Moscú todavía no ha reconocido el nuevo régimen afgano

Ocho días después de que los insurgentes militares de Afganistán dieran muerte al presidente Mohammed Daud y se nombrara a un comunista, Mohammed Tarakki, presidente del Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas, la Unión Soviética ha desmentido su participación en el golpe de Estado y, a través de la agencia Tass, atribuye a «invenciones calumniosas de la prensa reaccionaria» su participación en dichos acontecimientos. Hasta el momento, el Gobierno de la URSS no ha reconocido oficialmente a los nuevos dirigentes afganos, mientras que este reconocimiento lo acaban de oficializar, a...

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Ocho días después de que los insurgentes militares de Afganistán dieran muerte al presidente Mohammed Daud y se nombrara a un comunista, Mohammed Tarakki, presidente del Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas, la Unión Soviética ha desmentido su participación en el golpe de Estado y, a través de la agencia Tass, atribuye a «invenciones calumniosas de la prensa reaccionaria» su participación en dichos acontecimientos. Hasta el momento, el Gobierno de la URSS no ha reconocido oficialmente a los nuevos dirigentes afganos, mientras que este reconocimiento lo acaban de oficializar, además de Gran Bretaña, Irán y Pakistán.Para los observadores occidentales en Moscú, la Unión Soviética está secretamente contenta de que el poder en Afganistán haya pasado a manos de un fuerte Gobierno de izquierdas, sin embargo, exteriorizar esta alegría no es fácil ya que podría afectar a las relaciones con terceros países vecinos. Los mensajes cordiales de Brejnev, Kossiguir y Gromiko a Tarakki, cuya simpatía hacia los soviéticos parece estar fuera de toda duda, no suponen el reconocimiento oficial del nuevo régimen.

La prensa soviética mantuvo hasta el comunicado de ayer sábado en Tass, una precisa parquedad. En los primeros días se refirió a «golpe de Estado», y a «los acontecimientos de Kabul». En posteriores informaciones se ha citado a los países comunistas que ya reconocieron la nueva situación. En breves líneas se han referido a la importancia que tuvo en el golpe el Partido Comunista afgano, Jalk Democrático, partido cuya vinculación con Moscú no está demasiado clara puesto que ningún partido comunista de Afganistán ha estado representado en Moscú en los tres últimos congresos celebrados por el PCUS.

Los dirigentes soviéticos extreman sus cautelas para evitar cualquier sospecha sobre su posible apoyo a las fuerzas revolucionarias afganas, con el fin de evitar cualquier repercusión de los Gobiernos anticomunistas de Irán y Pakistán, así como el de Turquía.

Por otra parte, las relaciones entre la URSS y Afganistán siempre han sido excelentes. La Rusia zarista mantuvo buenos contactos vecinales con los reyes afganos. El régimen soviético cuidó este clima. En 1946 se firmó en Moscú un acuerdo fronterizo, ratificado con la definitiva demarcación en Bqori. El último rey afgano visitó la URSS en los años setenta. Una vez derrocada la monarquía, eljefe del Estado, presidente del Comité Central de la República, primer ministro y ministro de Defensa Nacional y Asuntos Exteriores, cargos que ostentaba Mohammed Daud, recorrió la Unión Soviética en los años 1974 y 1977. Podgorny visitó Kabul en 1975.

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