El primer ministro Andreotti dimitirá en las próximas elecciones

La Democracia Cristiana ha cerrado filas y ante la crisis defiende como nunca su unidad. Ayer se reunieron los 263 diputados democristianos, y su líder, Flaminio Piceoli, sintetizó en estos puntos el plan partidario: 1) trabajar por un nuevo acuerdo entre los partidos; 2) existe todavía la posibilidad de aclarar contrastes; 3) no conviene anticipar las elecciones; 4) hay que impulsar una reactivación económica por medio de un «pacto social» con los sindicatos. Entre mañana y el lunes próximo el primer ministro, Giulio Andreotti, presentará su dimisión. Confía aún en poder encabezar el próx...

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La Democracia Cristiana ha cerrado filas y ante la crisis defiende como nunca su unidad. Ayer se reunieron los 263 diputados democristianos, y su líder, Flaminio Piceoli, sintetizó en estos puntos el plan partidario: 1) trabajar por un nuevo acuerdo entre los partidos; 2) existe todavía la posibilidad de aclarar contrastes; 3) no conviene anticipar las elecciones; 4) hay que impulsar una reactivación económica por medio de un «pacto social» con los sindicatos. Entre mañana y el lunes próximo el primer ministro, Giulio Andreotti, presentará su dimisión. Confía aún en poder encabezar el próximo Gobierno.La línea política indicada por el secretario, Benigno Zaccagnini, a la Democracia Cristiana, en la reunión de anteayer, a su directiva es prudente pero clara: a pesar de la grave situación del país no hay razones suficientes para admitir a los comunistas en un Gobierno de emergencia o de salud nacional, ni tampoco en una mayoría parlamentaria en la que su voto fuese determinante. Es suficiente, por ahora, renegociar el actual acuerdo de seis, ampliándolo con un programa más concreto y preciso.

La negativa de la Democracia Cristiana es más que nada un dictado para su supervivencia y teme que admitiendo a los comunistas en una mayoría, automática e inevitablemente los tenga que admitir después en el Gobierno. Por otra parte, la Democracia Cristiana está más atenta al contenido que a las fórmulas y no, desea aparecer como responsable de la crisis. Por ahora le bastaría una coalición estable con los partidos constitucionales hasta las elecciones presidenciales, el próximo diciembre.

La reacción de comunistas y socialistas ha sido inmediata, aunque todavía tímida e imprecisa. Los comunistas se limitan a señalar ayer en su diario que «los democristianos quieren gobernar solos». La DC descargaría en los demás sus incertidumbres internas.

Los comunistas se muestran dispuestos al diálogo, y entre sus parlamentarios parece predominar la línea flexible de Berlinguer: «Si no es posible el Gobierno de emergencia, estaría el PCI dispuesto a participar de una mayoría parlamentaria.» Sobre las elecciones anticipadas existe también división de opiniones. Hay quienes creen que favorecerían sólo a la DC y quienes temen que aceleren la alianza comunista con la DC, es decir, el «compromiso histórico». En realidad, comunistas y democristianos, que hablan lenguas políticas diferentes, no quieren las elecciones, pero no las temen.

Las temen, sin embargo, los socialistas, y ayer en su diario, Avanti, propusieron, para el caso de que no se llegue a un acuerdo con la DC, un Gobierno de izquierdas, de comunistas, socialistas, republicanos y socialdemocráticos. Estarían incluso dispuestos a gobernar con la DC, aunque sólo a condición de que los comunistas den su acuerdo.

Los republicanos, que fueron los que tiraron la primera piedra, han propuesto a última hora un «pacto social» que controle y modere los salarios, y más tarde un Gobierno de emergencia. Su secretario, Oddo Biasini, juzgó, de todos modos, el informe de Zaccagnini como «una apertura al diálogo, aunque cauta».

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Mientras se difunde la impresión de que se ha abierto en la vida política italiana un debate más amplio, agitado y conflictivo que el que en 1962 condujo a la formación del centro-izquierda, el Gobierno Andreotti tiene inevitablemente las horas contadas. Los radicales pidieron para el lunes un debate en el Parlamento sobre la situación política, pero se da casi por seguro que el Gabinete Andreotti no durará hasta la discusión: mañana o el mismo lunes, tras consultas con los líderes parlamentarios, Andreotti presentará su renuncia.

Los liberales quieren el debate parlamentario para que se sepa públicamente quién es el responsable político de la crisis. Tanto la Democracia Cristiana como Andreotti prefieren evitarlo, porque Andreotti cuenta todavía con ser el sucesor de sí mismo. Es decir, por ahora predomina la solución de renegociar el acuerdo de seis, según la fórmula de la no desconfianza, que para la izquierda significa estar en el limbo.

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