepararse mejor y estarían en condiciones de ser más responsables. A mi juicio deben encontrarse cuanto antes garantías suficientes contra cualquier tipo de incidencia exterior peligrosa, llámese caída de un avión sobre una central nuclear o un ataque terrorista.

P. ¿Cree que la energía nuclear puede resolver el problema económico del Tercer Mundo?

R. Habría que estudiar primero de qué países receptores de esta tecnología se trata. Los exportadores son, en primera línea, empresas europeas y americanas, y esto puede facilitar el llegar a un criterio común. Una cuestión clave a resolver, a mí juicio, es si los políticos que gobiernan en un país del Tercer Mundo que trata de adquirir tecnología atómica son o no personas responsables. De lo contrario hay que ser muy cautos. Igualmente hay que considerar el nivel técnico y científico del personal a cuyo cargo deberá estar la central.

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