Tribuna:

¿"Pax siria" o anexión de Líbano a Damasco?

Profesor de Historia y Literatura en la Universidad de Beirut

El 19 de marzo de 1978, ante el Consejo de Seguridad reunido a instancias de Estados Unidos para condenar la invasión israelí del sur .de Líbano, el delegado permanente de Líbano ante la ONU, Ghassan Tueni, pedía de una manera patética: «Dejad vivir a mi pueblo.»

Hoy, al igual que entonces, cualquier libanés puede hacer suyo ese llamamiento, dirigido al mundo civilizado.

Después del bombardeo inexplicable por la Fuerza de Pacificación Arabe (FPD) -compuesta en su mayoría por sirios- de sectores res...

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Profesor de Historia y Literatura en la Universidad de Beirut

El 19 de marzo de 1978, ante el Consejo de Seguridad reunido a instancias de Estados Unidos para condenar la invasión israelí del sur .de Líbano, el delegado permanente de Líbano ante la ONU, Ghassan Tueni, pedía de una manera patética: «Dejad vivir a mi pueblo.»

Hoy, al igual que entonces, cualquier libanés puede hacer suyo ese llamamiento, dirigido al mundo civilizado.

Después del bombardeo inexplicable por la Fuerza de Pacificación Arabe (FPD) -compuesta en su mayoría por sirios- de sectores residenciales cristianos del este y sureste de Beirut, empleando morteros de todos los calibres, los famosos «órganos de Stalin», etcétera, el conocido profesor Maurice Duverger pudo hablar en Le Monde de «la agonía de un país: el Líbano».

El fuego terriblemente mortífero v destructor -dos centenares de muertos, quinientos heridos, cientos de casas incendiadas, destruidas o convertidas en inhabitables, y más de 200.000 refugiados-, que duró cinco días sin tregua, del 1 al 5 de julio, sólo fue interrumpido cuando el presidente libanés Elias Sarkis, teóricamente jefe de la FPD, amenazó con dimitir si no cesaba el bombardeo.

Tras estos hechos se produjo una sacudida en la conciencia general y comenzó una actividad febril de los políticos libaneses, del nuncio apostólico, decano del cuerpo diplomático, de los embajadores de los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad, con la excepción del inconmovible soviético.

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Esta es una buena ocasión para plantearnos seriamente y con toda claridad cuáles son los objetivos de los sinos en Líbano.

Los hechos, primero: los días 13, 14 y 15 de abril, como para celebrar el aniversario de la guerra que azota a Líbano desde hace cuarenta meses ya la zona cristiana de Ain Remane fue sometida a un bombardeo leningradiano. El 20 de junio, 44 hombres fueron sacados de sus casas, de madrugada, en el pacífico pueblo de Qaa, en la meseta libanesa y fusilados fríamente. Todos los informes oficiales coincidían en que habían sido las «unidades especiales» (fuerzas casi autónomas) del Ejército sino las que llevaron a cabo la hazaña. La mitad de las víctimas eran maestros y universitarios.

Además de Achrafie, el barrio residencial cristiano de Beirut. Hadeth. una localidad de 130.000 habitantes, a siete kilómetros del sureste de la capital. fue bombardeado masivamente del 22 al 25 de julio. El resultado de este bombardeo llevado a cabo con la misma aburidancia de medios que los anteriores fue unos pocos muertos, dos docenas de heridos, varios centenares de casas incendiadas y destruidas y la huida del 70% de la población hacia zonas más clementes.

Siria denigra al Gobierno libanés

Todas esas hazañas militares han sido acompañadas de campañas informativas tendenciosas o cuando menos denigrantes por parte de los órganos informativos oficiales sirios, libaneses y palestinos, todos ellos instrumentados por los altos responsables sirios.

Los partidos Falangista y Nacional Liberal de Líbano, máximos representantes de la derecha libanesa, han sido calificados por la prensa siria y el ministro de información sirio, Ahmed Iskander, de «grupos de bandidos que entorpecen el proceso de la paz y a los que se les debe romper el pescuezo». El ministro sirio del Exterior, Ab del Jalim Jadelam, no ha vacilado en declarar al Nouvel Observateur que el presidente libanés, Elías Sarkis, era una buena persona, pero «vacilante e ineficaz». El mismo Jaddam dijo a su homólogo, Fuad Butros, libanés, durante la visita de este último a Damasco a raíz de los bombardeos del sector Este de Beirut, cuando el ministro libanés le informaba de la decisión del presidente de dimitir si los sirios no interrumpían los bombardeos de las zonas, cristianas, que «si el presidente dimite, Siria encontrará medios para hacer elegir a otro presidente ».

Los falangistas y liberales libaneses, calificados por Jaddam de derechistas. agentes del imperialismo, particionistas, constituyen para ambos ministros sirios ese 5% de libaneses «con los cuales hay que acabar».

La política siria en el Líbano se entiende mal y se justifica peor si no se tiene en cuenta la pretensión siria de anexionarse el Líbano, que ha sido una consante de la política de Damasco. Incluso desde 1943, en que ambos países obtuvieron la independencia. Siria, precisamente debido a esta pretensión, no ha aceptado establecer relaciones diplomáticas con el Gobierno libanés.

En 1958. cuando debido a su inestabilidad interior que la hizo cambiar de régimen siete veces en menos de nueve años (1949-1958). Siria se unió a Egipto en la República Arabe Unida (RAU), los nasseristas y sus aliados quisieron convertir al Líbano en la tercera provincia de la RAU.

La presencia armada palestina, esencia del problema

En 1973 los palestinos fueron utilizados contra el Libano, pero ta liquidación de este intento hizo intervenir rápidamente a Siria para «resolver el conflicto pacíticamente». Los problemas de Líbano. repetía durante la guerra el secretario general del Partido Baits sirio-Iibanés. Assem Kanso. «sólo se resolverán con la unión a Siria».

La incapacidad del comité cuatripartito -Egipto, Siria, Arabia Saudita y Kuwait creado durante la guerra, para hacer que los palestinos cumpillesen las cláusulas de los Acuerdos de El Cairo de 1969, Melkart 1973, Chtaura 1977, que regulan su presencia armada en el Líbano -causa primera de la guerra- llevó a las milicias cristianas a decidir no entregar sus armas.

Los palestinos siguen ocupando y controlando una buena parte del territorio libanés y gozando de la protección de países arabes.

El Líbano. desgraciadamente es el lado más débil de este problema, por eso su voz se oye mal y sus razones son desatendidas. A la «jordanización» de Líbano. la «chiprezación», viene a sumarse ahora la balcanización del Oriente Medio, en la que todos se ven envueltos en contra de su voluntad.

Para qué están, pues, las tropas sirias en el Líbano, para ayudar a la paz o para anexionarse el país. El ejército sirio, que no pudo liberar el Golán en 1973, no puede ayudar a la paz va que pretende humillar a una de las partes que no obstante está decidida a defenderse por estimar que encarna el ideal de la existencia del Líbano mismo como Estado.

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