Cartas al director

Conjurados, perjuros e injuriados

Juegos de artificio para un carnaval veneciano parecen, y no otra cosa, las redund antes ni an i festaciones de los señores congresistas cuando manifiestan una y otra vez su sorpresa ante los «innegables» avances que la transición nos está deparando, frente a un período histórico ya «indudablemente» enterrado. Tal parece como si estos señores, legítimos representantes del pueblo y, por ende, transmisores al Gobierno de los deseos que este pueblo se dice haber manifestado en los celebrados comicios del 77, estuvieran debatiendo la utopía de mi señor Tomás Moro. Hasta el señor Suárez se ha permi...

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Juegos de artificio para un carnaval veneciano parecen, y no otra cosa, las redund antes ni an i festaciones de los señores congresistas cuando manifiestan una y otra vez su sorpresa ante los «innegables» avances que la transición nos está deparando, frente a un período histórico ya «indudablemente» enterrado. Tal parece como si estos señores, legítimos representantes del pueblo y, por ende, transmisores al Gobierno de los deseos que este pueblo se dice haber manifestado en los celebrados comicios del 77, estuvieran debatiendo la utopía de mi señor Tomás Moro. Hasta el señor Suárez se ha permitido insinuar el miércoles pasado que quizás «el ritmo del cambio político haya sido demasiado rápido".Fiel intérprete de esta convicción gubernamental, la Administración, más prudente, en un ejemplo de cautela singular, ha preferido mantenerse al margen del carnaval y seguir exigiendo pruebas de limpieza de sangre política al más rancio estilo imperial. La Administración no se deja tentar por veleidades democráticas, claro está, puesto que ella no se ha visto involucrada en las pasadas elecciones, y no tiene, por tanto, compromiso alguno que atender.

Previendo ya la involución -y prever es siempre elogiable-, ya que en educación la revolución es inimaginable, y la evolución impensable, el «Misterio» de Educación y Ciencia, a través de su ¡mpoluta Delegación Provincial de Oviedo -impoluta pues sigue inmaculada en dernocracia-, sigue exigiendo a todo el profesorado como única condición para adquirir el status de profesor al servicio de la comunidad «jurar acatamiento a los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional», quizás con el fin de que los funcionarios, hoy entrantes, hayan jurado para mañana la inamovilidad de la próxima dictadura. Con lo cual, llegado el día, no habrá problemas de amalgama entre conjurados, juramentados, perjuros e injuriados. Y todos en en paz.

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