Jennifer Lawrence recibe el premio Donostia: “Lo que ocurre en Palestina es un genocidio y me mortifica”
La actriz estadounidense, ganadora del Oscar con ‘El lado bueno de las cosas’ y protagonista de ‘Los juegos del hambre’, ha recogido de manos de Bayona el galardón honorífico del festival de San Sebastián
Si para el festival de San Sebastián la actriz estadounidense Jennifer Lawrence “es una de las actrices más influyentes de nuestro tiempo” y, por tanto, merecedora de su premio Donostia, para el público donostiarra es también una grande, y se ha volcado en aplaudirla a su llegada a la ciudad: pocos galardonados han levantado tanta expectación. Y pocos, muy pocos, han empezado a la hora exacta su rueda de prensa, cumpliendo el horario hasta el segundo. Hasta en eso Lawrence ha sido grande este viernes, aunque a cambio solo ha comparecido 20 minutos. Eso sí, tras un rifirrafe con la moderadora del acto y la prensa, en la última pregunta la actriz habló de Palestina y no dejó resquicio a la duda: “Lo que ocurre en Palestina es un genocidio y me mortifica”.
Lawrence (Kentucky, 35 años) ha recogido el galardón esta tarde de manos de Juan Antonio Bayona. Se declaró en el escenario “muy agradecida” porque el premio se lo da “un festival que ama el arte”. Recordó el proceso de producción de Dye My Love, alabó a su directora, Lynne Ramsay, y recordó algunos de los cineastas que como Pedro Almodóvar, Meryl Streep o Lauren Bacall lo habían recogido antes que ella: “Es un honor estar en un listado con gente que me ha formado como artista”.
Tres horas antes, Lawrence había aparecido ante la prensa de negro metálico para charlar sobre el galardón y su nueva película Die My Love, que se proyecta en el festival, “un trabajo que es un punto de inflexión” en su carrera y en el que la actriz participa también como productora. Lawrence ha trabajado en películas como El lado bueno de las cosas, por la que consiguió un premio Oscar en 2021 a sus 22 años; La gran estafa americana, Don’t Look Up, Joy y la trilogía de Los juegos del hambre.
Y ahora es la ganadora más joven de la historia de los Donostia. Sobre ese récord, explicó: “El premio es un honor. ¿Mi consejo a jóvenes actrices? Ver mucho cine, aprender, ir a pruebas, seguir intentándolo... Volvería a lo de ver cine, porque es muy importante”.
En 2018 amplió su labor cinematográfica al cofundar, junto a Justine Ciarrocchi, Excellent Cadaver, una productora centrada en “contar historias arriesgadas y que invitan a la reflexión”, como Causeway, Sin malos rollos y los documentales Zurawski contra Texas y Bread & Roses. El último proyecto de su productora es Die My Love, que protagoniza ella misma, dirigida por Lynne Ramsay. “Es cierto, producir cine es levantar cultura”, contó ante los ataques en su país a la libertad de expresión. “Y nuestra libertad de expresión está en entredicho, sufriendo un ataque. De ahí la importancia de festivales así, porque así podemos ver historias de unos y de otros, y creo que así conectamos y aprendemos unos de los otros. Estamos interconectados, y por ello debemos defender la empatía y la libertad para todos”.
En Dye My Love, que se estrenó en el pasado certamen de Cannes, da vida a una mujer atrapada en el amor y la locura: Grace, una escritora y joven madre, que se va sumiendo poco a poco en la locura, dejando a su compañero Jackson cada vez más preocupado e impotente. “Con Lynne construimos desde la conversación, no desde la técnica. Era muy importante concretar en qué momento mental estaba la protagonista. Por eso nos acercamos desde lo emocional. Soy madre de dos hijos, y la vida me cambió, sufrí una crisis de identidad. Es que tu día a día es otro, te conviertes en otra cosa. Mi primer posparto fue estupendo, y eso me llevó a poder leer de otra manera el libro de Ariana Harwicz en el que se basa el proyecto. El segundo posparto fue mucho más difícil, y vista ahora la película, de manera retrospectiva, siento que lo clavó. Yo también atravesé un bosque [se refiere a una secuencia del filme] como el de mi papel”.
Lawrence aceptó producir porque recibió la llamada de Martin Scorsese, “un director que casi nadie conoce”, bromeó. Según la actriz, él había leído el libro, en su club de lectura. “Me llamó y me dijo que tenía que interpretarlo. Junto a Justine Ciarrocchi, pensamos muy rápidamente en Lynne. Me hizo muy feliz que aceptara el encargo”.
Sobre la relación sexual con el marido que encarna con Robert Pattinson, ahondó sobre la represión sexual que puede reflejar este drama: “Bueno, es una experiencia general la de querer seguir siendo sexy para tu marido, y disfrutar del chute de dopamina que aporta el sexo. Aun después de haber sido madre, porque la situación cambia... Pero, de verdad, creo que la represión sexual es general, y no por no haber tenido un niño no vas a entender Dye My Love. Cualquier espectador puede formar parte de esta película y de lo narrado”.
¿Qué cambios le gustaría ver en Hollywood? “Creo que ya sabemos que las mujeres merecemos mayor peso en la creación de esta industria. Cuando se nos brinda la oportunidad, el mundo se beneficia. Hay más variedad artística”.
Desde el festival se impidió preguntar por dos veces sobre la distribuidora mundial del filme, Mubi, porque uno de sus accionistas, la empresa estadounidense Sequoia, ha invertido también en una compañía israelí de tecnología armamentística. Y en un certamen que ha enviado un mensaje claro a favor de Palestina, la pregunta era pertinente. Vuelta la cuestión hacia otro lado, un periodista italiano, tras asegurar que toda pregunta es pertinente, ya que se hablaba de libertad de expresión, le replanteó el tema hacia el miedo al futuro por sus hijos, y los niños muertos en conflictos por todo el mundo. En ese momento, Lawrence respiró y enlazó un discurso humanista: “Estoy aterrorizada. Lo que ocurre en Palestina es un genocidio y me mortifica. Es inaceptable lo que está pasando. Y lo que me pone triste es que el discurso de los políticos estadounidenses normaliza la situación. Es absolutamente irrespetuoso. Es que los chavales que vayan ahora a los 18 años van a normalizar que los políticos mientan, que no tengan empatía ni integridad. Y cuando algo pasa en una parte del mundo, recordemos que tarda poco en llegar a tu parte. Ojalá que pudiera decir o hacer algo para arreglar esta horrible y compleja situación. Hay un temor a responder una y otra vez estas preguntas, porque mis palabras se usarán para añadir más retórica y más leña a nuestra clase dirigente. La gente tiene que responsabilizarse cuando llega el momento de votar, no dejar que los actores y los artistas, que estamos defendiendo la libertad de expresión, tengamos que aguantar la presión, cuando otros individuos son los responsables”.