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‘In-I In Motion’, la película que Juliette Binoche ha dirigido porque Robert Redford le animó

La actriz francesa debuta detrás de las cámaras con un exhaustivo repaso a los ensayos del espectáculo de danza que realizó en 2009

En otoño de 2008, Juliette Binoche (París, 61 años) echó pie a tierra y decidió que, en un giro radical, bailaría. Pero no de cualquier manera, sino que lo haría de la mano del prestigioso bailarín y coreógrafo británico Akram Khan. Y ni siquiera con una pieza previa, sino que juntos investigarían, crearían y armarían durante casi seis meses de ensayos una obra que sumara lo mejor de ambos mundos, y sacaría partido de sus aparentes debilidades y de sus contradicciones: Binoche acabó bailando y Khan actuando, y en la obra In-I se fusionarían los miedos de un hombre que habría sufrido racismo y discriminación por su color de piel y su religión musulmana y de una mujer acosada en un mundo, el de cine, aún tirano de los cuerpos y de las jerarquías. Al año siguiente la representaron en 100 funciones —con escenografía de Anish Kapoor y música de Philip Sheppard— por todo el mundo, sin mayor ambición ulterior, hasta que Robert Redford apareció en el camino de Binoche.

La videollamada con París, en la que aparece una sonriente Binoche, tiene lugar a media mañana del pasado martes 16. Por eso, toda la anécdota que la francesa cuenta sobre por qué dirigió, culpando entre bromas a Redford, alcanza otro vuelo cuando tres horas más tarde se anuncie justo la muerte de la estrella. La entrevista surge porque aquel viaje ha sido reflejado en In-I In Motion, película que este sábado se estrena mundialmente en el festival de San Sebastián en el que es el debut de Binoche como directora. El largo muestra primero el tormentoso, exigente e incisivo periodo de ensayos, y después el resultado íntegro.

Redford vio la obra en Nueva York. “Nosotros habíamos filmado los ensayos como material de trabajo. A la salida de aquella representación, Redford me insistió, casi me ordenó que tenía que filmar el espectáculo. Yo ya venía barruntando la posibilidad, ¿y quién le dice que no a Redford? Pero no sabía cómo, estaba en ese momento afrontando la maternidad... Con todo, nos quedaba un mes de gira y al regreso a París le pedí a mi hermana que rodara las últimas siete funciones. Y guardé esas cintas en un cajón. Durante 15 años. Hasta que hace dos años un productor noruego me preguntó si tenía algún proyecto, y recordé aquellas grabaciones. En realidad, durante lustros durmieron allí tanto por la falta de dinero como de tiempo”, desarrolla la actriz.

Binoche, asegura, no ha censurado los malos momentos. “Llegué incluso a abandonar los ensayos”, asegura. Abierta en canal, en pantalla se desvelan los trucos de magia que esconden la interpretación (ella enseña a Khan a medir su discurso) y la danza (él fuerza el cuerpo de la francesa, a la vez que asegura que le gusta que los movimientos no sean perfectos). “Así pudimos mostrar... nuestra inmensidad a través de nuestras limitaciones y de las percepciones. Al menos yo sentí que nos elevábamos. Entiendo que haya artistas que se pasen a investigar en otras disciplinas porque disfrutas el proceso de arrancar de cero”.

¿Qué recuerda esta Binoche de aquella Binoche? “Uf, me veo ahora y recuerdo cosas olvidadas. Estoy orgullosa del proyecto”, adelanta. “Pero cada noche pensaba que iba a morir, bien porque no lograra respirar, bien porque me iba a romper. Por eso en la película luché por mejorar el sonido, porque el espectador escuchara mis ahogos. Fue muy demandante físicamente, y que no se me olvide, también en lo emocional. Nunca había vivido algo así y nunca más lo he vuelto a vivir. Como actor tiendes a retener tus emociones, a bucear en tu interior, y aquí hay que sacarlo en los pasos de baile. Son recursos más sensoriales, si se puede decir así. Siempre me ha gustado el riesgo creativo, y aquí obligué a mi cuerpo a cambiar para poder expresar lo que sentía”.

Si In-I se articulaba desde la vida de los dos protagonistas, In-I In Motion les refleja hablando de esas experiencias de manera muy cruda, antes de que las ficcionen o al menos las vehiculen a través de los movimientos en el escenario: “Es cierto. Él fue atacado en una mezquita. Lo recuerda con dolor. Y yo me enamoré de un chico a mis 14 años al que apenas conocía y deseé vivir con él. Y fui atracada y estrangulada. Desde el principio decidimos usar esas experiencias como motor narrativo. Fuimos a por todas en lo emocional”. Y por eso el viaje fue tan brutal. “Cuando acabamos, Akram y yo descansamos uno del otro [risas]. Nos hemos mantenido en contacto, aunque con este estreno creo que construyo un puente para que volvamos a intimar”.

¿Repetirá Binoche como directora? “Es complicado porque necesitas tiempo”, suspira. Pero, ¿tiene ideas? “Pues bastantes, hay muchas historias que quiero contar. Debería parar y escribirlas, porque han estado en mi mente tanto tiempo... Ahora hasta tengo mi propia productora. Aunque el problema es que habría que buscar la financiación, y eso requiere mucho dinero y esfuerzo. Es un trabajo de fe. Pones tu corazón en la mesa, y solo queda esperar que alguien lo abrace, si se me permite esa metáfora”.

La francesa llega a un país y a un festival volcado en apoyo al pueblo palestino. ¿Cuál debe de ser la posición del artista ante hechos como esos? “Conozco el comunicado del certamen firmado por José Luis Rebordinos y lo suscribo. Nuestra posición es siempre complicada. Me parece importante expresar la complejidad de los sentimientos. Y desde luego, cuando veo la brutalidad que muestran las imágenes, siento dolor. Debemos apoyar al pueblo palestino, como no podemos olvidar a los más de mil asesinados por Hamás y a los rehenes que aún siguen en sus manos”.

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