Desbloqueo de las relaciones España-CEE

Las elecciones españolas, calificadas en toda Europa de acontecimiento histórico, provocan un verdadero desbloqueo de las relaciones entre España y el Mercado Común.Desde 1962 España intentó vincularse institucional mente a las Comunidades Europeas, a través de un acuerdo de asociación. La incompatibilidad de regímenes, entre unas democracias y una dictadura, obligó a Madrid a dar marcha atrás. Los españoles debieron conformarse con simples acuerdos comerciales, a imagen de los que la CEE tienen firmados con más de sesenta países en todo el mundo. Se daban ventajas tarifarias para aquellos pro...

Las elecciones españolas, calificadas en toda Europa de acontecimiento histórico, provocan un verdadero desbloqueo de las relaciones entre España y el Mercado Común.Desde 1962 España intentó vincularse institucional mente a las Comunidades Europeas, a través de un acuerdo de asociación. La incompatibilidad de regímenes, entre unas democracias y una dictadura, obligó a Madrid a dar marcha atrás. Los españoles debieron conformarse con simples acuerdos comerciales, a imagen de los que la CEE tienen firmados con más de sesenta países en todo el mundo. Se daban ventajas tarifarias para aquellos productos que hacían falta a los consumidores de la CEE y se ponían trabas a los que sobraban.

A través de los últimos años, la competencia de los sectores industriales españoles ha superado la imagen de la naranja como único producto made in Spain en los mercados comunitarios.

Sin embargo, la falta de canales abiertos para estimular los intercambios, restringidos siempre por el corsé de un acuerdo comercial, impide ir más lejos.

Con la desaparición del condicionante político, las relaciones toman otro tono.

«España hoy se coloca en las condiciones políticas que le permiten vislumbrar el refuerzo de nuestra comunidad europea», dijo ayer Lorenzo Natali, vicepresidente de la comisión de las Comunidades Europeas y hombre responsable de las negociaciones de ampliación de la CEE a Grecia, Portugal y España.

Lo más probable, no obstante, es que el nuevo Gobierno español no plantee el asunto hasta septiembre u octubre. Aquí se piensa que, en buen gobierno democrático, el futuro primer ministro español consultará a los grandes partidos políticos y a otras formaciones socio-económicas,