‘Moncloa. Cuatro estaciones’: crónica de un documental maldito que entra en la sala de máquinas del Gobierno

EL PAÍS estrena este domingo la docuserie sobre las tripas de la sede española del poder Ejecutivo que nadie quiso emitir

Fotograma de la serie documental 'Moncloa: cuatro estaciones', de la sala del consejo de ministros. Foto: SECUOYA Y THE POOL

Entre la primavera de 2022 y la de 2023, cada vez que cinco tipos pertrechados con cámaras, luces y equipos de sonido llegaban a la garita de seguridad del Palacio de La Moncloa, alguien del despliegue de seguridad avisaba al resto de agentes dispersados por el complejo: “¡Ya están aquí los de Netflix!”. Víctor Martín, director de producción de la compañía The Pool, era uno de aquellos tipos. Recuerda que intentaba explicar cómo estaban realizando una producción independiente ajena a las plataformas y operadores audiovisuales. Pero para el personal de seguridad resultaba más sencillo identificarlos internamente como Los de Netflix durante las más de medio centenar de jornadas en las que rodaron el funcionamiento de la sala de máquinas del Gobierno. Ni Netflix ni nadie quiso emitir lo que grabaron. Una historia dirigida por Curro Sánchez Varela, basada en hechos reales de cuatro capítulos, que se convirtió en una suerte de documental maldito guardado en un cajón. Hasta ahora. EL PAÍS estrena este domingo su primer episodio para todos sus suscriptores Premium, que podrán ver sus tres capítulos restantes desde mañana y hasta el próximo miércoles.

El metraje de Moncloa. Cuatro estaciones desarrolla un año en la vida de la sede española del poder Ejecutivo, entre finales de febrero de 2022 y marzo de 2023. El coste del proyecto ascendió a 800.000 euros. Y su edición se llevó a cabo en la sede madrileña de la productora The Pool, liderada por Antonio Varela Entrecanales, consejero de Prisa (grupo editor de EL PAÍS). Contó con los medios para la producción de Secuoya Studios, filial de contenidos que preside el ex-embajador de Estados Unidos en España James Costos y forma parte de Secuoya Content Group.

La Moncloa, que había recibido otras ofertas para realizar un proyecto así pero se decantó por esta a finales de 2021, supervisó el primer capítulo y dio luz verde a la continuación del rodaje. Entre las dos productoras y la Secretaría de Estado de Comunicación se firmó un convenio de colaboración, publicado en el BOE y por el que todas las partes se comprometían a que “la decisión final” sobre el contenido “corresponderá en exclusiva a los productores”. Entre las cláusulas del convenio se añadió que “no implica aportaciones económicas entre las partes firmantes”. Y el documento también explica cómo la Secretaría de Estado de Comunicación estimaba que “este documental constituye un instrumento idóneo para trasladar a la sociedad las funciones y el quehacer diario de la Presidencia del Gobierno, incluyéndose de manera primordial […] la realidad del trabajo de la figura del Presidente del Gobierno y su cometido diario”.

Andrés Varela Entrecanales, socio fundador de The Pool e impulsor del proyecto, explica así el devenir de la docuserie: “Dos productores independientes nos unimos para buscar a un director sin significación ideológica que rodase un documental sobre el retrato de un año en la vida en La Moncloa, el centro del poder político en España. La intención era romper la barrera de la política y mostrar lo que pasa ahí dentro, en esa pequeña ciudad que es La Moncloa. Se trata de algo que se ha hecho en otros lugares como Estados Unidos y Francia, pero en este país preso por la polarización nadie ha querido emitirlo”.

Ese realizador “sin significación ideológica” es Curro Sánchez Varela, madrileño de 40 años y ganador de un premio Goya por el documental que rodó sobre la figura de su padre, el guitarrista Paco de Lucía, fallecido en 2014. “Creo que se buscó a un director que no levantase más alarmas de las que ya se han levantado en todo este proceso”, afirma. Se trata de la primera incursión de Sánchez Varela en el documental político. Y durante una entrevista con este periódico, ha contado su visión sobre el proyecto, “meramente descriptivo sobre cómo funciona La Moncloa” y en el que según él “no hay campaña encubierta ninguna”. También, asume que “en este país nunca va a haber una coyuntura idónea para poder sacar un material de estas características”.

EL PAÍS estrena este material al final de otra semana horribilis para el Gobierno, con la presión sostenida por la oposición en la calle y en los tribunales. Con un fiscal general del Estado encausado en el Supremo por primera vez en democracia; con la petición de Anticorrupción para imputar por el ‘caso Koldo’ a quien fue secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos; y con el rechazo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid a la querella por prevaricación interpuesta por el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, contra el juez Juan Carlos Peinado, que instruye una polémica causa sobre su esposa, Begoña Gómez, imputada por tráfico de influencias y corrupción en los negocios.

Imagen aérea del complejo de La Moncloa.SECUOYA Y THE POOL

Una vez finalizó el rodaje de Moncloa. Cuatro estaciones en la primavera de 2023, el proceso de comercialización del proyecto corrió paralelo al rosario de campañas electorales y sucesos de primer orden que han sacudido la turbulenta escena política española. Entretanto, la docuserie se puso “a disposición de todo el mercado” sin llegar en ningún momento a recibir “confirmación” al respecto, según explican desde Secuoya Content Group. Ninguna de las plataformas que operan en España, ni grupos audiovisuales —salvo Televisión Española, donde los productores descartaron desde el principio ofrecerlo—, quiso emitir el documental.

A pesar de que la política se ha adueñado durante los últimos años de los tramos televisivos de mayor audiencia en España, impera una ausencia de tradición sobre este tipo de apuestas más comunes en el extranjero. Entre otras escasas incursiones ibéricas cabe mencionar la de Fernando León de Aranoa con Podemos cuando Pablo Iglesias estaba al frente. Se tituló Política, manual de instrucciones, y se estrenó en 2016. O los encuentros del ex-entrenador y jugador del FC Barcelona Pep Guardiola con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, grabados hacia 2006 y guardados en un cajón. Otras latitudes, en cambio, presentan casos notables.

En Francia, por ejemplo, la cadena TF1 emitió el 8 de mayo de 2017 Macron: el camino a la victoria, un día después de las elecciones que le llevaron al Elíseo. O en Estados Unidos, HBO ofreció a sus abonados en 2009 Barack Obama. Camino hacia el cambio, una historia en la que como en la anteriormente citada los líderes retratados nunca dejaban de actuar. En Moncloa. Cuatro estaciones sucede lo mismo cuando aparecen cargos políticos a lo largo de sus cuatro capítulos. Son los personajes que podrían parecer secundarios, trabajadores muchos de ellos desde hace décadas en este enclave de 20 hectáreas a las afueras de Madrid, quienes más naturalidad destilan y acaban convertidos en protagonistas del hilo conductor de la historia.

“Una especie de pueblo”

Es el caso de José María Posada, camarero de La Moncloa. Entró allí en 1978, un año después de que Adolfo Suárez trasladase desde el Paseo de la Castellana hasta este complejo la sede del Gobierno por seguridad frente a los atentados de ETA. Posada llegó para quince días. Y allí sigue, “en esta especie de pueblo” donde “la cocina era de carbón” cuando entró por primera vez y ahora circulan por estas calles “coches y motoristas que llevan sobres internos”. Posada ha llevado una vida paralela con José María Roca, el jefe de cocina del palacio. Roca empezó como pinche, también con Suárez, y ha alimentado a todos los presidentes de la democracia. “Les ha gustado comer a todos y han sido personas muy cercanas”, dice en el documental.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en La Moncloa en 2022.SECUOYA Y THE POOL

Ellos son solo dos de los dos millares de trabajadores que hacen funcionar la maquinaria de La Moncloa, poblada de oficios que se desarrollan a lo largo de instalaciones repartidas entre la de Semillas (llamada así por albergar el antiguo Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias), donde reside el gabinete de la Presidencia; el de Inia, que aglutina el grueso de funcionarios; el palacete de la vicepresidencia, hoy ministerio de la Presidencia; el edificio del Consejo de ministros… Helipuerto, gimnasio, banco, ambulatorio, estafeta de Correos, Parque Móvil… La bodeguilla, la pista de tenis donde Suárez jugaba con Santana, la piscina con la que Sánchez convenció a sus hijas para trasladarse aquí… Y el búnker, que cuenta con provisiones de alimento para 150 personas durante tres meses y es el espacio subterráneo donde se reúne el Consejo de Seguridad Nacional.

Su anterior responsable, Miguel Ángel Ballesteros, explica en el documental la génesis de este refugio con acceso restringido: “Con la presidencia de Felipe González se creó un búnker para que, en caso de ataque, del tipo que sea, esa infraestructura aguante y el Gobierno pueda seguir funcionando. Las cuatro misiones del Consejo de Seguridad Nacional son: asesorar al presidente del Gobierno en materia de seguridad nacional; hacer un seguimiento de lo que ocurre en el mundo y en nuestro país; integrar la información; y mantener y desarrollar las llamadas comunicaciones especiales”.

Acceso restringido

La intención de los creadores de Moncloa. Cuatro estaciones ha sido retratar lo que pasa dentro de esos lugares protegidos por varios muros de seguridad y normalmente inaccesibles. Si bien, todo transcurre en un periodo durante el cual el Gobierno en vigor es el de Pedro Sánchez y su gabinete, que tiene presencia constante en el metraje. Además de interactuar con su equipo en conversaciones que resultan artificiosas en unos casos y espontáneas en otros, el presidente interviene en cada episodio para explicar aspectos de las secuencias retratadas. El viaje a Bruselas donde cuajó la excepción ibérica para frenar los precios de la energía; la Cumbre de la OTAN en Madrid, donde se acordó el Concepto Estratégico de la Alianza para la próxima década; el equipo que recibe una carta cada siete minutos, y con las que Sánchez asegura que “te das cuenta de que en muchas ocasiones lo que se debate en los medios tiene poco que ver con las principales preocupaciones de los ciudadanos”; las negociaciones y posterior aprobación de los Presupuestos para 2023, que aún siguen vigentes; el viaje a Kiev por el primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania…

En todos esos pasajes hay retazos de su forma de ejercer el poder. Apenas hay, en cambio, escenas de la vida entre los inquilinos principales de La Moncloa. La condición principal para aprobar el proyecto fue que no aparecieran las hijas de Pedro Sánchez y Begoña Gómez. Ellos dos sí aparecen juntos brevemente en el primer episodio, durante un desayuno previo a la celebración de un Consejo de Ministros.

Hacia el final del metraje, Diego Rubio, entonces al frente de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia y hoy jefe de gabinete de Sánchez (como otros cargos políticos que aparecen en el metraje, ahora ejerce otro cometido años después), afirma: “Creo que La Moncloa representa cosas muy distintas para cada español: para unos representará el eje del mal; para otros, el sitio donde su voto se transforma en decisiones”. A partir de ahora, cada cual podrá sacar sus propias conclusiones sobre este documental que desde hoy deja de estar escondido en un cajón.

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