La Diputación de Vizcaya conmemoró en Guernica los 500 años de la jura de los fueros

La Diputación de Vizcaya celebró a mediodía de ayer pleno extraordinario en la Casa de Juntas de Guernica, para conmemorar los 500 años de la jura de los fueros vizcaínos por parte de Fernando el Católico.Los casi cien alcaldes de la provincia, acompañados muchos de ellos por sus respectivos concejales, acudieron como un solo hombre para escuchar de labios del señor Unzeta-Barrenechea, presidente de la Corporación provincial por vía de dimisión, lo mucho que ha hecho la Diputación en favor del régimen administrativo especial.

A pesar del control que se impuso para el acceso, todavía que...

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La Diputación de Vizcaya celebró a mediodía de ayer pleno extraordinario en la Casa de Juntas de Guernica, para conmemorar los 500 años de la jura de los fueros vizcaínos por parte de Fernando el Católico.Los casi cien alcaldes de la provincia, acompañados muchos de ellos por sus respectivos concejales, acudieron como un solo hombre para escuchar de labios del señor Unzeta-Barrenechea, presidente de la Corporación provincial por vía de dimisión, lo mucho que ha hecho la Diputación en favor del régimen administrativo especial.

A pesar del control que se impuso para el acceso, todavía quedó un resquicio para que se colase una mujer que, al final del acto, pidió en vascuence «amnistía para nuestros hermanos que están dentro», petición que fue subrayada con algunos tímidos aplausos. A indicación del señor Unzeta-Barrenechea, el alcalde de Ondárroa, hombre significado por su proximidad ideológica a los grupos de extrema derecha, cortó el incidente al grito de Gora euskalerria. Todo ello en un acto pretendidamente foral que terminó con una lamentable interpretación del Gernikako Arbola, himno-homenaje al árbol de Guernica.Ya en sus prolegómenos el acto había sido accidentado. Por citar un ejemplo, la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País recibió inicialmente una invitación a participar en la conmemoración y había invitado a sus socios en calidad de esta participación. Luego, los rectores provinciales debieron pensar que su propio brillo podría quedar disminuido ante una institución de trayectoria más limpia en el tema foral y convirtieron el participar en el asistir, con lo que la entidad que dirige Juan Ramón de Urquijo hubo de retirar ayer mismo la invitación al acto.

Son muchos los que creen que la reunión de Guernica ha sido un jalón más de la Diputación de Vizcaya en su carrera por subirse al carro de la reivindicación foral ante el clamor del pueblo, pero los barnices de última hora no convencen ya a casi nadie y son cada vez más los que la acusan de oportunismo en una cuestión tan importante para los vascos como es su autonomía.

No se olvida tan fácilmente la total ignorancia en que la Diputación de Vizcaya ha mantenido hasta hace tan sólo nueve meses cualquier pretensión autonómica o simplemente regionalista. Incluso a lo largo de la negociación para el régimen administrativo especial de Guipúzcoa y Vizcaya, sus posiciones se han caracterizado, durante meses, por el continuo frenazo que ha impuesto al ritmo más descentralizador patrocinado, entre otros, por los señores Olarra y Guzmán. Pero la Diputación de Vizcaya se propuso ayer, en Guernica, aparecer públicamente como abanderada de la descentralización.

El acto dio comienzo con el rezo del Angelus en euskera, al estilo tradicional, y luego de leerlas actas correspondientes a la jura de Fernando el Católico, el señor Unzeta-Barrenechea tomó la palabra para leer un extenso documento de 73 folios en el que la Diputación recoge la marcha de las negociaciones para el régimen administrativo especial.

Algunos de los asistentes temieron que leyese todo el documento, pero se limitó a resumir el tema a través de las cartas cruzadas entre su antecesor, Pedro de Arístegui, y los señores Arias y Fraga. En suma, un homenaje público a quien permitió, con su dimisión, que el actual presidente accediera al cargo.

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Las cartas que se leyeron fueron, curiosamente, aquellas en las que el señor Arístegui manifestaba a las más altas instancias políticas del país que lo que iba a concederse no satisfacía a los vascos. Ni una sola referencia para aquellos miembros de la comisión negociadora que forzaron la aprobación de unas juntas generales con poder decisorio. No es extraño, si se considera que estas juntas generales habrán de ser en su día las que elijan a los diputados y quienes fiscalicen su labor.

En última instancia y aparte de lo que acuerde esta comisión especial, basta ojear el anteproyecto presentado por la Diputación de Vizcaya para comprobar que sus aspiraciones estaban hace tan sólo unos meses muy lejos de las que hoy parece patrocinar, y muchísimo más de lo que pide el pueblo vasco.

Si aparte de todas las reticencias que la oposición vasca ha mantenido frente a esta negociación, sale de ella algo mínimamente aceptable, no será por los esfuerzos de la Diputación vizcaína.

En relación con este tema, se reunió precisamente anteayer en Madrid el pleno de la comisión y aprobó los últimos artículos de la ponencia de Gobernación, a la que hemos hecho referencia en informaciones anteriores. En el transcurso del pleno fue presentado el proyecto de la ponencia de Hacienda, el otro tema estelar de la negociación, y no faltó quien pretendiera aprobarlo allí mismo.

La cordura se impuso finalmente y la ponencia de Hacienda será estudiada con el mismo cuidado que se empleó para la de Gobernación. Lo que se acordó en este pleno fue acelerar los trabajos -empleando si es preciso el mes de agosto-, a fin de que el 15 de septiembre puedan presentarse todas las conclusiones, coincidiendo prácticamente con la «rentrée» política oficial.

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