Ir al contenido

‘Blue Moon’: Linklater muestra las tripas podridas de un encantador creador de canciones

El director propone una interesante película de cámara, con apenas un puñado de protagonistas, ambientada exclusivamente en un bar y centrada en un personaje extraordinario y real

Margaret Qualley y Ethan Hawke, en 'Blue Moon'.

Bajo la fachada de la fiesta, del color, del ritmo, de la efervescencia y del hedonismo del viejo Broadway —y por extensión, de los inicios del Hollywood dorado— se escondían también las mayores crueldades, vulnerabilidades, inseguridades y rencores. Solo había que poner el foco entre bambalinas o, como ha hecho ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Bajo la fachada de la fiesta, del color, del ritmo, de la efervescencia y del hedonismo del viejo Broadway —y por extensión, de los inicios del Hollywood dorado— se escondían también las mayores crueldades, vulnerabilidades, inseguridades y rencores. Solo había que poner el foco entre bambalinas o, como ha hecho Richard Linklater en Blue Moon, en la fiesta posterior a uno de aquellos espectaculares estrenos teatrales.

El polvo bajo la alfombra; el alma bajo la máscara; el rictus tras la sonrisa. Hasta esos lugares tan remotos del ser humano y de la sociedad de la diversión llega Linklater en una interesante película de cámara, con apenas un puñado de protagonistas, ambientada exclusivamente en el mítico bar de copas neoyorquino Sardi’s, y protagonizada por un personaje extraordinario, y real: el letrista de musicales Lorenz Hart, creador junto a Richard Rodgers de la mítica canción que da título a la película. El tipo que mejor sabía vislumbrar, ver y capturar la belleza, y el que menos la poseía en su propia persona. Ni por fuera, ni por dentro.

Hart era un personaje muy reconocible entonces, e incluso ahora. El alma de la fiesta, el tipo gracioso, locuaz, divertido, elocuente, gran contador de anécdotas y aún mejor reinventor de historias que nunca ocurrieron de tal modo. Ese al que todos atienden y ríen las gracias mientras los puñales en la espalda no cayeran sobre sí mismos. El hombre que, según quién le escuchara o según avanzara la noche y el alcohol empezara a hacer mella en su sentido del humor y de la palabrería, se podía convertir en el mejor de los divertimentos o en el horroroso y cansino acaparador de conversaciones cada vez más despiadadas. Una especie de antecedente directo de Truman Capote, otro brillante escritor cargado de fragilidades interiores.

Desde luego, hay una historia tentadora en ese tipo de ser humano, sobre todo alrededor de un mundo de colorista fantasía como el de los musicales clásicos. Y Linklater y su guionista, Robert Kaplow, lo han sabido ver y mostrar, inspirándose en unas cartas de una joven mujer al letrista Hart, que Kaplow encontró en una subasta. El resultado es una película de aire teatral (quizá demasiado teatral), claramente dividida en tres actos, más destacada en sus diálogos e interpretaciones que en su dirección. A Linklater siempre se le dieron mejor los exteriores que los interiores, el movimiento que la pausa, la naturalidad de la calle que la rigidez del estudio. Y a su puesta en escena la falta un punto de elegancia y de clasicismo para engrandecer su sugestivo material. Además, el excelente director de Boyhood y la trilogía Antes de… toma una decisión que, en determinados momentos, sobre todo al inicio, puede despistar respecto de la esencia de la historia. En un papel de composición muy alejado de sus características físicas e interpretativas, Ethan Hawke está conmovedor como Hart. Pero, junto al maquillaje, la argucia digital de empequeñecer a un actor de casi 1,80 metros hasta un personaje de apenas 1,50, a través de trucos digitales, distrae no poco en varios instantes.

Frente a la cada vez más cargante y resentida actitud del rol de Hart, con el encanto de Margaret Qualley poniendo belleza exterior e interior al personaje de la chica, la llegada a la fiesta del compositor Rodgers rebaja por fin la bilis y pone un hermoso contrapunto (y a esas alturas necesario). En las conversaciones acerca del proceso artístico y sus estilos de vida, y en la opuesta actitud de ambos después de su separación profesional tras 25 años y más de 1.000 canciones, reposan algunos de los grandes momentos de Blue Moon. Cuando, a través de la palabra y aún más de la mirada, Hawke muestra las debilidades de su criatura y el maravilloso Andrew Scott despliega un paciente y compasivo cariño. Y cuando se impone un segundo y apasionante contraste, esta vez como subtexto: el de los musicales festivos, falsos, tontos, simples y admirables como Pal Joey y Ámame esta noche, y sus risueñas canciones, perfectos para una época de tristezas sociales, compuestos por gente verdadera con un mundo interior de enorme complejidad.

Blue Moon

Dirección: Richard Linklater.

Intérpretes: Ethan Hawke, Margaret Qualley, Andrew Scott, Bobby Cannavale.

Género: drama. EE UU, 2025.

Duración: 100 minutos.

Estreno: 28 de noviembre.

Sobre la firma

Más información

Archivado En