Bonn acepta, con reservas, una "comisión de notables" para la ampliación de la CEE

Una aceptación, pero con reticencias, a la propuesta francesa de crear una comisión de tres «notables», para estudiar la ampliación a doce miembros de la CEE, fue expresada ayer públicamente por Alemania Federal al final del encuentro que el presidente Giscard d'Estaing y el canciller Helmut Schmidt sostuvieron en la ciudad alemana de Aquisgrán.

Parece ser que la delegación francesa convenció a la alemana de que en dicho comité «no tendría que figurar necesariamente un francés y, por otra parte, el número de tres propuesto no es limitativo». Pero ciertos observadores alemanes también ha...

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Una aceptación, pero con reticencias, a la propuesta francesa de crear una comisión de tres «notables», para estudiar la ampliación a doce miembros de la CEE, fue expresada ayer públicamente por Alemania Federal al final del encuentro que el presidente Giscard d'Estaing y el canciller Helmut Schmidt sostuvieron en la ciudad alemana de Aquisgrán.

Parece ser que la delegación francesa convenció a la alemana de que en dicho comité «no tendría que figurar necesariamente un francés y, por otra parte, el número de tres propuesto no es limitativo». Pero ciertos observadores alemanes también han visto en el comite inventado por el presidente francés una artimaña destinada a retrasar la entrada de, España, principalmente, en la CEE y, así, palia los inconvenientes que esta cuestión le crea en la política interior.Unidad monetaria

Según el presidente francés «el espíritu de Carlomagnó ha soplado» en sus conversaciones con el canciller alemán, Helmut Schmidt. Más aún: para el señor Giscard d'Estaing, sus conversaciones con el canciller, sobre la unión monetaria europea, hay que situarla en línea recta con las que los jefes de Estado y de Gobierno mantuvieron en Copenhague y Bremen, forma ésta, como el «espíritu de Carlomagno», de subrayar de manera apenas disimulada la importancia quizá excesiva del eje París-Bonn en la construcción europea.

Los dos protagonistas de la cumbre se adelantaron a cualquier interpretación «tendenciosa» y, por respeto a los demás miembros de la Comunidad, no hicieron públicos sus acuerdos sobre los mecanismos que harían realidad la zona de estabilidad comunitaria.

El vicegobernador de la banca de Francia y el vicepresidente de la Bundesbank presidieron los trabajos técnicos sobre esta cuestión. Parece ser que el acuerdo franco-alemán se consumó tras la convergencia de puntos de vista en tres temas fundamentales que regirían el sistema monetario europeo: una nueva «serpiente», que cambiaría de nombre y que, en la mentalidad de los franceses, «debe tener una naturaleza física, es decir, se trata de crear una verdadera unidad monetaria». Segundo, se estudiaron, los poderes y limitaciones del llamado Fondo Monetario Europeo, cuyo principio fue adoptado en la reunión de Bremen y que estaría destinado a socorrer a las divisas nacionales en momentos difíciles para garantizar la estabilidad monetaria. Y, en tercer lugar, se abordó la cuestión de los «arreglos transitorios para los países que no entrasen en el sistema monetario nuevo al mismo tiempo que los otros».

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Contra el dólar

Para valorar este acuerdo franco-alemán conviene recordar que con la nueva estructura monetaria europea la Comunidad intenta contrarrestar los estragos que cau sa la fluctuación caprichosa del dólar norte am ericano: desde que se suspendió la convertibilidad de la divisa norteamericana, a principios de los años 70, el dólar se ha convertido en un instrumento ser vil de los especuladores mundiales, es decir, norteamericanos en particular.

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