Cartas al director

El federalismo

He leído el editorial que publicaron el día 1 de septiembre sobre «Autonomías y nacionalidades», así como los comentarios y el nuevo editorial sobre el mismo tema del día 3 del mismo mes.Si quiero aportar mi opinión es por una sola razón: no sólo no soy «periférico», sino que nací en La Mancha y llevo trece años viviendo en Madrid. De esta forma habrá una opinión a favor de las nacionalidades que no provenga de ningún lugar donde se den otras condiciones lingüísticas, geográficas, ni históricas distintas al «castellanismo», ni al centralismo castrante que hemos soportado también los ciudadanos...

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He leído el editorial que publicaron el día 1 de septiembre sobre «Autonomías y nacionalidades», así como los comentarios y el nuevo editorial sobre el mismo tema del día 3 del mismo mes.Si quiero aportar mi opinión es por una sola razón: no sólo no soy «periférico», sino que nací en La Mancha y llevo trece años viviendo en Madrid. De esta forma habrá una opinión a favor de las nacionalidades que no provenga de ningún lugar donde se den otras condiciones lingüísticas, geográficas, ni históricas distintas al «castellanismo», ni al centralismo castrante que hemos soportado también los ciudadanos que nacimos en ese centro geográfico del Estado español.

No entro ni salgo en el problema del Consell y del señor Tarradellas, creo que ese asunto compete solventarlo exclusivamete a los ciudadanos de la nación catalana. Ahora bien, en el tema del federalismo sí quiero entrar. No hay espacio en una carta para aportar todas las razones históricas y políticas que apoyan una solución federal como la más acorde con las condiciones españolas. Pero no creo que eso tenga nada que ver con el cantonalismo (el único Estado federado no es Suiza), y mucho menos con levantar fronteras. A este respecto, no recuerdo quién dijo, que si alguna vez Europa se unía sería a partir de sus pueblos y no de los Estados de derecho que ahora mismo la componen.

Por último creo que hay una razón de pura democracia que el editorialista de EL PAIS parece no consideran Si hay alguien que deba decidir sobre si desean o no ser nación federada (que no separada) al Estado español son los ciudadanos catalanes, gallegos, aragoneses, etcétera. Si eso de pretender arbolar la bandera autodeterminadora e ir con ella a la Presidencia del Gobierno, es fruto del sueño de la razón, el problema está en saber con qué legitimidad, con qué representatividad puede abordar la Presidencia del Gobierno éste y el resto de los temas pendientes desde hace cuarenta años, que sólo puede resolverlos la soberanía popular, como el propio presidente, dijo de alguna manera al dirigirse por televisión a los españoles.

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Acabo. Es lógico que unas comunidades machacadas en algo tan íntimo como es la lengua materna sean especialmente susceptibles a estos temas. Si a mí me hubieran obligado a hablar otra lengua distinta a la propia, muchas veces con palmetazos, también sería susceptible.

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