Cartas al director

Sangre desperdiciada

Cuando me dirigía a mi trabajo a las 7.15 de la mañana del día 27 de febrero pasado escuché en el receptor del coche una llamada urgente del espacio «Radio hora» de la emisora Radio España, solicitando en el Centro 1.º de Octubre, y para un niño de siete años gravemente herido en accidente de tráfico, sangre de mi grupo RH A+, y exponiéndome a llegar tarde a mi obligación y aceptando la posible sanción por ello, me dirigí rápidamente a dicho centro sanitario donde en el servicio de urgencia me recibió un enfermero, quien me indicó amablemente dónde estaba el servicio de donación de sangre, el ...

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Cuando me dirigía a mi trabajo a las 7.15 de la mañana del día 27 de febrero pasado escuché en el receptor del coche una llamada urgente del espacio «Radio hora» de la emisora Radio España, solicitando en el Centro 1.º de Octubre, y para un niño de siete años gravemente herido en accidente de tráfico, sangre de mi grupo RH A+, y exponiéndome a llegar tarde a mi obligación y aceptando la posible sanción por ello, me dirigí rápidamente a dicho centro sanitario donde en el servicio de urgencia me recibió un enfermero, quien me indicó amablemente dónde estaba el servicio de donación de sangre, el cual encontré cerrado y ante cuya puerta se hallaban varios familiares del mencionado niño, de los cuales solamente uno tenía el grupo de sangre necesitado.En este momento llegó una empleada (ignoro su categoría profesional), la cual me dijo que hasta las ocho no se abría el servicio. La contesté que era urgente; que había oído la llamada por radio, y no era razonable esperar, respondíéndome, con ninguna amabilidad, que ella también había escuchado la llamada; en este momento llegaban siete personas más dispuestas a donar, por la misma razón, y recibieron la misma contestación.

Segundos más tarde apareció una doctora, la cual manifestó que únicamente y en el caso de que el niño tuviera que volver al quirófano haría falta sangre, que había sido una falsa alarma, que podíamos marchar tranquilamente a nuestras obligaciones.

Por todo lo anteriormente expuesto, yo me pregunto, aún en el caso de que el pobre niño hubiera fallecido, ¿cómo es posible que nos dejaran marchar, sin más, a las siete personas que allí estábamos voluntariamente dispuestos a donar?

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Estamos oyendo constantemente por todos los medios informativos, radio, televisión, revistas, etcétera, que España es deficitaria en sangre y todo tipo de donaciones (porque esto no se puede fabricar a ningún precio), y son pocos los donantes. Y si esto es así: ¿Cómo una Seguridad Social desperdicia la sangre de siete personas que, vuelvo a repetir, voluntariarnente se acercan a donarla -movidos por un sentimiento de ayuda a los demás- y les dicen que es una falsa alarma?

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