Tribuna

Petróleo, confeti y nuevas estrategias

Hacía decenios que el ejercicio político mundial no se clausuraba con tantas espectativas, ambigüedades, interrogantes o hipótesis no verificadas. 1976 se abrió con apagados clarines de optimismo. Parecía que el mundo occidental y los países pobres estaban en trance de superar la crisis económica. Al este lo que algunos teóricos denominaban ya «la caída del capitalismo» había servido para deteriorar todavía más la comprometida situación económica de los satélites.Desde América latina. (López Portillo llega al poder en México. cae «lsabelita» en Argentina , se marcha Bordaberry en Urugua...

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Hacía decenios que el ejercicio político mundial no se clausuraba con tantas espectativas, ambigüedades, interrogantes o hipótesis no verificadas. 1976 se abrió con apagados clarines de optimismo. Parecía que el mundo occidental y los países pobres estaban en trance de superar la crisis económica. Al este lo que algunos teóricos denominaban ya «la caída del capitalismo» había servido para deteriorar todavía más la comprometida situación económica de los satélites.Desde América latina. (López Portillo llega al poder en México. cae «lsabelita» en Argentina , se marcha Bordaberry en Uruguay) al imperio chino (muere Mao, llega Hua. se Inicia la batalla por la herencia maoista). desde los Estados Unidos (Carter gana, Ford pierde) a Yugoslavia (Tito prepara su herencia en la neutralidad). desde el Sahara a Israel, desde la OPEP escindida hasta la coexistencia proyectada, todo lleva a creer que el año que termina redujo los trámites pero retardó las grandes decisiones. Todas ellas quedan propuestas para los doce meses que se inician dentro de unas horas.

Cuadro de caza

Si exceptuamos los inevitables terremotos en China, los no menos inevitables golpes de Estado militar en Africa los tiroteos fronterizos en Israel, el hambre en la India, la guerra del Líbano u otras nimiedades, las grandes cuestiones siguen en el alero. Más que un inventario estricto de certezas, convendría dibujar un cuadro de caza de las tensiones futuras.

En primer lugar, Europa. El sueño unitario parece haberse diluido en una vulgar operación agrícola. Los eurócratas bostezan en el manso edificio de Bruselas, el Consejo de Estrasburgo alienta con su retórica preconciliar la OTAN bajo el paraguas yanqui, sobrevive entre estrecheces. Mientras tanto, las tres opciones antagónicas pregonan sus bellezas. La derecha cada vez más radical (Strauss, Chirac, la señora Thatcher) con voluntad de convertirse en verdadero partido de guerra. La socialdemocracia, capitidisminuida en Alemania y derrotada en Suecia, confía en ser la alternativa escogida por el imperio. El «eurocomunismo», prudentemente creciendo hacia algunas aventuras electorales. A todo esto, el dominó mediterráneo (España, Italia o... Yugoslavia) y la espalda malherida del continente todavía no se muestran inmunes a cualquier aventura maximalista. Y además, la crisis agobiante, la inflacción, el paro. Exceptuando una cierta sonrisa de Alemania Federal.

El granjero Carter y su equipo de profesionales se aprestan en este fin de año a establecer con claridad un nuevo programa que variará las estrategias. Parece haberse terminado la luna de miel entre los dos imperios, para pasar a la luna de hiel de las realidades. Carter vuelve con los viejos amigos de la metrópoli, inventa sus preconsulados de ultramar (Brasil, Japón, RFA) reafirma la detente pero prepara los cereales como arma ofensiva, en tanto que la crisis energética en sus últimos avatares se traduce para los USA en un nuevo triunfo. La OPEP no es lo que era,dicen compugidos alguno argelinos, algunos iraníes, algunos locuaces venezolanos.

El anciano Brejnev, multicondecorado en una chusca repetición del culto a la personalidad calcula ahora si los cismas emergidos en Berlin Este (Conferencia de Partidos Comunistas) durantle el verano llevarán al policentrismo. O si habrá que echar mano de nuevo (en Rumania, en Polonia. ¿ por qué no en Yugoslavia,?) de la dialéctica de los tanques. Berlín fue un alto en el camino que terminó en tablas, sin beso final ni erotismo internacionalista.

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Los camaradas chinos parecen reacios a reconciliarse con Moscú porque al fin y al cabo la momia del gran timonel todavía está caliente. Y todavía no se sabe con certeza el nombre de¡ vencedor. para darle definitivamente la razón. La estela de Mao se pierde en el mar de los clanes. La nueva diplomacia americana. con el negro Young en la ONU y el experto Vance en el departamento, prepara nuevos abrazos en Pekín. En Manchuria y en Usuri los guardias fronterizos chino-soviéticos. de vez en cuando se matan entre sí.

El próximo Vietnam, es decir, Africa Austral, vela las armas entre la protección de los soldados cubanos en Angola y la inútil cháchara sobre Rodesia, primero en Ginebra, después en Londres. Vorster entrena a sus tontons macutes en Soweto como primer ensayo para la gran batida.

Todo se prepara incierto y espectante para mañana, es decir, para el año que viene. Alguien diría que esta artificial frontera del calendario coincide con la división entre dos épocas tal vez antagónicas, con la reestructuración de los bloques, el otorgamiento de las herencias políticas y el diseño de nuevas grandes cuestiones. Pero entre la sangre, el petróleo, la esperanza y los confettis, subyace la certeza de que nada es, salvo hecatombe atómica, definitivo ahora.

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