Las estrellas que alumbrarán el cielo de París en los Juegos Olímpicos
Liderada por Simone Biles, la generación de la pandemia toma el poder en la cita olímpica junto al Sena
París abruma con su historia y con sus monumentos, su Sena, sus Campos Elíseos, la torre Eiffel, pero cuando el viernes se encienda el pebetero, el paisaje de tarjeta postal dejará su lugar a los deportistas, los únicos protagonistas de los Juegos Olímpicos. Solo han pasado tres años desde Tokio, ...
París abruma con su historia y con sus monumentos, su Sena, sus Campos Elíseos, la torre Eiffel, pero cuando el viernes se encienda el pebetero, el paisaje de tarjeta postal dejará su lugar a los deportistas, los únicos protagonistas de los Juegos Olímpicos. Solo han pasado tres años desde Tokio, los Juegos del silencio, disputados con estadios, piscinas y gimnasios vacíos por la pandemia. Las estrellas de entonces reclaman su público, los aplausos negados entonces. Son la generación de la pandemia, deportistas nacidos con el siglo XXI, hijos de una época de velocidad y miedo, y crecidos competitivamente la mayoría a partir de un 2020, los meses de entrenamiento en soledad y confinamiento. El movimiento olímpico ha abierto los Juegos a deportes nuevos, pero sigue siendo la trilogía atletismo-natación-gimnasia, más el añadido de un dream team de baloncesto verdadero, quienes llenarán pantallas y conversaciones.
Simone Biles, gimnasia (Estados Unidos, 27 años)
Con un salto Biles II (Yurchenko doble mortal carpado) que ninguna mujer más que ella es capaz de ejecutar en el potro, anunció triunfal su regreso al trono Simon Biles, la reina que abdicó en Tokio 2021, víctima de un ataque de ansiedad generado por el enorme peso de las expectativas que había aceptado ante el mundo, quizás inconsciente de que nadie en el mundo habría sido tampoco capaz de soportarlo. Tres años después, las expectativas se han multiplicado incluso, pero ella, se siente ya madura, capaz de todo, y de añadir más oro a las 23 medallas mundiales y olímpicas, la más condecorada de la historia, que atesora. La NBC ya ha anunciado que el 1 de agosto, día de la gran final individual) será el día Biles en la cadena, y pese al desfase horario (mediodía en la Texas de la gimnasia) espera audiencias históricas. (1 de agosto, 18.15, final individual).
Rebeca Andrade, gimnasia (Brasil, 24 años)
Cuando la cabeza de Simone Biles desconectó de la realidad en el aire de un salto y no sabía dónde estaba el cielo, dónde la tierra, Rebeca Andrade, una muchachita de 21 años, nacida en un favela de Río, Vila Fátima, tomó su relevo y se convirtió en la primera gimnasta brasileña campeona olímpica. No ganó el oro en suelo, pero logró que medio mundo coreara su música, la canción de las favelas. Andrade, ya una estrella en su país y, como Biles en Estados Unidos, portada en Vogue, después se proclamó campeona mundial del concurso completo en 2022. A sus 24 años, ha cambiado de estatus. Se ha ganado a sus compatriotas con su historial de resiliencia. No le asusta intentar conquistar el mundo frente a la tejana en París.
Mondo Duplantis, salto con pértiga (Suecia, 24 años)
Mondo Duplantis solo tiene dos rivales, y ambos son relativos. Son él mismo, y la misma energía humana que le limita es la que le impulsa, y la ley de la gravedad, la misma fuerza que le permite impulsarse doblando una pértiga de carbono para volar más alto que ningún saltador en la historia. Se puede decir que Duplantis nació (lo hizo en Louisiana, de padre estadounidense y madre sueca) con una pértiga bajo el brazo, y la maneja desde niño como Mozart el piano. Desde que tenía 18 años solo ha sido derrotado una vez, a los 19, en la final del Mundial de 2019. Desde entonces ha ganado todos los títulos que ha disputado, Mundiales, Europeos y los Juegos de Tokio 2021. Y desde la primera vez que lo batiera (6,17 metros, el 8 de febrero de 2020, un mes antes de la pandemia) es el dueño único del récord del mundo, un logro que repite dos veces al año, para no perder la costumbre, y que ya vale 6,24 metros. (5 de agosto, 19.00).
Noah Lyles, atletismo (Estados Unidos, 27 años)
Más manga que los japoneses —corre con calcetines de Goku, se tiñe el pelo de plata y el 1 de marzo, el día que murió el creador de Dragon Ball, Akira Toriyama, posteó en X que su obra “había transformado su vida”—, Noah Lyles (9,83s en 100m), seis veces campeón mundial, solo un bronce olímpico, necesitará toda la energía de su héroe para conquistar el trono de la velocidad que dejó vacante Usain Bolt y el corazón de los aficionados frente a sus herederos jamaicanos, que crecen en los talleres que en Kingston, la factoría de la velocidad jamaicana, mantienen los ingenieros Glenn Mills y Stephen Francis. Del gimnasio de Mills, en el que se forjó Bolt, llega Oblique Seville, ligero y pequeño con un ciclo de piernas hipnotizante y una mejor marca de 9,82s. De la estirpe de Powell, el colosal Kishane Thompson: 1,85m, 80 kilos, hombros de estibador y piernas de forzudo de circo vestido de Sansón, que corrió en junio en 9,77s, la novena mejor marca de la historia. (4 de agosto, 21.50).
Sydney McLaughlin, atletismo (EE UU, 24 años)
Es la estrella discreta del atletismo y pese a ello, pese a su cierta alergia a los focos y sus muy contadas actuaciones, Sydney McLaughlin ha conseguido, gracias a su talento, su velocidad y sus marcas conseguir darle mucho valor a una prueba hasta ahora secundaria en el programa femenino, los 400m vallas, prueba en la que ya fue campeona olímpica en Tokio a los 21 años, y de la que es plusmarquista mundial (50,65s). Es tan buena la pupila de Bob Kersee en la Universidad de California en Los Ángeles que si participara también sería la favorita en los 400m lisos, pues, con 48,75s, posee la mejor marca mundial del año. Y sin embargo no está escrito que salga de la pista violeta de París con el oro. La amenaza, cada vez más cercana, la zanquilarga neerlandesa Femke Bol (50,95s), campeona del mundo en Budapest en ausencia de McLaughlin. (8 de agosto, 21.25).
Léon Marchand, natación (Francia, 22 años)
Si Michael Phelps era una anguila, Léon Marchand es un rape. Este organismo prodigiosamente adaptado al medio acuático, más compacto que su predecesor estadounidense, supone un nuevo eslabón en la cadena evolutiva anfibia. La genética hizo su trabajo. Su padre, Xavier Marchand, nadador de estilos del equipo nacional de Francia, ganó algunas medallas en europeos. El resto lo configuró Bob Bowman, el legendario entrenador que descubrió y transformó a Phelps en el mejor nadador de todos los tiempos. Juntos han hecho historia. Marchand fue triple campeón mundial en 200 y 400 estilos y 200 mariposa en Fukuoka, el año pasado. En París no hay un deportista francés que despierte más expectativas. Exaltado por su público, puede convertirse en la gran estrella de los Juegos.
David Popovici, natación (Rumania, 19 años)
Excepcional por su físico ligero y elástico, y excepcional por surgir de Rumania, país sin gran tradición acuática, David Popovici progresó regularmente desde categorías infantiles hasta batir el récord mundial de 100 metros libres en el verano de 2022. Apenas tiene 19 años y llega a París con el cartel de máximo favorito para brillar en la prueba reina. Sus marcas en 100 y 200 metros, esta primavera en la Liga Europea, corroboran que se zambullirá en la piscina de La Défense como un verdadero cuchillo. Listo para nadar a velocidades desconocidas por la humanidad. Solo hay un problema y viene de China. Se llama Zhanle Pan y en el Mundial de Doha, en febrero, hizo su posta de relevos en 46,80 segundos. Es el gran duelo de los Juegos.
Katie Ledecky, natación (Estados Unidos, 27 años)
Matriarca indiscutible de la natación mundial, Katie Ledecky se pondrá el gorro de látex dispuesta a profundizar en París su condición de mito. Diez medallas olímpicas, siete de oro, la preceden. Su caso es único por longevidad y regularidad. Un fenómeno propio de la profesionalización en un deporte que antes no servía para que los nadadores facturasen. A diferencia de Janet Evans, su predecesora, Ledecky se ha hecho rica. Esto ha contribuido a mantenerla entusiasmada. En Francia promete nadar tres pruebas de libre, 400m, 800m y 1.500m, y el relevo de 4x200. Los 400 contra McIntosh y Titmus pueden ser la carrera del año.
Matthieu Van der Poel, ciclismo (Países Bajos, 29 años)
Para ser ciclista Mathieu van der Poel es una persona de gustos exquisitos. Al fenómeno neerlandés no le vale cualquier victoria, no pelea por cosas menores. Su palmarés variado de rey de las clásicas de un día se compone prácticamente solo de grandes joyas, una caja fuerte suntuosa. Un maillot amarillo del Tour por aquí (lo que nunca alcanzó su abuelo, el gran Raymond Poulidor), dos Roubaix por allá, tres Tours de Flandes, una Milán-San Remo, un arcoíris de carretera, varios de ciclocross… Un oro olímpico luciría genial allí. Para hacerlo, deberá convertir la subida al Sacre Coeur en un Poggio o un Carrefour de l’Arbre o un Koppenberg, los lugares sagrados del ciclismo en los que ya dejó su huella. (3 de agosto, de 11 a 17).
El ‘Dream Team’, baloncesto, Estados Unidos
Será seguramente porque todavía perdura el embrujo de aquella inolvidable selección estadounidense de Barcelona 92, el equipo que por primera vez en la historia congregó a los magos de la NBA formando tal elenco de estrellas (Michael Jordan, Magic Johnson, Larry Bird...) que jamás será igualado. El caso es que el baloncesto de Estados Unidos, el Team USA, se pone firme cuando llegan los Juegos Olímpicos de la misma manera que remolonea cuando se trata de competir en un Mundial. El grupo que hoy entrena Steve Kerr no pasó del cuarto puesto en el último Campeonato del Mundo, con Alemania, Serbia y Canadá por delante, y en cambio no deja de morder el oro olímpico desde aquel magnífico desafío que le presentó la selección española en Pekín 2008. En París, a la caza de la quinta cima seguida, Kerr alinea otra plantilla de museo, con LeBron James, Stephen Curry y Kevin Durant a los mandos. Salvo hecatombe, en juego está el segundo puesto.
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