Suárez estaba dispuesto a dimitir

«(...) Podemos afirmar sin temor a los desmentidos que la dimisión de Suárez fue estudiada como una seria posibilidad. Según hemos podido saber de fuentes fiables, la reacción de una parte de las Fuerzas Armadas contra la legalización del PCE hizo abandonar definitivamente los planes dimisionarios del presidente, quien todavía hace un mes estaba casi decidido a ello. El plan incluía la dimisión y el nombramiento del teniente general Gutiérrez Mellado, con el fin de que fuera el Ejército quien arbitrara con total imparcialidad las primeras elecciones libres de los últimos cuarenta años.El simbo...

«(...) Podemos afirmar sin temor a los desmentidos que la dimisión de Suárez fue estudiada como una seria posibilidad. Según hemos podido saber de fuentes fiables, la reacción de una parte de las Fuerzas Armadas contra la legalización del PCE hizo abandonar definitivamente los planes dimisionarios del presidente, quien todavía hace un mes estaba casi decidido a ello. El plan incluía la dimisión y el nombramiento del teniente general Gutiérrez Mellado, con el fin de que fuera el Ejército quien arbitrara con total imparcialidad las primeras elecciones libres de los últimos cuarenta años.El simbolismo de la dimisión y el retorno complacía al presidente hasta el punto de que podía compensarle de los inconvenientes de una mudanza temporal y de abandonar el Poder. Era un viaje de ida y vuelta, sin fallo previsible. Sin embargo, es evidente que, tal y como está ahora planteada la situación política, era poco aconsejable abrir una crisis y también demasiado arriesgado tratar de hacer encajes de bolillos con dos instituciones clave: las Fuerzas Armadas y el Consejo del Reino.

A pesar de ello, no hay que desechar del todo la posibilidad de que Suárez se reserve el derecho de protagonizar aún un golpe de efecto: dimitir después. Una dimisión paradójica y también simbólica. Adolfo Suárez podría poner su cargo a disposición del jefe del Estado en las veinticuatro horas siguientes al 15 dejunio, pero ungido ya por una cantidad tan apabullante de votos que convertiría su gesto en un puro alarde de buena educación.»