Carolina Marín: “Los deportistas siempre hemos estado cerca de la sociedad”

La onubense, campeona olímpica de bádminton en los Juegos de Río y que se ha recuperado de la rotura del ligamento cruzado, trabaja con una psicóloga y lleva casi un mes sin coger la raqueta

Carolina Marín pedalea sobre una bicicleta estática en su domicilio de Huelva. / IMAGEN CEDIDA

No hay mancuernas, pero está la caja de pintura y también paquetes de garbanzos o arroz, que bien valen para levantar algo de peso y desentumecer los brazos. “También tengo una bicicleta estática y las gomas, y Fernando [Rivas, su entrenador] tenía un par de máquinas en casa, de la última concentración que hicimos, y me las ha enviado a Huelva”, cuenta desde allí Carolina Marín, última campeona olímpica de bádminton y uno de los rostros destacados del deporte español, que estos días de encierro pedalea a ritmo de flamenco, cantur...

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No hay mancuernas, pero está la caja de pintura y también paquetes de garbanzos o arroz, que bien valen para levantar algo de peso y desentumecer los brazos. “También tengo una bicicleta estática y las gomas, y Fernando [Rivas, su entrenador] tenía un par de máquinas en casa, de la última concentración que hicimos, y me las ha enviado a Huelva”, cuenta desde allí Carolina Marín, última campeona olímpica de bádminton y uno de los rostros destacados del deporte español, que estos días de encierro pedalea a ritmo de flamenco, canturreando Mi orgullo es ser marismeño, y transmite su felicidad por la decisión del Comité Olímpico Internacional (COI) de postergar los Juegos de Tokio hasta el verano de 2021.

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“Son prácticamente las mismas fechas, pero un año después, así que genial”, dice. “Ha sido la decisión más acertada, porque los deportistas estábamos viviéndolo con mucha tensión. En estas circunstancias, muchos no podemos entrenarnos y eso al final te provoca angustia. Yo, por ejemplo, llevo casi un mes sin tocar un volante y sin coger la raqueta, únicamente trabajando la condición física… La gran mayoría no íbamos a llegar al cien por cien, y a unos Juegos hay que llegar al doscientos”, prolonga la andaluza desde el domicilio de su madre, en el que pasa estos días de confinamiento después de un retorno un tanto forzoso, porque el estallido de la pandemia le pilló a ella compitiendo en Londres.

“Todo es muy surrealista. Mi madre me recogió en Sevilla y cuando íbamos en el coche hacia casa las carreteras estaban vacías y las calles desiertas… Parece que estemos viviendo una película en la que, además, nosotros somos los protagonistas”, prosigue, sabiendo ya que dispondrá de un año extra para desembarcar en la cita olímpica y defender el título de Río. Marzo y abril eran, a priori, meses de plena actividad y compromisos, después de un buen arranque de curso en el que había alcanzado al menos las semifinales en los cinco torneos que ha disputado. “Si no hubiera ocurrido esto, yo me encontraba en un buen estado de forma”, recalca. “Hace mes y medio tuve un problema personal grave, así que eso me desvió un poco la atención, pero yo me sentía bien”, continúa cuando se le plantea cómo le afecta el giro.

“Nosotros nos marcamos unos objetivos anuales, pero lógicamente los Mundiales y los Juegos están subrayados en rojo. Ahora, una vez que veamos cómo avanza esto, decidiremos cómo trabajamos. Todo está en el aire, y me temo que va para largo. Esto no es un bichito pequeño al que se le mata y ya está, no. Está claro que tendré que replantearme el calendario y la toma de decisiones”, explica la onubense, para la que la grave lesión que sufrió algo más de un año ya es historia. Entonces, el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha se partió durante una final en Yakarta.“Una vez que volví y jugué el primer torneo, en septiembre, ya lo había olvidado por completo. Estoy totalmente recuperada”, asegura con énfasis.

Marín pinta una silla durante el confinamiento.

Al poco de regresar, Marín, de 26 años, venció en China e Italia, y puso el turbo en dirección a Tokio. La previsión era reinsertarse de forma más progresiva, pero aquella derrota en la reaparición de Vietnam tan solo fue un espejismo y enseguida cogió velocidad de crucero.

“La lesión me ha influido, pero para bien. Ha sido un paréntesis, porque no te lo esperas y te cambia la vida por completo durante un tiempo, pero tenía que adaptarme e innovar, y al final sacas fuerzas. Los médicos me decían que tardaría un año, y a los siete meses ya estaba trabajando otra vez; a los cinco días de operarme ya estaba con la raqueta en la mano y la pierna en alto, entrenándome, así que no he tenido descanso. Eso es un logro, y no lo hace cualquiera”, valora mientras comenta que, pese al frenazo por el dichoso virus, mentalmente sigue enchufada.

Charla a distancia con la psicóloga que habitualmente trabaja con ella en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid, María Martínez, y no ve el momento para volver a la pista. “He descansado unos días después al volver del All England, pero no puedo permitirme desconectar. Cuando coja la raqueta voy a hacerlo con muchas más ganas”, continúa.

Carolina posa con un bizcocho de zanahoria, nueces y coco elaborado por ella.

“Ahora más que nunca, los deportistas tenemos que cuidarnos porque en este periodo no vamos a quemar tanto, así que hay que vigilar todo más”, se previene en plena cuarentena, en la que pese al encierro le faltan horas para hacer todo lo que desea. Dice no aburrirse en absoluto —“¡ojalá pudiera, pero siempre estoy haciendo algo!”— y, aunque se defina como “una chica superindependiente” y matice que no enlazaba dos semanas seguidas en Huelva desde los 14 años, lleva bien la convivencia con su madre Toñi, pese a que “como en toda casa haya algún roce, pero sin importancia”.

Acaba de terminar la última temporada de Vikingos y ahora le hinca el diente a los nuevos episodios de La Casa de Papel, mientras lee Grit: el poder de la pasión y la perseverancia, un libro de Angela Duckworth sobre el crecimiento personal. “Porque me gusta alternar; si no, me canso”, precisa.

También ha colaborado en la iniciativa solidaria que han impulsado Rafael Nadal y Pau Gasol junto a la Cruz Roja. “Los deportistas de élite, y pienso que puedo hablar por todos, siempre hemos estado muy agradecidos. Es una gran oportunidad para devolverle al pueblo español todo el cariño y el apoyo que nos ha aportado siempre, y el deporte ahora es algo absolutamente secundario. Ante todo somos personas y tenemos que estar unidos en esto”.

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