Gente

Armando Fernández,

vecino de Oviedo, no ha querido quedarse atrás en esto de los homenajes, las distinciones y las medallas. Y tiene su poco de razón el hombre: o jugamos todos o se rompe la baraja. Porque ¿a santo de qué van a tener la exclusiva de estas cosas los prebostes de cada localidad más o menos reunidos en cónclave? Así, pues, don Armando, ni corto ni perezoso, le ha encargado una cruz de hierro -la Cruz de la Victoria- a un artista local, la ha hecho bendecir por el arzobispo y le ha escrito una carta al Príncipe Felipe para comunicarle que se la regala y que le conceda audiencia. Contestación de la C...

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vecino de Oviedo, no ha querido quedarse atrás en esto de los homenajes, las distinciones y las medallas. Y tiene su poco de razón el hombre: o jugamos todos o se rompe la baraja. Porque ¿a santo de qué van a tener la exclusiva de estas cosas los prebostes de cada localidad más o menos reunidos en cónclave? Así, pues, don Armando, ni corto ni perezoso, le ha encargado una cruz de hierro -la Cruz de la Victoria- a un artista local, la ha hecho bendecir por el arzobispo y le ha escrito una carta al Príncipe Felipe para comunicarle que se la regala y que le conceda audiencia. Contestación de la Casa Real: el Príncipe no puede conceder audiencias, sin embargo, se acepta la donación. Y don Armando, tan contento.

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