Gran Bretaña preocupada por la suerte de sus residentes en Uganda

Los quinientos súbditos británicos que viven aún en Uganda son rehenes del presidente Amin. Debe ponerse a su disposición un avión de las Fuerzas Aéreas Inglesas para sacarlos cuanto antes de aquel país, dijo ayer un diputado conservador en Londres.De momento, el Gobierno no considera oportuno realizar ninguna operación de urgencia para rescatar a los que el parlamentario califica de rehenes.

Mientras tanto, las relaciones entre Londres y Kampala se deterioran decisivamente, aunque aún no hay noticias de ruptura diplomática. El Foreign Office se negó a reclamar al representante que le q...

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Los quinientos súbditos británicos que viven aún en Uganda son rehenes del presidente Amin. Debe ponerse a su disposición un avión de las Fuerzas Aéreas Inglesas para sacarlos cuanto antes de aquel país, dijo ayer un diputado conservador en Londres.De momento, el Gobierno no considera oportuno realizar ninguna operación de urgencia para rescatar a los que el parlamentario califica de rehenes.

Mientras tanto, las relaciones entre Londres y Kampala se deterioran decisivamente, aunque aún no hay noticias de ruptura diplomática. El Foreign Office se negó a reclamar al representante que le queda en Uganda, en contra de los deseos de Amin. Se piensa que si ese representante abandonara Kampala, los súbditos ingleses que viven en Uganda quedarían a merced de cualquier venganza.

Tampoco está claro que estos súbditos británicos quieran irse de Uganda. Un portavoz de los doscientos misioneros ingleses que hay en aquel país dijo que ellos no se irán de allí «porque nuestra misión es religiosa y no política y no tenemos nada que temer».

Ayer en Londres el delegado diplomático de Uganda en Gran Bretaña se negó a recibir a un grupo de diputados que le querían entregar una carta de protesta por la desaparición y posible muerte de la señora Bloch, cuyo caso inició toda la presente controversia.

Frente a la misma sede diplomática se produjo una manifestación «contra el Gobierno sanguinario de Uganda». Una señora llevaba una pancarta con esta inscripción: «Es hora de decir amén a Amin».

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