Tribuna

Cómo trabajar la palabra en clase

En nuestra clase estamos 41 personas. El espacio no es demasiado grande. Apenas tenemos cada uno un metro cuadrado; aun así, nos permitimos realizar cosas dentro del aula.Hay demasiados inconvenientes físicos. Con narrar las miserias estructurales de cualquier aula escolar en la realidad actual de la educación española perderíamos espacio para contar lo que hacemos: algo que nos gusta: poesía.



La poesía está en todos y la hacemos todos y sobre todo el niño, si sabemos no cortarle la posibilidad de crear su espontaneidad, su vitalidad su naturalidad. Lo que hay que hacer e...

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En nuestra clase estamos 41 personas. El espacio no es demasiado grande. Apenas tenemos cada uno un metro cuadrado; aun así, nos permitimos realizar cosas dentro del aula.Hay demasiados inconvenientes físicos. Con narrar las miserias estructurales de cualquier aula escolar en la realidad actual de la educación española perderíamos espacio para contar lo que hacemos: algo que nos gusta: poesía.

La poesía está en todos y la hacemos todos y sobre todo el niño, si sabemos no cortarle la posibilidad de crear su espontaneidad, su vitalidad su naturalidad. Lo que hay que hacer es arrancarla de cada cual, desde pequeños. Sentirla, jugarla, comunicarla y no creernos especiales ni hacer a nadie creerse especial por el hecho de escribirla, como se hace hasta ahora.

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Durante los primeros días partimos de la palabra-juego, palabra-ritmo, palabra-ruido, palabra-gadencia, palabra-suave, palabra-móvil, palabra-color, palabra-serpeante, palabra-círculo, etcétera.

Las inventamos y las acompañamos con palmadas, entrechocando lapiceros, golpeando las mesas.

«Cántara, cántara, cántara ya. / Cántara el agua. / Cántara el pino. / cántara ya. / Allá, allá, allá, allá. / Cántara, cántara, cántara ya. / ¡Cántara ya!»

No hay ninguna rigidez a la hora de la invención. A alguien se le ocurre Introducir palabras conocidas, en que lo haga. Nadie le va a decir que está mejor o peor.

En estos primeros días surge el poema como ritmo. No nos importa lo que diga. Lo que sí nos va a interesar es lo que provoca en nosotros. Después de este ejercicio comenzamos el Coloquio. Cada uno va a decir lo que le sugiere y nos lo vamos a contar a todos.

El segundo paso que seguimos es el de ir introduciendo alternativa mente y repetido un sonido inventado o una palabra conocida en una serie de frases que vayan describiendo una historia, un cuento, algún hecho que al chico le parezca importante. Lo que él quiera.

Veremos que al oírlas el poema lleva un ritmo, simplemente por el hecho de repetir alternativamente este ruido, y que la historia o narración cobra unidad rítmica por este motivo.

Hacemos coros, donde parte de la clase repite la palabra inventada y parte va leyendo la historia.

Se divierten, se alegran, hay explosión en el aula. Y surgen cosas como éstas, elaboradas por un grupo de alumnos de cuarto (niños de diez años):

Vino la rana, / Palitillín, / se cayó al agua / Palitillín,, / pegó un salto, / Palitillín, / se colgó de una rama, / Palitillín, / se volvió a caer, / Palitillín, / la arrastró el agua, / Palitillín, la cogió un pescador, Palitillín, la mató y se la comió, Palitillín, / y aquí se terminó. / Palitillín.

Otro día decidimos encadenar las últimas palabras de las frases que vamos escri6íendo. Notamos que todo gira entremezclado, que todo se relaciona, que se entrechoca.

Este juego también lo hacemos oralmente:

En la clase había un niño. / En el niño, unpantalón. /En el pantalón, una mancha. / En la mancha, un color. / En el color, una hormiga. / En la hormiga, una flor. / En laflor, una avispa. / Y la avispa se la comió.

También jugamos con aleluyas. Es algo que le entusiasma hacer al chico. El confecciona sus propios dibujos y les pone sus versos ripiados.

Sobre el juego de reiteraciones y repeticiones alternadas introducimos la pregunta que siempre se repite y a la que nosotros vamos contestando. También lo solemos hacer con la frase o palabra admirativa:

Cupri-cuprina. / ¿Dónde está el armario? / Cuprí-cuprina. En el balcón. / Cupri-Cuprina. ¿Por qué lo dejaste ahí? / Cupri-Cuprina. / Porque tenía que ventilarse. / Cupri-Cuprina. / ¿Qué tiene dentro? / Cupri-Cuprina. / Un gatofurioso. / Cupri-Cuprina. /¿Cuántas uñas tiene? Cupri-Cuprina. / No tiene uñas. Cupri-Cuprina. / ¿De qué color es? / Cupri-Cuprina.Verde al revés.

Expresarse sin miedo

Todos estosjuegos que hacemos en el aula son lo suficientemente emotivos como para que el niño comience a sentir que su palabra es algo importante, comience a manejarla sin miedo y sea cada vez más capaz de expresar lo que ve y siente. Podría servir como ejemplo este poema de un alumno de quinto de EGB que él tituló País Vasco-Mayo 77.

En el País Vasco el mundo está horrorizado. / La sangre va por los suelos en pedazos dormilones. / Las llanuras son de sangre de hombre, niño y mujer, / de mujer, niño y hombre. / Cinco asesinatos. Cinco muertes. / Sin precio está la muerte.

De cualquier forma, todo este trabajo, todo este juego no se queda en el aulá sino que se proyecta hacia las demás aulas del colegio. Su difusion es importantísima para que el chico se sienta lo suficientemente motivado para seguir escribiendo.

Este tipo de trabajo responde a toda una metodología activa dentro del trabajo escolar. Por ello conviene hacer una pequeña introducción sobre el texto libre, y cómo la actividad descrita anteriormente (algo que, introducido en la actividad del aula, ha sido aceptado por todos) está plasmado en los escritos realizados más tarde por los propios niños.

Escribir sobre el texto libre y su iniciador sería demasiado teórico tal vez demasiado sencillo.

Otra cosa es hablar desd e el punto de vista práctico, en nuestra relidad escolar, del texto libre.

Si partimos de los tres principios básicos que lo deben regir:

«El texto libre debe ser auténti camente libre.»

«El texto libre debe ser motiva do.»

«El texto libre no debe ser un elemento inarginal en el trabajo escolar.»

Vemos que nos encontramos muchas veces con condicionamientos de tipo mental que nos impiden desarrollar esta metodologia con la suficiente perspectiva, y pronto caemos en la desgana, hasta que llega un momento en que lablvidarnos.

Por ello, todo lo dicho anteriormente sobre la actividad de poesía, en nuestro caso es una de las motivaciones mejores que hemos encontrado para que el niño sienta el gusto por escribir.

Si el texto debe ser auténticamente libre y no debe ser un elemento marginal en el trabajo escolar, es pobre pensar que poco podemos hacer en ocasiones, ante los imperativos de una «materia» a dar, exigida. Lo triste es que el maestro, por mil circunstancias, se vea imposibilitado mental y funcionalinente a romper con- todo lo externo, a decidirse por el trabajo en el aula basado en los textos que el mismo niño escriba libremente.

Es fácil escribir esto, se dirán muchos maestros, pero lo fácil también es no intentarlo, apoyarse y justificar su no puesta en práctica por comodidad; porque qué duda cabe que basar la actividad escolar en los propios textos de los niños requiere todo un esfuerzo de imaginación de libertad que no neis atrevemos a secundar.

En el caso en que nos decidamos a llevar a cabo esta metodología, es preciso constatar que no carece de problemas, que muchas veces vamos a pensar: «¿Qué significado tiene lo que estoy haciendo.?», «Tengo la sensación de estar perdiendo el tiempo», «No avanzan a nivel de conocimientos con respecto a los demás niños», «Estoy haciendo el primo», «Los padres se me van a echar encima»... Pero si somos lo suficientemente hábiles y creemos en ello , pronto nos daremos cuenta que el muchacho se siente el eje de su actividad escolar y que realmente aprende todo con mayor interés que si le ímpusiéramos un trabajo que para él muchas veces no tiene ningún sentido.

Dentro de los textos libres podemos trabajar el lenguaje, tanto en su aspecto escrito como oral, las ciencias sociales, las matemáticas, etcétera.

La metodología del texto libre no consiste sólo en que el niño escriba libremente cuando quiera, cuanto quiera y lo que quiera, sino que ese texto después de leído y votado en clase debe ser trabajado, ampliado y perfeccionado en el aula y, posteriormente, difundido por las otras aulas del colegio, plasmándolo en el periódico escolar e incluso manteniendo una correspondencia de textos con otros centros escolares.

Dice Celestin Freinet: «Desde el momento en que lo que él ha escrito tiene una finalidad y una función -comunicarse con otros companeros y con adultos próximos o lejanos- el niño experimenta de modo natural la necesidad de escribir, de expresarse, al igual como experimentó, siendo muy niño, la necesidad de hablar.

Si partimos de ahí, el problema no será ya para nosotros cómo organizar nuestra pedagogía para que el niño esté obligado, le guste o no, a leer y redactar, sino cómo sacar partido de esa necesidad nueva de los niños: expresarse, trabajar. Cómo mantener la llama y movilizarla con fines educativos.

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