Columna

Swing

Si hubiera tenido que decidirse en un tribunal superior español aquel empate plagado de papeletas corruptas que inclinó el poder hacia G.W. Bush en contra de Al Gore, aun estarían esperando los norteamericanos con un gobierno interino. La pausa entre la aprobación parlamentaria del matrimonio gay y su ratificación constitucional ha dado tiempo a los máximos dirigentes conservadores para experimentar nuevas sexualidades quizá, pero sobre todo aposentar un discurso pragmático que le impondrán a la Conferencia Episcopal por el camino más directo: no metas ruido que ahora mandamos nosotros.
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Si hubiera tenido que decidirse en un tribunal superior español aquel empate plagado de papeletas corruptas que inclinó el poder hacia G.W. Bush en contra de Al Gore, aun estarían esperando los norteamericanos con un gobierno interino. La pausa entre la aprobación parlamentaria del matrimonio gay y su ratificación constitucional ha dado tiempo a los máximos dirigentes conservadores para experimentar nuevas sexualidades quizá, pero sobre todo aposentar un discurso pragmático que le impondrán a la Conferencia Episcopal por el camino más directo: no metas ruido que ahora mandamos nosotros.

Si Obama llegó al poder como la gran esperanza a todo color, envuelto en decepciones revalida el mandato en una atmósfera contenida, resumida más bien en un tono de alivio general. Los depredadores que aguardaban tras la candidatura de Romney y Ryan no lograron convencer a los votantes para liquidar la extensión de la sanidad pública, los derechos sociales y el sistema de protección de los más desfavorecidos. Votar en referéndum algunas leyes federales evita encharcar los tribunales de lo que ha de ser mera pugna democrática.

Entre todas las cosas hermosas que dijo Obama en su primer discurso cabe un reproche. Ni las palabras de americanismo lírico, ni el amor por la galanura icónica de su mujer, ni la broma sobre el perrito de sus hijas desmerecieron en quien es uno de los grandes oradores de este momento, tan rácano en talentos de dialéctica política. Pero su afirmación de que lo mejor esta por venir nos deja helados.

En el mundo del espectáculo nadie canta algo que antes cantó Frank Sinatra. Porque no se puede cantar mejor. The Best is Yet To Come la grabó nada menos que con Count Basie y Quincy Jones, ambos gigantes entre la gente del espectáculo que tanto ayudó a lograr la igualdad racial en aquel país. Ahora lo quiere cantar Obama, pero no llega el eco a los depredadores europeos, los que serruchan las conquistas sociales y laborales con informes, discursos y estadísticas que aterrorizan al personal. Nos tienen paralizados de cuerpo entero porque lo único que repiten y repiten y saben repetir es que Lo peor aún está por llegar. Déjennos al menos menear los pies, no nos quiten también el swing.

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