Conferencia del Mar resolvió el problema de la presidencia

En la madrugada del miércoles al jueves, después de diez días de debates, propuestas y contrapropuestas, los delegados gubernamentales al séptimo período de la Conferencia sobre el Derecho del Mar, de las Naciones Unidas, decidieron por mayoría de votos y no por consenso, como es costumbre, el problema de la presidencia de la conferencia. Por 75 votos a favor, dieciocho en contra y treinta abstenciones (no participaron en la votación veintinueve países), se decidió mantener en el cargo a Shirley Amrasinghe, de Sri Lanka, a pesar de que el Gobierno de su país le quitó la representación gube...

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En la madrugada del miércoles al jueves, después de diez días de debates, propuestas y contrapropuestas, los delegados gubernamentales al séptimo período de la Conferencia sobre el Derecho del Mar, de las Naciones Unidas, decidieron por mayoría de votos y no por consenso, como es costumbre, el problema de la presidencia de la conferencia. Por 75 votos a favor, dieciocho en contra y treinta abstenciones (no participaron en la votación veintinueve países), se decidió mantener en el cargo a Shirley Amrasinghe, de Sri Lanka, a pesar de que el Gobierno de su país le quitó la representación gubernamental.

Los grandes derrotados fueron los Gobiernos latinoamericanos, que no sólo se oponían a que el ex delegado de Sri Lanka prosiguiera en la presidencia (según ellos por cuestiones de principios), sino que, además, desaprobaron hasta el último minuto que este problema se resolviera por votación y no por consenso.

La resolución de someter a votación el impasse de la presidencia fue impuesta por el bloque asiático, prácticamente por agotamiento, según declararon muchos delegados en la madrugada, y este hecho hace -según esos delegados- que el séptimo período de la Conferencia sobre los Derechos del Mar no ofrezca un futuro prometedor.

Los países industrializados no disimulan sus apetitos en cuanto a la libre exposición de los fondos oceánicos, e incluso se ha dicho, oficiosamente por parte de algunos representantes de países en desarrollo, que grandes empresas de países industrializados ya habrían avanzado conversaciones técnico económicas para comenzar la explotación de las riquezas marinas en el fondo de los océanos.

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