Tribuna:DIARIO DE UN SNOB

La sangre

Correos ha sacado un sello dedicado a los donantes de sangre. El señor Martínez Emperador, presidente de la Diputación ha inaugurado en un pueblo la placa de una calle dedicada igualmente a los generosos donantes. Este es el aspecto altruista, social y positivo de la sangre. Luego está el comercio de la sangre.En Hispanoamérica había un negocio de sangre -dicen que norteamericano, claro- que consistía en comprar la sangre a los pobres, contratándoles, finalmente, el cadáver para cuando se murieran, que parecía que iba a ser pronto, entre otras cosas por las excesivas ventas de sangre. E...

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Correos ha sacado un sello dedicado a los donantes de sangre. El señor Martínez Emperador, presidente de la Diputación ha inaugurado en un pueblo la placa de una calle dedicada igualmente a los generosos donantes. Este es el aspecto altruista, social y positivo de la sangre. Luego está el comercio de la sangre.En Hispanoamérica había un negocio de sangre -dicen que norteamericano, claro- que consistía en comprar la sangre a los pobres, contratándoles, finalmente, el cadáver para cuando se murieran, que parecía que iba a ser pronto, entre otras cosas por las excesivas ventas de sangre. Este alegre y distraído negocio estuvo a punto de extenderse a España, y dicen que había famosos de por medio. Siempre hay famosos de por medio.

Frente al negocio de la sangre, nos resulta casi benéfico el negocio de¡ aceite de Redondela, de los telares sin lanzadera o de los pisos que se caen en cuanto pisa fuerte el cobrador del gas. A pesar de que la gente da sangre con generosidad, en España hay que comprar mucha sangre, y los que venden sangre, claro, son los pobres, los parias, los piernas, los parados, los enfermos, los marginales, los lumpem.

Conocí en una clínica madrileña a una enferma canaria que se escapaba a otra clínica para vender su sanare y pastarse las mil pesetas en un bolso de plexiglás. Yo no sé si hay refinerías de sangre, pero lo cierto es que mucha de la sangre disponible Para transfusiones procede de las zonas menos sanas de la sociedad. De gentes que suelen estar ya, casi, fuera de la sociedad. Cuando se habla del paro, la explotación, la plusvalía y la marginación, no se tiene en cuenta que aquella frase demagógica de chupar la sangre al obrero no era tal demagogia, sino puro y real costumbrismo.

Al obrero se le chupa la sangre en un vampirismo social que se vuelve contra sí mismo, pues la sangre de los pobres les suele sentar mal a los enfermos. Para qué recordar el caso patético del payaso Fofó. Ahora dicen que anda mucha hepatitis en Fa sangre de las transfusiones. Que un niño ha muerto a las pocas horas de hacerle una transfusión. Me llama Hafida, la embajadora de Argelia, para hablar de la vida en general e invitarme a cenar en la Embajada. Argelia lucha heroicamente por redimirse a sí misma del tercermundismo. ¿Y España?.

Yo ya tengo dicho que, si necesito una transfusión, sólo quiero sangre de marquesas, de directores generales, de presidente de Consejo de Administración. Se lo he dicho a mi santa esposa:

-Mira, si algún día tienen que hacerme una transfusión, a mí sólo me ponen sangre de la duquesa de Alba o de Sánchez-Bella.

-¿Y si sólo hay disponible sangre de la Massiela, que parece tan fortachona?

-Bueno, si no hay más remedio, que me metan medio litro de Massiela. Aunque a lo mejor salgo cantando el Lalalá.

El eterno retorno, el círculo vicioso, Mircea Eliade y Nietzsche quedan irónicamente confirmados en este circuito cerrado de la sangre. Hemos marginado zonas enteras de la sociedad: lumpemproletariado, inmigrantes, parados, gitanos, enfermos sin dinero, explotados; y los males y lazaretos a que les tenemos condenados, vuelven a entrar en nosotros cuando les compramos su sangre, cuando les chupamos la sangre.

La sociedad del desarrollismo falso y el consumismo de poliestireno aglomerado, ha evacuado a los cinturones de miseria toda la sociedad del desperdicio, pero un mundo de chabolas, orinales leprosos y niños enfermos vuelve a entrar en nosotros mediante el comercio de la sangre.

-Es la voz de la sangre- dice el parado.

Exactamente. La venganza de la sangre. Morimos ya de las mismas enfermedades a que hemos condenado a nuestros hermanos de sangre. La rebelión de la sangre. La sangre del obrero explotado se la venden al burgués enfermo. Menos mal que a mí, Nadiuska, para una necesidad, me ha prometido su sangre.

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