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‘Alpha’: la directora de ‘Titane’ se pierde en su metáfora sobre la heroína y el sida

El tercer largometraje de Julia Ducournau bucea en los estragos físicos y familiares de la epidemia a través de una adolescente y de su tío adicto

Mélissa Boros, en 'Alpha'.

El cuerpo y la carne son el laboratorio del cine de la francesa Julia Ducournau. En su ópera prima, Crudo, se trataba de una niña caníb...

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El cuerpo y la carne son el laboratorio del cine de la francesa Julia Ducournau. En su ópera prima, Crudo, se trataba de una niña caníbal criada por vegetarianos que descubre su apetito de vísceras humanas con su despertar sexual. En su segundo largometraje, el ganador de la Palma de Oro Titane, la carne y el metal se fundían, en una comunión arrebatada, bajo el cuerpo mutante de una asesina en serie. Y en la tercera, que se estrena ahora bajo la losa de aquel éxito, Ducournau reimagina la epidemia del sida también a través de otro personaje femenino y de cuerpos en mutación, fantasmas de piedra y polvo alrededor de un desolado recuerdo.

Aunque suene bien, no le acaba de funcionar la metáfora a Ducournau, que se pierde en un drama adolescente y familiar con sobredosis de heroína de fondo. Alpha es el nombre de la protagonista, una inadaptada de 13 años que vive sola con su madre médica hasta que de forma un tanto misteriosa se instala con ellas su tío, el hermano heroinómano de su madre. El estigma de la aguja persigue a la adolescente, que se mueve por la vida como una especie de sombra de la enfermedad de su tío.

Como Romería, la película de Carla Simón, Alpha se enfrenta desde la fantasía a la generación que cayó sin red en la adicción a la heroína, pero en su viaje al pasado Ducournau hace lo opuesto a Simón y en su apuesta por la poética del body horror se regodea en la memoria más morbosa. La película, por ejemplo, se abre con el plano microscópico de una herida del tamaño de un cráter en el pliegue del brazo de un hombre mientras una aguja busca su camino y, ya lejos del escabroso detalle, se ve a una niña trazar una línea entre los picotazos del mismo brazo como si estuviera jugando a unir los puntos.

Aunque el exceso forme parte de su mirada, la inclinación de Ducournau por la truculencia visual no encuentra esta vez su sentido, y la película se desintegra como los cuerpos de su relato. Ducournau escarba en el dolor de los adultos a través de la inocencia de Alpha, pero el triángulo tío-madre-sobrina es desequilibrado y si se sostiene es en gran medida por el formidable trabajo actoral de Tahar Rahim y su transformación en un yonqui ochentero.

Rahim logra estar y no estar a la vez; su desamparo enternece, pero sin ocultar su lado diabólico. Es el pobre espectro de un hombre que un día fue guapo y con encanto, y que ya solo tiene a su hermana y a su sobrina. Frente a eso, Alpha se pierde por el camino con los conflictos de instituto de la protagonista o con buena parte del drama familiar de fondo. En su estéril nuevo intento a Ducournau le falta algo más importante que la carne.

Alpha

Dirección: Julia Ducournau.

Intérpretes: Mélissa Boros, Tahar Rahim, Golshifteh Farahani

Género: drama. Francia, 2025.

Duración: 128 minutos.

Estreno: 21 de noviembre.

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