La inflación de la Administración

«Ya está imponiéndose en casi todos los estratos de la sociedad española la convicción de que la inflación es el peor enemigo de la incipiente recuperación económica que se pronostica para finales de año. Como ha repetido varias veces el profesor Fuentes Quintana, el principal creador del paro es la inflación, que paraliza la inversión, fomenta la especulación y desanima al ahorrador.También se observan signos positivos de que empresas y centrales sindicales comienzan a percatarse de la gravedad del problema. La campaña «precio estable», aunque sea más de estilo que de sustancia, refuerza en e...

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«Ya está imponiéndose en casi todos los estratos de la sociedad española la convicción de que la inflación es el peor enemigo de la incipiente recuperación económica que se pronostica para finales de año. Como ha repetido varias veces el profesor Fuentes Quintana, el principal creador del paro es la inflación, que paraliza la inversión, fomenta la especulación y desanima al ahorrador.También se observan signos positivos de que empresas y centrales sindicales comienzan a percatarse de la gravedad del problema. La campaña «precio estable», aunque sea más de estilo que de sustancia, refuerza en el ciudadano su saludable tendencia a inclinarse por aquellos productos que mantienen un cierto equilibrio en sus precios. Quizás con más lentitud que la deseada, se observa, del lado de las centrales sindicales, una orientación hacia el mantenimiento del puesto de trabajo de sus afiliados más que hacia propuestas de alzas desmesuradas en los salarios.

Pero, como siempre, la Administración ha de ser la primera en dar ejemplo. Y pocas actitudes son tan inflacionistas como las que priman la ineficacia. Podrían citarse muchos ejemplos, pero refirámonos tan sólo a aquella disposición de las medidas urgentes de reforma fiscal por la que se obliga a bancos y Cajas de Ahorros a rendir cuenta puntual de los saldos medios de sus cuentacorrentistas. Si un ciudadano consciente de sus deberes cívicos acude a la ventanilla de una de estas entidades y solicita este dato, lo más seguro es que produzca una gran sorpresa en el correspondiente empleado. Y no puede ser de otro modo. Esta exigencia de la Administración comporta tal aumento del trabajo burocrático que se revela como impracticable. El defraudador ha de ser combatido y castigado, pero no alimentemos labores burocráticas que contribuyen a tensiones inflacionistas que se pretenden combatir.»

29 abril

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