Juan Pablo II defiende el pluralismo dentro de la Iglesia

La misa de apertura del pontificado de Juan Pablo II se celebrará el próximo domingo, día 22, a partir de las diez de la mañana, en el atrio de la basílica de San Pedro, en una ceremonia litúrgica semejante a la que inauguró el pontificado de su antecesor. Los Reyes de España presidirán la delegación española que asistirá a los actos solemnes con los que se inaugurará oficialmente el pontificado. Tras la celebración de los actos está previsto que don Juan Carlos y doña Sofía departan en privado con el Papa. Este no ha decidido si confirma en el cargo al cardenal Villot como secretario de Estad...

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La misa de apertura del pontificado de Juan Pablo II se celebrará el próximo domingo, día 22, a partir de las diez de la mañana, en el atrio de la basílica de San Pedro, en una ceremonia litúrgica semejante a la que inauguró el pontificado de su antecesor. Los Reyes de España presidirán la delegación española que asistirá a los actos solemnes con los que se inaugurará oficialmente el pontificado. Tras la celebración de los actos está previsto que don Juan Carlos y doña Sofía departan en privado con el Papa. Este no ha decidido si confirma en el cargo al cardenal Villot como secretario de Estado y a los prefectos de los dicasterios. Mañana, viernes, a las siete de la tarde, el nuncio de Su Santidad en Madrid presidirá una misa en acción de gracias por la elección de Juan Pablo II en la Iglesia de San Jerónimo el Real, a la que han sido invitados el cuerpo diplomático, miembros del Gobierno y otras autoridades.

Después de la visita sorpresa a los enfermos de un hospital de Roma, la primera audiencia del papa Juan Pablo II fue para los cardenales. A esta audiencia invitó también a los miembros del sacro colegio que, habiendo ya cumplido los ochenta años, no participaron en el cónclave.«La elección de un Papa no italiano -dijo el Papa Wojtyla- fue un auténtico acto de confianza y de coraje.» Por lo que se refiere a su aceptación señaló que «sólo a la luz de la fe es posible aceptar con serenidad y esperanza».

A los cardenales les recordó que el color púrpura de sus hábitos significa que deben mantenerse fieles «hasta dar la propia sangre», y aprovechó para decir que por desgracia existen aún «quienes sufren la experiencia de la cárcel, de la humillación y del sufrimiento a causa de Cristo».

Alabó a Pablo VI, que tuvo la valentía de «internacionalizar» el colegio de cardenales, lo cual no sólo pone de relieve la universalidad de la Iglesia, sino también el carácter universal de Roma. Manteniéndose dentro de una línea conciliar que se había hecho evidente ya desde su primer discurso en el cónclave, recordó a los cardenales que San Agustín había dicho que la Iglesia posee una sola fe, pero que ésta «se expresa en muchas lenguas distintas y que asume aspectos múltiples en las diversas, culturas». Fue, dicen los observadores, una valiente confesión del, pluralismo dentro de la Iglesia tan. combatido por más de un cardenal «que ciertamente no lo votaron».

Al insistir en el apoyo que desea, dar a la colegialidad, les recordé a los cardenales que los obispos, al, mismo tiempo que pastores de sus diócesis, son también «corresponsales de toda la Iglesia».

Y mientras crece cada hora entre la gente italiana la simpatía de este Papa «extranjero» que «habla italiano con acento», los expertos religiosos empiezan a desvelar las dificultades del último cónclave que ha dado al mundo la sorpresa de un Papa polaco.

Secreto sobre el cónclave

Las declaraciones de los cardenales esta vez son rarísimas. Si la otra vez hablaban de «milagro», ésta se subraya el aspecto más humano en la búsqueda de un candidato. Lo dijo ayer el cardenal Tarancón en una entrevista al diario romano Il Messaggero con estas palabras: «La asistencia del Espíritu Santo no es una cosa mítica. El Espíritu Santo se sirve de los hombres y de sus cabezas. Por tanto, cuentan las votaciones y los comentarios que se hacen de ellas.» Tanto Tarancón como Bueno Monreal declararon a este periódico que entraron en el cónclave «convencidos que seria elegido un italiano». Tarancón añadió que Wojtyla «no era un candidato seguro ni ahora ni en agosto», pero aclaró que él lo conocía mucho y que «posee una preparación teológica extraordinaria, es muy abierto y posee una gran personalidad».De lo que nadie quiere hablar es de lo que sucedió dentro del cónclave. Alguien habla de «dos días dramáticos». Lo que sí es cierto es que esta vez, antes de salir de su «encierro», el camarlengo cardenal Villot prohibió a todos los cardenales que contasen lo que había sucedido. El secreto es un deber de los cardenales, pero la otra vez todos se habían sentido libres de este deber «porque estaban eufóricos». Esta vez la insistencia del secreto tiene explicaciones muy claras. El cardenal vicario de Roma ,Ugo Poletti, que era uno de los más «papables», dijo: «Para mi fue una gran sorpresa la elección del Papa Wojtila». Benelli dijo que fue una «elección meditada». El cardenal Siri respondió duro: «No me acuerdo de nada, ni del discurso del nuevo Papa.» El único que abrió una rendija al secreto fue el cardenal brasileño Brandau Videla. Dijo que en el momento de entrar en el cónclave todos estaban convencidos que sería elegido un papa italiano, pero añadió textualmente: «No fue posible la convergencia.» Evidentemente, los italianos divididos en dos facciones, no lograron ponerse de acuerdo, y los cardenales no italianos aprovecharon la ocasión para presentar a Wojtyla. ¿Quién lo hizo? Muchos observadores dicen que fueron los alemanes. Lo que sí se puede asegurar es que hace un mes el cardenal Wojtyla, junto con el cardenal Wyszynski, había hecho un viaje a Alemania invitado por el episcopado. Era la primera vez que el intransigente Wyszynski visitaba Alemania después de la guerra.

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