El presidente de la República Francesa, en Madrid

Giscard elogió el proceso democrático español

La cooperación política, la seguridad europea y la participación de España en el proceso unitario de la Europa comunitaria enmarcan la visita que el presidente de la República Francesa, Valery Giscard d'Estaing, a quien acompañan su esposa y cinco ministros del Gobierno galo, inició ayer oficialmente a España, invitado por el rey don Juan Carlos I. Estos temas fueron resaltados en las primeras declaraciones públicas de los dos jefes de Estado, al término de la cena de gala que el rey don Juan Carlos ofreció en honor de su huésped en el palacio de Oriente. El monarca español afirmó «el claro pr...

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La cooperación política, la seguridad europea y la participación de España en el proceso unitario de la Europa comunitaria enmarcan la visita que el presidente de la República Francesa, Valery Giscard d'Estaing, a quien acompañan su esposa y cinco ministros del Gobierno galo, inició ayer oficialmente a España, invitado por el rey don Juan Carlos I. Estos temas fueron resaltados en las primeras declaraciones públicas de los dos jefes de Estado, al término de la cena de gala que el rey don Juan Carlos ofreció en honor de su huésped en el palacio de Oriente. El monarca español afirmó «el claro propósito de la cooperación entre ambos pueblos» y añadió que «nos une nuestro común destino de europeos».

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El presidente Giscard d'Estaing, en su respuesta y para marcar la claridad en el tema de la candidatura de España a la CEE, dijo: «Para que no subsista ninguna duda, repito aquí en mi nombre y en el de mi Gobierno que ha deliberado sobre ello, que la entrada de España en la Comunidad no corresponde solamente a una aspiración legítima, sino que ella coincide con la naturaleza de las cosas y con el interés de Europa.» El presidente francés, después de un caluroso elogio del proceso democrático español, declaró que Francia «está contenta de encontrarse al lado de España para afrontar los problemas del mundo moderno».Los primeros discursos de ambos estadistas confirman el alcance político del encuentro hispano-francés en Madrid al más alto nivel. Un encuentro que enlaza setenta y dos años más tarde, con la última visita de un jefe de Estado francés a nuestro país, la realizada por el presidente Emile Loubet en 1906 y que está marcado por el diálogo especial y continuo que el rey don Juan Carlos mantendrá, en privado, con el presidente de la República Francesa a lo largo de cuatro días. A estas primerísimas conversaciones se sumarán también los contactos que el presidente galo mantendrá con elíefe del Gobierno español, Adolfo Suárez, y las conversaciones y negociaciones que el séquito presidencial, en el que se incluyen los ministros de Francia de Asuntos Exteriores, Defensa, Cultura, Agri cultura e Industria entablarán con sus homólogos españoles.

Discursos muy políticos

La agenda de los múltiples diálogos previstos no es pública ni está establecida con rigor. No obstante, no se esperan sorpresas mayores porque los temas fueron esbozados, sin rodeos, en los discursos, muy políticos, que ambos jefes de Estado pronunciaron anoche en el palacio de Oriente. Don Juan Carlos habló de la cooperación, de la candidatura de España a la CEE, del desarrollo institucional de la democracia española, del desarme en el mundo, de la seguridad en Europa y en el Mediterráneo, de las tensiones africanas, de iberoamérica y de la cooperación económica, comercial, agrícola e industrial.

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Por su parte, el presidente de Francia, después de hacer un gran elogio del proceso democrático español -«la esperanza ha sido reemplazada por la admiración»-, con palabras de especial significación para el rey don Juan Carlos, para el Gobierno y para la oposición, se refirió, también, a Latinoamérica, al Mediterráneo, a Africa, a la seguridad europea, a la cooperación comercial, energética y aeronáutica, y a la candidatura de España al ingreso en las Comunidades Europeas, se anuncia como el plato fuerte de las conversaciones de Madrid, al igual que lo será también el tema de la cooperación económica, comercial y política entre ambos países.

Interés por la "cumbre" de la CEE

Sobre el proceso de integración de España en el ámbito del Tratado de Roma hay que señalar que las palabras del presidente Giscard d'Estaing, en las que hace alusión a las dificultades existentes para la culminación de este proceso, nacen en Madrid a tan sólo pocos días de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la CEE, y no lejos de la reunión de los líderes de Occidente que continuará la Conferencia de París sobre Africa. Ello realza su intencionalidad y el valor de esta declaración de Madrid del presidente de Francia en la que se dice: «Cada uno con su propio carácter, nuestros dos países encarnan los valores del humanismo cristiano y europeo. Ellos tienen la misma vocación de asumir su parte de esfuerzo y de responsabilidad en la construcción de la unión europea. Este es el deseo de España y sabed que también lo es el de Francia. Es cierto, y lo sabemos los unos y los otros, que su realización causará problemas serios y concretos para Francia, para España y para la Comunidad. El realismo recomienda reconocerlo. Estoy seguro, sin embargo, que sabremos resolverlos si tomamos el cuidado de poner las precauciones, las transiciones y las salvaguardias necesarias.»

Precauciones, transiciones y salvaguardias

Precauciones, transiciones y salvaguardias, tres vocablos a analizar y desarrollar estos días en Madrid, y posiblemente más adelante en Bruselas. Tres matices con acento especial, como acento especial tienen las palabras del presidente de Francia que hablan de la cooperación en los campos de la energía nuclear y de la aeronáutica.

Por su parte, en el discurso del rey don Juan Carlos destacan las alusiones a la distensión en el Mediterráneo y en el norte de Africa -«ahí está el área mediterránea, donde Francia y España han de esforzarse por aliviar tensiones» y la alusión a las dificultades actuales de la seguridad europea. Don Juan Carlos dijo: «Necesitamos un paisaje en paz que garantice la seguridad en el trabajo y en el estudio. Europa vive bajo acecho de amenazas y necesita vivir en paz.» Más adelante, añade el Rey: «Otro objetivo primordial es la seguridad colectiva. Estamos lejos de poseer un sistema racional de seguridad, y no parece próxima la supremación de un enfrentamiento polarizado que tan grave peligro lleva consigo, tanto por su propia dinámica como por la frecuencia con que tiende a globalizar los conflictos locales o a crear otros nuevos para asegurarse posiciones de influencia.»

Las palabras del Rey son claras y tajantes en el tema de la seguridad europea y general y se enlazan con otras referidas al desarme y a las dificultades que impiden su natural desarrollo en el mundo. El Monarca -como también dijo el presidente en sus palabras- hizo mención y puso esperanzas en la próxima fase de la Conferencia Europea de Seguridad y de Cooperación, que se abrirá en Madrid en 1980, y habló, también con énfasis e interés, de los problemas socioeconómicos de los débiles y de la defensa de los derechos humanos en el mundo.

El Gobierno y líderes políticos en la cena

El presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, varios ministros de su gabinete y los primeros líderes de los partidos políticos, entre los que se encontraban Santiago Carrillo y Felipe González, asistieron a la cena oficial de gala que don Juan Carlos ofreció en el palacio de Oriente al presidente de Francia y señora.

Esta cena fue seguida de una recepción en la que participaron altos mandos militares, cuerpo diplomático, diputados y personalidades de la vida artística y cultural de España.

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