Rechazo explícito de la gestión de Kissinger

Se buscará una política exterior de orden mundial, y no de poder político, ha manifestado el presidente electo de los Estados Unidos, Jimmy Carter, en una entrevista concedida a la revista neoyorquina Time. Carter definió su expresión como expresiva de establecer la paz y negó que la gestión y el esfuerzo en tal sentido se asemejase, de alguna forma, a la política seguida por el secretario de Estado, Henry Kissinger.Afirmó también el nuevo primer mandatario que entablará «contactos inmediatos» con los dirigentes de la Unión Soviética, China, las potencias europeas más importantes...

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Se buscará una política exterior de orden mundial, y no de poder político, ha manifestado el presidente electo de los Estados Unidos, Jimmy Carter, en una entrevista concedida a la revista neoyorquina Time. Carter definió su expresión como expresiva de establecer la paz y negó que la gestión y el esfuerzo en tal sentido se asemejase, de alguna forma, a la política seguida por el secretario de Estado, Henry Kissinger.Afirmó también el nuevo primer mandatario que entablará «contactos inmediatos» con los dirigentes de la Unión Soviética, China, las potencias europeas más importantes, el Canadá y México.

Opinando sobre la política exterior estadounidense bajo la saliente administración republicana, manifestó: «Creo que ha habido, en la política extranjera de Kissinger, una inclinación a dividir el mundo en dos bloques mayores y casi obligar a las naciones de todo el mundo a adoptar una posición», añadió Carter.

Por su parte, el matutino independiente Le Quotidien de París publica en sus páginas internacionales una entrevista con Zbigniew Brzezinski, al que anuncia como el futuro secretario de Estado norteamericano, ya que considera inminente la caída de Henry Kissinger tras el triunfo electoral demócrata.

Brzezinski adelanta una «revisión» profunda de la política exterior norteamericana, tanto en el equilibrio mundial Este-Oeste, que considera ceñido aún los presupuestos de 1945, como en cuanto al Tercer Mundo y el llamado «eurocomunismo».

Brzezinski relaciona como «cambios sustanciales» en las condiciones internacionales: la multiplicación de estados independientes de cincuenta en 1945, a 150 hoy; la nueva cifra de potencias nucleares y el «cada vez mayor aislamiento» de los Estados Unidos en razón de «una política exterior sin imaginación y basada en el fin de la segunda gran guerra».

«Nos hemos preocupado más de nuestros adversarios que de nuestros amigos -expresa Brzezinski- y no hemos previsto más que a corto plazo.

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Para sustentar estas afirmaciones pone como ejemplos la actuación de norteamérica en Chipre, Sudáfrica (nos hemos basado en premisas injustificables), Angola. Siempre en la perspectiva Este-Oeste, no hemos comprendido la dicotomía «Norte-Sur» y la propia injerencia en Europa (es ridículo aceptar el diálogo con Brejnev y rehusarlo con Berlinger).

Brzezinski adelanta el «acuerdo» de Jimmy Carter con esta perspectiva, que ha de prever «a largo plazo una reestructuración del sistema mundial». «Es un desafío -continúa- muy parecido al que tuvimos que hacer en 1945». El posible sustituto de Henry Kissinger razona sus afirmaciones en torno a ideas muy precisas: «mantener el equilibrio de poderes de la forma como se lleva haciendo desde el final de la guerra europea hipoteca peligrosamente el futuro y aísla a los Estados Unidos cada vez más. En nuestras relaciones con la URSS, por ejemplo, damos la impresión de no preocuparnos de nuestros propios ideales».

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