Del Potro ya no está solo

Ayer a mediodía, en la pista 1 de las instalaciones de entrenamiento del complejo Billie Jean King, los chasquidos que emitía la raqueta de Nadal se podían escuchar de una punta a otra. Incidía el número uno con el drive, siempre con un objetivo claro: el revés de Carlos Moyà, al otro lado de la red. Es la vía principal, entienden el balear y su cuerpo técnico, por la que hacerle daño a Juan Martín del Potro. La derecha del argentino es un martillo pilón, pero en su reverso y la artillería qu...

Ayer a mediodía, en la pista 1 de las instalaciones de entrenamiento del complejo Billie Jean King, los chasquidos que emitía la raqueta de Nadal se podían escuchar de una punta a otra. Incidía el número uno con el drive, siempre con un objetivo claro: el revés de Carlos Moyà, al otro lado de la red. Es la vía principal, entienden el balear y su cuerpo técnico, por la que hacerle daño a Juan Martín del Potro. La derecha del argentino es un martillo pilón, pero en su reverso y la artillería que ponga Nadal sobre él puede estar una de las claves en el pulso de hoy en las semifinales (a continuación del Carreño-Anderson a las 22.00, en Eurosport).

“Juan Martín es un jugador top”, incide Nadal. “Cuando él está bien es difícil pararlo. Probablemente su derecha sea la más veloz del circuito. Si saca bien y le pega con la derecha es un jugador que le puede ganar a cualquiera, así que tendré que jugar mi mejor tenis. Debo estar muy concentrado en mi servicio y ser agresivo, porque si le dejas pegar desde buenas posiciones con la derecha, estás muerto. Juega superagresivo, le pega muy duro a la bola. Necesitaré jugarle en largo, a su revés, y abrir la pista”.

Después de un bienio tortuoso que le obligó a pasar cuatro veces por el quirófano —tres para reparar la muñeca izquierda y una la derecha—, el gigante de Tandil (1,98m) vive días felices en Nueva York, donde conquistó su único grande, en 2009. Y lo hace con la compañía de Sebastián Prieto, lo cual supone una novedad, porque desde su regreso (febrero de 2016) no había contado con la asistencia de ningún entrenador. Teóricamente iba a contratar a una figura de primera fila de cara a Roland Garros, y luego Wimbledon, pero de momento no ha dado con un super-coach y sí con un exdoblista que por ahora está ayudándole a reencontrarse con su mejor versión.

“Es un gran tipo, tenemos una buena relación. Tiene un perfil bajo, como a mí me gusta”, decía a la agencia DPA antes de su puesta de largo en Flushing Meadows; "No sabemos qué ocurrirá en el futuro, pero para mí es importante tener una compañía en un torneo así, tan exigente, alguien que esté en la cancha conmigo, que me pueda ayudar, que me pueda corregir cosas", explicaba el jugador, que desde su regreso solo contó con la asistencia puntual del capitán argentino de la Copa Davis, Daniel Orsanic, y de Santiago Quirno, capitán del equipo del Tenis Club Argentino, el club de Palermo donde se entrena.

Alergia y fiebre, el hándicap

La prueba le está funcionando a las mil maravillas a Del Potro, que después de dos años de ausencia y de uno en solitario por fin tiene una referencia en el box. Se trata de “una prueba”, pero el resultado está siendo de lo más satisfactorio. Se observa otra vez al gran Del Potro, capaz de derribar a los más fuertes y ser protagonista en un gran escenario.

“Para pararle hay que estar muy inspirado, pero Rafa tiene las armas para poder hacerlo”, explicaba ayer Carlos Moyà, al término de la sesión de Nadal; “no tiene nada que ver con lo de los Juegos de Río [perdió Nadal], porque los dos llegan en una situación muy distinta. Delpo no comenzó el año muy bien, pero ahora está haciéndolo genial”.

“Federer no pudo pararle... Sacó muy bien y le pegó muy duro con la derecha, así que será difícil pararle”, agregaba Toni Nadal. Mientras, la noche anterior, después de tumbar al genio de Basilea, el 28 del mundo decía: “Me gusta jugar contra Rafa cuando estoy en buenas condiciones y no es el caso”. Se refería al proceso febril que ha sufrido esta semana y que estuvo a punto de forzarle al abandono frente a Thiem, en los octavos. No renunció la torre y ahora, asesorado desde la caseta, vuelve a disfrutar en Nueva York.