Sin entrenadoras no hay paridad: cómo un programa trabaja para paliar la brecha de género
El Comité Olímpico Internacional financia WISH, un proyecto para empoderar a las mujeres técnicas: en los JJOO de Tokio solo fueron un 13%; el porcentaje apenas ha crecido un 3% en 13 años
Apenas hay mujeres entrenadoras en la élite. En los Juegos de Tokio solo fueron el 13%. En los últimos 13 años (desde Vancouver 2010, donde eran el 10%) el porcentaje apenas ha subido un 3%. Se llegó al 11% en Londres 2012 y Río 2016 y se bajó al 9% en Sochi 2014. Mientras se ha alcanzado prácticamente la paridad en número de deportistas (en Tokio las mujeres que compitieron fueron el 48,7% y en París 2024 se espera que sean el 50%), apenas se siguen viendo entrenadoras. Sin ir más lejos, en la delegación española que acudió a los Juegos de 2021 viajaron 125 entrenadores: sólo 13 fueron mujere...
Apenas hay mujeres entrenadoras en la élite. En los Juegos de Tokio solo fueron el 13%. En los últimos 13 años (desde Vancouver 2010, donde eran el 10%) el porcentaje apenas ha subido un 3%. Se llegó al 11% en Londres 2012 y Río 2016 y se bajó al 9% en Sochi 2014. Mientras se ha alcanzado prácticamente la paridad en número de deportistas (en Tokio las mujeres que compitieron fueron el 48,7% y en París 2024 se espera que sean el 50%), apenas se siguen viendo entrenadoras. Sin ir más lejos, en la delegación española que acudió a los Juegos de 2021 viajaron 125 entrenadores: sólo 13 fueron mujeres. El Comité Olímpico Internacional (IOC, en sus siglas en inglés) es consciente de la situación y, tras organizar un grupo de trabajo en 2018 (llamado Gender Equality Group y dirigido por Marisol Casado) ha financiado un programa de un millón de euros destinado a reducir la brecha, crear red y empoderar a la mujer.
Myriam Fox es expiraguista olímpica (consiguió la primera medalla para Francia en aguas bravas en categoría femenina en Atlanta 96) y es madre y entrenadora de Jessica Fox, doce medallas mundiales y olímpicas para Australia en su haber, también en aguas bravas. Fox madre tiene 61 años y en diciembre recogió el premio del IOC a la trayectoria que reconoce a aquellos técnicos/as que han dedicado su vida a los deportistas. “El mundo necesita más mujeres entrenadoras. Cuantas más mujeres tenemos, más piensan que pueden acceder a estos trabajos y que está bien ser entrenadora”, dijo en la gala. En una conversación con EL PAÍS cuenta por qué es necesario, por qué cree que hay tan pocas mujeres técnicas y relata cuál fue su camino.
Diplomada en ciencias del deporte y educación física, solicitó después de los Juegos de 1996 un puesto de “entrenador nacional” en piragüismo en Francia. “Pero no conseguí el trabajo. En ese momento tenía una hija de dos años y sabía que quería más hijos. Acepté su decisión [de la Federación francesa] asumiendo que no me contrataron porque tenía una niña pequeña. Era bastante raro ver entrenadoras con bebés. Ahora pensaría diferente…”. Se marchó a Australia siguiendo a su esposo que dirigió al equipo olímpico australiano en Sídney 2000. “Allí empecé a ayudar al equipo nacional juvenil como entrenadora voluntaria, ya que mi prioridad era cuidar de mis hijos pequeños. Más tarde me di cuenta de que tener hijos pequeños no debería ser un obstáculo en una carrera deportiva y aunque no fue fácil, logré compaginar mi vida personal y algo de entrenamiento. Me convertí en entrenadora nacional a tiempo parcial y en 2004 a tiempo completo”. Cuenta que su suerte fue que en la Federación vieran su motivación. “Siempre he formado parte de un equipo masculino, pero sentía que tenía mi lugar y que me valoraban como entrenadora. Estaba aceptada, también son los entrenadores masculinos de mente abierta quienes se dieron cuenta de que podía aportar una forma diferente de entrenar que podría ser valiosa”.
No todas tienen esa suerte. No todas siguen empeñándose en seguir. No todas se encuentran con las puertas abiertas. No todas lo intentan. De ahí que el COI haya decidido invertir dinero con su fondo de Solidaridad Olímpica para financiar el WISH [Women in Sport High Performance Pathway Programme] un programa de tutoría dirigido a aquellas entrenadoras que han mostrado potencial y ambición para apoyarlas a asumir ese rol en el deporte de élite. Como afirma Nils Holmegaard, responsable de Solidaridad Olímpica y de los programas Valores Olímpicos, esta es una batalla “a largo plazo” que el COI “se toma muy en serio” y que tiene que empezarse desde la base –donde muchas veces se entrena de forma voluntaria, donde no hay horarios– para que haya referentes femeninos.
Las Federaciones solicitan las plazas para el programa a través de sus comités olímpicos nacionales y son las internacionales las que hacen el proceso de selección (las candidatas tienen que ser técnicas a nivel nacional y cumplir con una serie de requisitos de formación). La directora es Elizabeth Pike, profesora de deporte, salud y ejercicio en la Universidad de Hertfordshire. Cuenta a este periódico una de las razones por las que, cree, hay tan pocas entrenadoras y pocas de las que empiezan siguen o llegan a la élite. “El deporte como industria se basa en un modelo obsoleto que no refleja la sociedad moderna y el progreso social que se ha logrado en otros lugares. Necesitamos reevaluar las prioridades estratégicas, las estructuras y los valores del deporte para que pueda ayudar a impulsar el cambio social y la equidad”.
Desde que se puso en marcha el WISH, han participado, según datos de la organización, 97 entrenadoras de 51 países diferentes y de 17 deportes (entre ellos, ciclismo, piragüismo, triatlón, balonmano, judo, remo, voleibol, rugby, esquí, tenis, tiro con arco…). Lo fundamental, además de empoderar a la mujer, es crear red para que cuando las entrenadoras vuelvan a sus países, puedan servir de ejemplo a las demás. Lo contaba así Pamela Fulton, entrenadora de triatlón de Zimbabue. “Una de claves, aparte de ganar confianza y descubrir el camino para alcanzar mis objetivos fue la inspiración que sentí al trabajar con otras entrenadoras y ver qué habían conseguido (tres fueron a los Juegos). Si ellas pueden, yo también y lo puedo transmitir a las entrenadoras de mi país”.
Myriam Fox considera que eso es fundamental. “Se debe alentar a las atletas a convertirse en entrenadoras y alentarlas a seguir su sueño, si ven que es inalcanzable o imposible, si les faltan modelos a seguir en su deporte, es difícil derribar puertas y demostrar que pueden hacerlo”. En Tokio, mientras Fox celebraba las medallas de su hija en el canal de aguas bravas, en los pabellones se hacía evidente la cruda realidad: no había ninguna mujer dirigiendo equipos masculinos de baloncesto, balonmano, fútbol, voleibol, hockey hierba o rugby. En los equipos femeninos de baloncesto, por ejemplo, siete de los 12 equipos principales eran entrenados por hombres. En los de balonmano, 11 de 12. En los equipos de fútbol apenas había cuatro mujeres (de 12) dirigiendo; en hockey hierba: 4 de 24; en voleibol: 2 mujeres de 10; en rugby, ninguna. La única disciplina con mayoría clara era la natación artística (de las 13 entrenadoras españolas, tres de las que viajaron a Tokio fueron de este deporte, precisamente).
Carolina Mora, costarricense de 42 años, acaba de volver de Londres donde ha estado participando en el curso -empezó hace un mes y terminará en verano de 2024- tras ser elegida por la Federación Internacional de Triatlón. Así cuenta a este periódico su experiencia. Fue triatleta y ciclista de alto nivel, más tarde entrenadora del equipo nacional junior de triatlón (una de sus deportistas compitió en tres mundiales de esa categoría). Lo dejó hace cinco años cuando fue madre -ahora trabaja en la Federación nacional en los procesos de desarrollo y educación de entrenadores de triatlón- porque la conciliación era misión imposible. “Tuve que elegir, porque el calendario de las competiciones internacionales era muy exigente”. Preguntada por si nunca se plantó llevarse a su niña a las competiciones, contesta: “sí, pero no estaba especialmente bien visto. En la selección nuestra no había mecánico, por ejemplo, yo tenía que hacer de todo, cargar y descargar las bicicletas, conducir el coche…” Lamenta que, todavía en 2023, haya que tener que elegir entre maternidad o crecimiento profesional. “En Latinoamérica la mujer es vista todavía como el sostén del hogar y, por lo tanto, tiene que estar presente en el hogar”. Después de un curso financiado por World Triatlon en Corea, regresó a Costa Rica con la posibilidad de hacer un training camp en Argentina. “Un directivo de esa Federación dijo que era mejor que fuera un hombre, porque había que gestionar y controlar a muchos chicos... Lamentablemente, sigue habiendo barreras machistas”, relata.
¿En qué le está ayudando el WISH? Contesta recordando una charla que tuvo en Londres con su mentora y que sirve como reflexión sobre la necesidad de este proyecto. “¿Ya estás más que empoderada, no?, me preguntó viendo mi trayectoria. No necesariamente, le contesté, aunque lleve 20 años en este deport”. Mora cuenta que las tutorías son fundamentales para aprender a valorarse. “A no tener miedo a concursar por un puesto, a decirte: puedo hacerlo bien, estoy capacitada para ello”. Le impactó que en el WISH se trabajara sin herramientas tecnológicas. “Nos enseñan a empoderarte como mujer y como entrenadora, a saber cómo ganar sitio, como lograr eso que queremos. Aprendes haciendo y se hizo muchísimo hincapié en el crecimiento personal, en el desarrollo como persona: tener un estilo propio, dar prioridad al bienestar”. Y añade: “La deficiencia que teníamos la mayoría es que trabajábamos para empoderar a los otros. Aquí nos han enseñado a impulsar el rendimiento de tu propia empresa: ya sea una mancuerna de entrenamiento o tu equipo de trabajo, a identificar gente clave, a saber influir e inspirar, a ser un líder. Normalmente, no estamos trabajando en nosotras, siempre se hace en pro de la atleta”.
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