Juan Diego Botto y Penélope Cruz llevan a la alfombra roja de Venecia a los desahuciados y los excluidos

El actor presenta en la sección paralela Horizontes su ópera prima tras la cámara, ‘En los márgenes’, más aplaudida por su causa que por su realización

Juan Diego Botto, este martes en la alfombra roja del festival de Venecia.GUGLIELMO MANGIAPANE (REUTERS)

Se suele imaginar que la vida de un actor famoso está bastante resuelta. El público fantasea con sus ingresos sólidos, papeles estupendos, invitaciones a las mejores fiestas, amistades envidiadas. Solo Juan Diego Botto y su entorno íntimo conocen la realidad privada del intérprete. Sí resultan indudables, sin embargo, su celebridad y un talento ratificado ...

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Se suele imaginar que la vida de un actor famoso está bastante resuelta. El público fantasea con sus ingresos sólidos, papeles estupendos, invitaciones a las mejores fiestas, amistades envidiadas. Solo Juan Diego Botto y su entorno íntimo conocen la realidad privada del intérprete. Sí resultan indudables, sin embargo, su celebridad y un talento ratificado por el reciente Premio Nacional de Teatro. Cuando decidió debutar tras la cámara, pues, su prestigio le daba pie a contar lo que quisiera. ¿Acción? ¿Un relato personal? Alguien, tarde o temprano, lo hubiera financiado. Y más si el cineasta es capaz de fichar a divos del calibre de Penélope Cruz y Luis Tosar. Pero, por encima de todo, la estrella ha querido aprovechar su luz para iluminar a los que siempre andan en la sombra. En los márgenes, en concreto, como el título de su ópera prima, que estrenó ayer lunes en el festival de Venecia, en la sección Horizontes, y llegará el 7 de octubre a las salas. En la Mostra recibió una acogida discreta. Y los aplausos se centraron más en la causa, el espíritu del filme, que en su realización.

El largo junta tres historias de las miles que discurren en la España que nadie ve. Por eso mismo, Botto coloca ahí su foco. Ya no es la lucha por llegar a fin de mes, sino la de mantenerse a flote cada mañana. Y afrontar el vértigo de encrucijadas siempre decisivas. Una reponedora de supermercado trata de conservar el trabajo, evitar su desahucio y mantener unida a su familia; un abogado busca salvar su relación de pareja y, al mismo tiempo, la frágil custodia que una madre tiene sobre su hija; y un hombre se hunde bajo el peso de sus errores, que le han costado todo y le han dejado solo con sus demonios. Tareas titánicas a los ojos del espectador. He aquí, sin embargo, el día a día de muchos. En la periferia de la ciudad. Y del sistema.

El cineasta lo conoce de cerca. Porque pisar alfombras rojas no está reñido con años de compromiso político en defensa de los más castigados. Y porque visitó numerosas asambleas de afectados por la hipoteca, bajo la guía de la periodista Olga Rodríguez, su pareja y coguionista de En los márgenes, única película española en el festival de Venecia. Está claro que Botto sabe de lo que habla. Y así lo refleja una de las mayores virtudes del filme: la humanidad. La cámara muestra gentes desesperadas, casi quebradas, al borde del colapso. Pero siempre dignas. Mucho más que los bancos o los Gobiernos que les traicionaron.

Juan Diego Botto (izquierda), Penélope Cruz y Luis Tosar, hoy en el festival de Venecia. Domenico Stinellis (AP)

Una causa importante, sin duda. Tanto, sin embargo, que el director se esfuerza en contagiarla a toda costa al espectador. Cine y activismo se rozan, se mezclan, se confunden. Algunas secuencias emocionan, indignan, remueven conciencias. Pero demasiadas carecen de sutileza, como si la misión principal fuera asegurarse de que el público entienda el mensaje solidario. Y actúe. Uno de los personajes, un joven que pasa de la indiferencia a la implicación, parece marcar el camino a seguir en las butacas.

Hace 10 años desde que Cruz le pidió a su amigo que ideara algo para interpretar los dos sobre celos. Botto lo intentó, pero salió otra cosa. “Cuando escribo, solo pienso en lo que me interesa y lo que me conmueve, nada más. Y a posteriori me doy cuenta de que siempre me salen historias desde abajo, de gente sin cargos, ni corbatas ni poder”, contaba hace pocas semanas a El País Semanal. A ella le gustó igualmente. O más. Tanto que no solo actúa en la película, sino que también la produce. Y ambos protagonizan una de las mejores secuencias del largo, esa que se debían desde hacía una década. Al final, no hay celos en esa furibunda pelea. Solo una pareja de trabajadores que el sistema ha empujado al límite. Sucede cada día en miles de hogares, ante la indiferencia del resto. Ahora, dos estrellas han decidido mostrar esos márgenes en la gran pantalla. Quizás, así, al fin alguien los vea.

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