Editorial:

La "Sirena" en casa

LA ESCULTURA de Eduardo Chillida, concebida y realizada, desde un principio, para su instalación en el museo al aire libre situado en el paseo de la Castellana, va a ser colgada, este fin de semana, en su emplazamiento definitivo. Durante cerca de seis años, el obcecamiento de tres alcaldes -Carlos Arias, Miguel Angel García Lomas y Juan de Arespacochaga- impidió que ese generoso regalo al pueblo madrileño del gran escultor vasco, una de las escasas figuras mundiales cuyo talento artístico se halla por encima de toda sospecha, se incorporara al patrimonio de la capital de España. De labios par...

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LA ESCULTURA de Eduardo Chillida, concebida y realizada, desde un principio, para su instalación en el museo al aire libre situado en el paseo de la Castellana, va a ser colgada, este fin de semana, en su emplazamiento definitivo. Durante cerca de seis años, el obcecamiento de tres alcaldes -Carlos Arias, Miguel Angel García Lomas y Juan de Arespacochaga- impidió que ese generoso regalo al pueblo madrileño del gran escultor vasco, una de las escasas figuras mundiales cuyo talento artístico se halla por encima de toda sospecha, se incorporara al patrimonio de la capital de España. De labios para afuera, el pretexto que se esgrimía era que el peso de «Lugar de encuentros», que ahora ha recibido de la voz popular el nombre de «Sirena varada», ponía en peligro el puente .de Juan Bravo con Eduardo Dato. De nada valió que el dictamen de expertos de solvencia reconocida mostrara lo infundado de ese argumento, mantenido de manera oficial, pero sin mostrar nunca los cálculos que presuntamente lo fundamentaban. Porque el origen de ese rechazo era, de manera inmediata, la dimensión pública de Chillida, que nunca ocultó sus convicciones democráticas y su compromiso con el pueblo vasco, y, de forma mediata, la incompatibilidad entre la mentalidad de ese trío de alcaldes y la sensibilidad para apreciar y valorar una manifestación del arte del siglo XX. Aunque de forma impresionista, la anécdota de esa escultura rechazada por el Ayuntamiento de Madrid dirá más, seguramente, a nuestros nietos sobre la política cultural de los últimos años que cien investigaciones sobre la censura de libros y periódicos, la prohibición y cortes de películas y obras teatrales, o la programación de televisión (ésta, todavía, en las mismas manos que en el pasado, como muestra la serie dedicada a la familia Botejara).

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