Columna

La madurez de David Letterman

El regreso del presentador a Netflix junto a Barack Obama muestra una cara inédita del humorista

Hay un instante en el regreso de David Letterman a televisión donde el humorista descubre un rostro que no acostumbra a mostrar. Detrás de una barba blanca, casi de Papá Noel, el mito de la pequeña pantalla comienza a emocionarse frente al expresidente Barack Obama. No hay señal de su álter ego incisivo y gamberro: "Uno de los problemas con los que lidio a esta edad es el de darme cuenta de que he tenido mucha suerte. Cuando en 1965, John Lewis y sus amigos cruzaban el puente de Selma, yo y mis amigo...

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Hay un instante en el regreso de David Letterman a televisión donde el humorista descubre un rostro que no acostumbra a mostrar. Detrás de una barba blanca, casi de Papá Noel, el mito de la pequeña pantalla comienza a emocionarse frente al expresidente Barack Obama. No hay señal de su álter ego incisivo y gamberro: "Uno de los problemas con los que lidio a esta edad es el de darme cuenta de que he tenido mucha suerte. Cuando en 1965, John Lewis y sus amigos cruzaban el puente de Selma, yo y mis amigos hacíamos un viaje a Bahamas para pasar el fin de semana borrachos. ¿Por qué no estaba en Alabama? ¿Por qué no me enteré? Mi vida era fácil. No he tenido más que suerte".

Netflix ha ayudado al mito de la televisión a abrazar su madurez. En No necesitan presentación, su regreso a la entrevista con charlas mensuales de una hora, Letterman no necesita banda, monólogos y ni siquiera chistes, solo dos sillas, un público y vídeos grabados en exteriores que dan contexto a la historia que quiere contar. Este Letterman tranquilo no quiere confrontación, solo maravillarse por personajes a quienes adora como George Clooney, Malala o Tina Fey. Para lo bueno, y para lo malo.

Así, la primera entrevista televisiva al expresidente se convierte en una interesante charla donde, sin embargo, no acabaron de desmigar temas que, por otro lado, ya conocíamos previamente: su juventud, la relación con sus hijas, cómo se adapta a su vida... Obviando voluntariamente la palabra Trump. La charla tiene aciertos, toca temas sensibles, globales y emocionales, pero da la sensación de que un evento así podría haber dado para mucho.

Durante 30 años de late-night donde mejor funcionó Letterman siempre fue con entrevistados que no le caían del todo bien, a los que quería molestar e incomodar. Entonces era cuando su programa explotaba y el público disfrutaba. Esto es otra fase vital. Ahora que su audiencia es global —emite en más de 190 países—, quiere narrar historias inspiradoras de personajes a quienes admirar. Puede no ser lo que buscábamos, aunque quizás sea lo que necesitábamos en 2018.

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