FÚTBOL INTERNACIONAL

“Nos sacaron dos revólveres”

Los argentinos del Tigre denuncian agresiones en el vestuario y no acaban la final Sudamericana ante el São Paulo

Galmarini, a la izquierda, con Jadson, del Sao PauloAndre Penner (AP)

El Tigre es un municipio de las afueras de Buenos Aires de apenas 30.000 habitantes. Su equipo se había metido por primera vez en un trofeo continental y tenía el sueño de ganar la Copa Sudamericana a doble partido contra el São Paulo, brasileño, con dos Intercontinentales y un Mundial de Clubes. En el primer partido, disputado la semana pasada en La Bombonera, empataron a cero, aunque el São Paulo fue muy superior. Y en el partido de ayer, los brasileños llegaron al descanso ganando por dos a cero. Ahí es cuando termina la crónica deportiva y comienza la de sucesos.

Los jugadores del T...

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El Tigre es un municipio de las afueras de Buenos Aires de apenas 30.000 habitantes. Su equipo se había metido por primera vez en un trofeo continental y tenía el sueño de ganar la Copa Sudamericana a doble partido contra el São Paulo, brasileño, con dos Intercontinentales y un Mundial de Clubes. En el primer partido, disputado la semana pasada en La Bombonera, empataron a cero, aunque el São Paulo fue muy superior. Y en el partido de ayer, los brasileños llegaron al descanso ganando por dos a cero. Ahí es cuando termina la crónica deportiva y comienza la de sucesos.

Los jugadores del Tigre denunciaron agresiones por parte de los servicios de seguridad del São Paulo y se negaron a salir al campo en el segundo tiempo. El vestuario del visitante quedó manchado de sangre. “Nos hicieron una emboscada en el vestuario y nos pegaron por todos lados”, declaró el entrenador del Tigre, Néstor Pipo Gorosito. “A Damián Albil le pusieron un revólver en el pecho. Fue una locura. Nos pegaron con palos y hay varios jugadores ensangrentados, como Gastón Díaz, Rubén Botta, Damián Albil y Matías Escobar”, aunque “ninguno de gravedad”. Y remató: “Nos sacaron dos revólveres. Encima son cagones, porque mano a mano no se atreven. No se juega más”.

La versión de un directivo del São Paulo, José Francisco Mansur, sin embargo, era opuesta. “Ellos rompieron el vestuario de los visitantes, agarraron pedazos de palos y muebles e intentaron invadir el vestuario de nuestros jugadores. Los custodios trataron de impedirlo”. El entrenador del São Paulo, Ney Franco, dijo que todo lo armaron los jugadores del Tigre. “No tienen límites ni educación. Fuimos merecedores de la Copa”. Y el presidente del club brasileño, Juvenal Juvencio, afirmó que si los jugadores del Tigre no salieron solo fue por miedo a una goleada. “Ellos ya estaban con la lengua afuera. (…) Y en el segundo tiempo, iban a sufrir una goleada. Y resolvieron irse. Festejamos doblemente: la fuga de los argentinos es nuestra mayor victoria”, indicó.

El árbitro chileno Enrique Ossés alegó que no vio nada. “Escuchamos ruidos y vimos algunas lesiones en los jugadores, pero no sabemos quién se las provocó”. Y el vicepresidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, Eugenio Figueredo, tampoco vio nada: “Tratamos de convencer a Tigre, pero no quisieron seguir. No vimos qué pasó. No se puede hablar de sanciones ni nada hasta tener los informes”.

Mientras en São Paulo la final quedaba marcada por la violencia, en Buenos Aires también se vivieron momentos críticos asociados al fútbol. Era el día de los hinchas del Boca Juniors y unos 50.000 seguidores salieron a celebrar su día en la céntrica avenida 9 de Julio. Pero la fiesta degeneró en el destrozo de varios comercios, agresiones a la policía, más de 30 detenidos... Al día siguiente, Enrique Capdevila, jefe de la Policía Federal, presentó su dimisión y se aceptó. Los directivos del Boca emitieron un comunicado donde precisaban que no tuvieron nada que ver con la organización de la fiesta.

Los jugadores del Sao Paulo y de Tigre se enfrentan en el campoFelipe Dana (AP)

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