Comenzó ayer sin acuerdo la elección del nuevo presidente italiano

Ayer, a las cuatro de la tarde (hora española), el Parlamento italiano, en una sesión conjunta de senadores, diputados y 58 representantes de las regiones, inició las votaciones para elegir el séptimo presidente de la República. El acto solemne empezó con un incidente «diplomático». El Partido Radical, apelando a la interpretación de algunos artículos de la Constitución, pidió que se permitiera a la Asamblea discutir públicamente sobre los posibles candidatos a la jefatura del Estado.

El presidente comunista, Ingrao, replicó que después de un «atento examen» de la petición, la rechazaba...

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Ayer, a las cuatro de la tarde (hora española), el Parlamento italiano, en una sesión conjunta de senadores, diputados y 58 representantes de las regiones, inició las votaciones para elegir el séptimo presidente de la República. El acto solemne empezó con un incidente «diplomático». El Partido Radical, apelando a la interpretación de algunos artículos de la Constitución, pidió que se permitiera a la Asamblea discutir públicamente sobre los posibles candidatos a la jefatura del Estado.

El presidente comunista, Ingrao, replicó que después de un «atento examen» de la petición, la rechazaba, porque «una costumbre de veinte años sin interrupción se había convertido prácticamente en ley constitucional», y sólo permitió a la radical Emma Bonino que respondiera con un «brevísimo discurso». Emma Bonino rechazó todas las interpretaciones del presidente y recordó que, según la Constitución, el Parlamento es soberano para darse un reglamento propio y que esta costumbre de votar sin debates es sólo el fruto de una política vieja, que asigna a los juegos secretos de los grupos el nombramiento del más alto cargo del Estado; lo cual acaba siempre -dijo- en compromisos vergonzosos. El presidente Ingrao la interrumpió y empezó la votación.Desfilaron primero los senadores, después los diputados y finalmente los representantes de las regiones. Hubo un momento de silencio cuando fue llamado al voto Giovanni Leone, dimisionario «forzado». Pero Leone no se presentó. Estuvo también ausente Fanfani, pero por motivos diferentes; Fanfani es el presidente interino de la República después de la dimisión de Leone. Tampoco acudieron los ex presidentes de la República Saragat y Gronchi.

En la primera votación -lo mismo que en las dos siguientes, que tendrán lugar hoy- se necesitan dos tercios de los 1.011 votos. Ayer se lanzaron sólo «globos sonda», como ya estaba previsto. La DC votó al viejo líder Gonella, el PCI a Amendola (indicando que éste era un candidato «verdadero» y no sólo de sondaje) y el PSI al anciano Nenni, que fue el único que recibió un aplauso cuando se acercó a votar. Los republicanos votaron en blanco, como los socialdemócratas. Los misinos, como provocación, votaron al médico Condorelli. Pero el gesto más espectacular fue el de los radicales, que votaron a la periodista Camila Cederna, la autora del libro que obligó a dimitir a Giovanni Leone.

Otros votos simbólicos fueron dados al hermano y a la viuda de Moro, que si no hubiese sido asesinado sería el candidato indiscutible para sustituir a Leone.

Aunque en esta primera votación no se llegó a ningún acuerdo entre los partidos, todo hace prever que no se repetirá el espectáculo de las últimas elecciones de Leone, con veintitrés votaciones en dieciséis días. Democristianos y comunistas, preocupados por el efecto ante la opinión pública de una elección demasiado larga, mantuvieron ayer encuentros secretos para buscar una solución. Así fue interpretada la inesperada visita del comunista Pajetta al secretario democristiano, Zaccagnini. Los comunistas piden a la DC que acepten la candidatura del socialista Sandro Pertini, para no empantanarse ante la intransigencia del Partido Socialista, que hasta ayer siguió declarando que votarán sólo un candidato socialista. Si el PSI no apoyase a un candidato común, rompería el actual cuadro político, cosa que temen mucho tanto el PCI como la DC. Los democristianos, sin embargo, no intentan, como en los últimos treinta años, luchar con dureza por una candidatura propia, según declaró ayer a EL PAIS el subsecretario de Educación, Baldassarre Armato. Armato dijo también que puesto que los socialistas aceptan sólo un candidato propio, la única figura de prestigio indiscutible sobre la que podría lograrse un acuerdo casi unánime es la del socialista Pertini.

Lo cierto es que Pertini es el socialista que más gusta a los comunistas dentro del campo socialista. La Democracia Cristiana preferiría, aparte de sus hombres, a un laico no socialista, como Ugo la Malfa, pero acepta a Pertini, porque, además de ser una de las personalidades más limpias del mundo político italiano, es el candidato que menos gusta a Craxi.

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