Cine, libertad de expresión y redes sociales: los Goya cuestionan el “linchamiento” de Karla Sofía Gascón
La polémica por la cancelación en Hollywood de la actriz, ausente en la gala del cine español y nominada al Oscar, centra la conversación en una alfombra roja y una gala donde también se habló del auge de la extrema derecha y de la diversidad de las películas candidatas
Karla Sofía Gascón jamás ha estado en la alfombra roja de los Goya. Tampoco nunca se la esperó. Hasta hace unos meses, pocos conocían a una actriz que, en el cine español, apenas ha rodado un puñado de filmes. Hoy sábado la intérprete tampoco ha acudido a la gala en Granada. Sin embargo, su ausencia esta vez fue más comentada que la de Penélope Cruz o Pedro Almodóvar. Por ser la segunda española de la historia nominada al Oscar a la mejor protagonista, por Emilia Pérez; por la reaparición de sus antiguos mensajes ofensivos en redes sociales; y por la polémica surgida. Ante tanto ruido, ella eligió hace días el silencio, como anunció en un comunicado. Pero en la alfombra roja se escucharon distintas opiniones sobre un caso complejo que mezcla talento, racismo, discriminación, dinero, luces y sombras del estrellato y de internet. Se renovó, de paso, un debate eterno: ¿hay que separar artista y persona? Al que se sumó otro: ¿afecta la transfobia a este escándalo? Al recoger el Goya al mejor filme europeo para Emilia Pérez, sus codistribuidores españoles, Enrique Costa y Miguel Morales, mencionaron a Gascón. Y afirmaron: “Ante el odio y el escarnio más cine y más cultura”.
Aunque también se habló de mucho más, por supuesto: de los filmes candidatos; de cómo han sabido conectar más que otros años con el público, con récords incluidos: el largo más taquillero de la historia dirigido por una mujer (La infiltrada, de Arantxa Echevarría) o en catalán (El 47, de Marcel Barrena); de unos Goya más descentralizados, donde ninguna de las aspirantes a mejor filme tiene que ver con Madrid, que los propios premios abandonaron en 2018, y por primera vez optan al galardón más deseado dos largos en catalán (también Casa en llamas, de Dani de la Orden); y también de política. Por la presencia, entre otros, del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, y vicepresidenta Yolanda Díaz, a los que el presidente de la Academia, Fernando Méndez-Leite, reclamó avances en la Ley del Cine y el Estatuto del Artista. Y porque varias obras nominadas defienden la lucha obrera, el feminismo, la libertad sexual y de identidad, los marginados o la eutanasia. “Somos hijos de una multitud de supermadres. Hoy pueden levantar el dedo legítimamente y mandarnos a la mierda [en referencia a una secuencia del filme]. Digámosles que les queremos, que gracias siempre por estar ahí. Y, mientras, construyamos un mundo que no necesite de supermadres”, dijo Eduard Sola, con el premio de guion original por Casa en llamas. “Derecho a la vivienda digna para todos”, pidió Carolina Yuste, Goya a la mejor actriz protagonista por La infiltrada.
En la gala, más tarde, hubo alertas sobre el cambio climático y reivindicaciones a favor de la vivienda social o la educación universal. “Todos fuimos extranjeros en algún momento”, gritó Clara Segura, con el Goya a mejor actriz de reparto, por El 47. Richard Gere, Goya Internacional, llamó “matón” al presidente de EE UU, Donald Trump. Y Eduard Fernández, elegido mejor actor protagonista, se acordó del reciente saludo con el brazo tendido del hombre más rico del mundo, Elon Musk. En definitiva, el espectro ideológico opuesto a la cumbre de líderes europeos de extrema derecha convocada este sábado en Madrid por Vox. Agustín Almodóvar, en nombre de su hermano Pedro, al recoger el reconocimiento al mejor guion adaptado para La habitación de al lado, leyó un aviso sobre que la profecía que anuncia John Turturro en el filme se va cumpliendo: “Neoliberalismo y ultraderecha codo con codo”. “Si hiciéramos la película de este fin de semana, sería de terror”, bromeó Sola.
La variedad de respuestas sobre Karla Sofía Gascón demostró lo delicado que resulta el asunto. “Cuesta mucho hablar de esto porque son tantas cosas...”, resumió Yuste. Y afirmó: “Creo que es importantísimo reconocer, reparar, entender que has de modificar ciertas cosas, y a la vez creo que hay muchas otras personas que no están siendo castigadas de esta manera”. Casi todos se tomaron cierto tiempo para aportar matices. Aitana Sánchez-Gijón, distinguida este año con el Goya de Honor, declaró: “Su trabajo sigue siendo tan bueno como lo era antes. Ha recibido una oleada desmedida y destructora. Ella también tuvo opiniones que excluyen y generan violencia. Pero no le deseo este mal a nadie. Ahora ha pedido disculpas de una manera más rotunda. Hay que dejarla en paz, ya ha sufrido bastante, como los colectivos que se han sentido agredidos por sus palabras”. Otros muchos prefirieron no opinar. El presidente, Pedro Sánchez, expresó: “Quiero poner en valor los valores que abraza la mayoría social de nuestro país y uno es la tolerancia, el respeto”. Los Javis, coproductores minoritarios de la futura adaptación de la novela Las malas, que cuenta con Gascón, no concretaron el futuro de la actriz en el proyecto: “No depende de nosotros”.
Entre otras publicaciones compartidas en los últimos años en X, Gascón calificó de “drogata estafador” a George Floyd, el hombre negro asesinado por la policía de EE UU en 2020; escribió: “Cuántas veces más la historia tendrá que expulsar a los moros de España”; o “Hitler creía que su pueblo era divino porque pertenecía a una raza superior. Todos acabaron con él, ahora la esvástica siquiera puede reproducirse. La iglesia, el islam, etc, etc. han causado millones de muertes más a lo largo de la humanidad y ahí siguen. Da que pensar”. Gascón pidió perdón en distintas ocasiones, a la vez que dejó claro que no cometió “ningún delito” y que ve “algo muy oscuro detrás” del desprestigio que está sufriendo. “Me han dejado muy sola”, agregó. Finalmente, eligió el silencio para que su película, Emilia Pérez, hable “por sí misma”.
El cineasta J. A. Bayona, ganador el año pasado con La sociedad de la nieve, quiso acordarse precisamente de los méritos de Emilia Pérez: “Me provoca mucha tristeza porque hay una gran película ahí detrás. Gascón se ha equivocado. Pero la tolerancia también va acompañada de la compasión. Alrededor de ella hay un linchamiento”. “Repudio sus tuits, por supuesto. No por pertenecer a una minoría tienes que ser una señora impoluta. A la vez, siempre que haya un fallo de alguien de una minoría, obviamente va a haber voces que se van a encarnizar. La cancelación me parece un lugar poco interesante porque rompe todo tipo de diálogos que nos puedan interpelar internamente”, afirmó el intérprete argentino Nahuel Pérez Biscayart, que calificó de “facha” a Gascón. “Todo lo que atañe a la polis es política. Ella ha hecho un trabajo como actriz, dentro de una película [...] que lanza una obra a la polis. Y luego ella como ciudadana ha participado del debate de la polis. Cada uno se tiene que hacer responsable”, apuntó Paula Ortiz, responsable de La virgen roja, con nueve candidaturas.
“Soy partidario de que el cine es cine, y hay que votar por eso”, dijo Fernández. Una opinión idéntica a la de Ana Torrent o Icíar Bollaín, directora de Soy Nevenka, que llevaba una pegatina con la bandera de Palestina, y se metió en otro debate muy político: “Hemos visto el bombardeo de preguntas en un tono terrorífico del juez a Elisa Mouliaá [en el juicio por la presunta violencia sexual que sufrió por parte del exdiputado Íñigo Errejón]. Veinte años después otra vez hay una mujer en esa misma situación. Es descorazonador que las cosas no cambien”, en referencia a lo que sufrió Nevenka Fernández, cuyo calvario recuerda su filme. Bollaín, a la vez, subrayó que algo sí se mueve: “También hemos visto a una señora preguntar a Jenni Hermoso [en el juicio por el beso no consentido que le dio Luis Rubiales] en otro tono. No es tan difícil”.
La alfombra roja también comentó cambios positivos en el cine. En 2016, casi nadie había visto las cinco nominadas al Goya principal: juntaron el 1% de todas las entradas. O el 6% de las que vendió el cine español. Desde entonces, sin embargo, Goya y público se han reabrazado. Y todavía más este año: La infiltrada, todo un fenómeno popular, Casa en llamas y El 47 sumaron 2.259.000 espectadores. Con las otras dos finalistas a mejor película, Segundo premio, de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, y La estrella azul, de Javier Macipe, el total sube a 2,4 millones. Lo que supone el 18,4% de los asistentes al cine español en 2024, a lo que hay que sumar los visionados en plataformas, cada vez más relevantes. “Me parece interesantísimo poder mezclar autoría con público. No sé por qué tiene que ser una cosa u otra”, señaló Echevarría. La habitación de al lado, La virgen roja, Dragonkeeper, Marco, Soy Nevenka y Buffalo Kids también se colocaron en el top 20 del cine nacional. Es decir, cuentan con nominaciones la mitad de las 20 películas más taquilleras de 2024. “Han tenido un éxito enorme. Ahí donde voy me felicitan por nuestro cine”, celebró Urtasun.
“Cada vez más hay cineastas que están trayendo a las pantallas a personas que no se suelen ver”, valoró Sandra Romero, nominada a mejor dirección novel con Por donde pasa el silencio. Aun así, el vaso medio vacío muestra que las cinco nominadas a mejor filme suponen solo el 3,3% de las entradas totales. Es decir, los Goya ya conectan mucho con el público que ve cine español, pero poco con el resto. De hecho, cada habitante, de media, va al cine 1,6 veces. Pero 0,3 a ver películas españolas. “Hay 150 películas españolas al año [288 estrenos, en concreto, en 2023]. Que estén con visibilidad son 15. Si entras ahí las posibilidades de que te nominen son más. Hay trabajos buenísimos que nadie ve”, agregó el actor Antonio de la Torre, que alcanza el récord de 15 nominaciones personales, esta vez con Los destellos.
Para reencontrarse con la ciudadanía, los Goya también han salido a buscarla. Literalmente, porque desde la celebración de 2019 en Sevilla, la gala ha viajado por Málaga, Valencia, Valladolid hasta llegar ahora Granada. Y en sus películas: las cinco principales nominadas de este año narran historias de Cataluña, País Vasco, Aragón o Andalucía. Desde 2020, además, siempre hay al menos una nominada al premio más importante que incluye una de las lenguas cooficiales. Este año, en concreto, tres: Casa en llamas, La infiltrada y El 47. Emma Vilarasau, candidata a mejor actriz protagonista por Casa en llamas, sostuvo: “Es bonito. La diversidad nos enriquece siempre, nos abre la mente y nos hace más cultos”. En el fondo, valía como respuesta a todos los debates de la noche.