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El Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada, pionero en el estudio de impactos en montañas, en grave riesgo de desaparición

Este proyecto, que nació en 2008 para investigar y monitorizar los ecosistemas nevadenses, sobrevive desde hace un año con fondos de reserva y sin nuevas aportaciones de la Junta andaluza

La exrectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda, ha definido recientemente el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada (OBSNEV) como “un laboratorio abierto, en el espacio natural, que permite analizar en tiempo real los cambios que se van produciendo en Sierra Nevada”. Y menciona, por ejemplo, “cómo diversas especies de flora y fauna van ascendiendo la cordillera y adapt...

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La exrectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda, ha definido recientemente el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada (OBSNEV) como “un laboratorio abierto, en el espacio natural, que permite analizar en tiempo real los cambios que se van produciendo en Sierra Nevada”. Y menciona, por ejemplo, “cómo diversas especies de flora y fauna van ascendiendo la cordillera y adaptándose a vivir cada vez a mayor altura evidenciando que la temperatura va aumentando año a año”. La definición de la catedrática de Fisiología describe sucintamente la función general de este proyecto, que incluye investigación, monitorización, ayuda a los gestores medioambientales a tomar decisiones y divulgación sobre los ecosistemas de montaña. Pero desde noviembre de 2024, esta iniciativa, que depende económicamente de la Junta de Andalucía y científicamente de la Universidad de Granada (UGR), no recibe fondos nuevos. El último año ha respirado gracias a fondos de reserva y ahorros. Regino Zamora, coordinador científico del proyecto y catedrático de Ecología de la universidad granadina, asegura que ya no tiene más recursos y que si la Junta no aporta dinero, este proyecto pionero en España llegará a su fin.

El Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada se creó en 2008. Inicialmente, se pretendía poner en marcha un organismo de investigación y control de todos los datos y parámetros disponibles de la sierra. Se constituyó entonces un órgano gestionado por la Administración andaluza para que la UGR generara investigación. Los científicos de la universidad dependían de los trabajadores del Parque Nacional de Sierra Nevada para que le suministraran datos. En 2018 se firmó un convenio que, tras una renovación, venció en noviembre de 2024. El observatorio y los propósitos iniciales han ido creciendo estos años y de aquella idea de monitorizar ha pasado a convertirse en una importante estructura de investigación internacionalmente conectada. Y mucho más.

De hecho, OBSNEV es más que un centro, una red de investigadores o una infraestructura concreta. En realidad, es una suma de proyectos que incluyen investigación, monitorización, gestión, información histórica, difusión y también trabajo compartido con los más de 60 pueblos de Sierra Nevada y su entorno para que la población de estos lugares entienda cuál es el valor de su sierra y la importancia de su protección. Por ello, finalmente, el OBSNEV es una especie de capa que agrupa proyectos diversos en todos esos ámbitos. Y, como explica Zamora, es un manto que cuesta muy poco a la Junta de Andalucía. Es, añade, poco dinero, pero crucial y sin el que no se puede seguir.

Cuando el convenio venció en noviembre del año pasado, la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente andaluz explicó a Regino Zamora que esa figura de convenio no era la adecuada. “Estábamos cerca de firmarlo”, cuenta, “cuando lo pararon todo”. Desde la consejería explican que la búsqueda de esa nueva figura sigue en marcha, 13 meses después. “Se trabaja en la adaptación del convenio de colaboración para el mantenimiento del Observatorio de Sierra de Nevada. Es necesario adecuar y actualizar las funciones y tareas desarrolladas por ambas partes firmantes del convenios, consejería y universidad, a las nuevas necesidades del Parque Nacional de Sierra Nevada y a los nuevos marcos financieros”.

La Junta ha pedido a Zamora que acuda a una nueva ayuda que han puesto en marcha. Se refieren, aclara una portavoz de la consejería, a “otros mecanismos de financiación para los proyectos desarrollados por el observatorio como una orden de ayudas de I+D+i cuyas consultas públicas previas se publicaron el pasado 5 de noviembre, por importe de 2,4 millones de euros”. Zamora argumenta que la administración lo envía a financiarse a través de fondos FEDER “que solo financia proyectos de investigación puros y duros, I+D+i, una cosa muy distinta a lo que hemos creado en el observatorio”. Y añade, “por ejemplo, esa capa de colaboración con los municipios y ayuntamientos que ofrecemos no se puede incluir en un registro de investigación y no la financian esos fondos. Si no lo hace la Junta o una administración, nadie lo hará”.

El coordinador científico del proyecto explica, además, que la aportación de la Junta de Andalucía es pequeña en comparación a lo que los investigadores han conseguido en proyectos nacionales e internacionales. “Ellos han aportado poco más de 100.000 euros cada año, frente a, por ejemplo, el proyecto europeo Smart Ecomountains, con el que conseguimos más de seis millones de euros”. Zamora valora que por cada euro de la administración andaluza, los científicos han conseguido cuatro o cinco en libre concurrencia.

Pero aun así, con esa proporción, la aportación de la Junta es fundamental para mantener a flote el proyecto. “Nosotros podemos seguir pidiendo proyectos e investigando”, comenta, pero es ese ropaje institucional, esa capa que arropa los diferentes proyectos, la que acaba dando sentido unitario a todo. Además del Smart Ecomountains, el observatorio ha desarrollado proyectos como Life Adaptamed, PRESINMED o GLORIA, de seguimiento del cambio global en ambientes alpinos. También ha desplegado una red de sensores por el parque nacional, que ofrecen en remoto numerosos parámetros ambientales, o ha estudiado aspectos muy concretos como la evolución de la nieve, la afectación del polvo sahariano en el territorio, los cambios en el verdor de la vegetación, etc. El catedrático de Ecología está especialmente orgulloso de la interacción con la sociedad y su aportación a lo que llama una “gestión adaptativa”, que permite que a las acciones ordinarias se les haga seguimiento, se compruebe si se cumplen los objetivos previstos y, en su caso, se propongan modificaciones.

OBSNEV fue pionero en España en el momento de su creación y lo sigue siendo, explica Zamora, con solo una institución similar, el OPCC, Observatorio de Cambio Climático Pirenaico. Con sede en Jaca, este OPCC cuenta con una estructura transnacional en la que participan cuatro comunidades españolas, dos regiones francesas y Andorra, y se mantiene con fondos europeos en su totalidad. El riesgo que supone la posible desaparición de OBSNEV ha alertado a la comunidad científica. Así, 12 premios nacionales de Investigación Científica Alejandro Malaspina en el área de Ciencias y Tecnologías de los Recursos Naturales han escrito una carta pública mostrando su apoyo a la continuidad del OBSNEV. Por otro lado, alrededor de 800 investigadores han hecho público su apoyo a esta iniciativa. También han mostrado su preocupación diversas instituciones nacionales e internacionales. Regino Zamora aclara que también ha acudido al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Pero más allá de informarle de lo preocupados que están, tampoco ha recibido ninguna solución al problema.

Miguel Delibes de Castro, biólogo que fuera director de la Estación Biológica de Doñana y uno de los premios nacionales firmantes, explica su interés por la continuidad de OBSNEV. “Es necesario que se realicen comprobaciones o revisión rutinaria de ciertos parámetros en espacios como Sierra Nevada. Es como la salud, no basta con ir al médico cuando enfermamos, sino que tenemos que hacernos ciertos chequeos rutinarios para estar advertidos. Y esto es lo que requiere Sierra Nevada: saber si nieva más o menos que antes, si la nieve dura más o menos”. Delibes asegura que no comprende “como a las administraciones responsables les cuesta entender esto”. La recolección de datos, afirma, “no es un capricho, ni nos basta la intuición o la percepción. Necesitamos tenerlos y tenerlos a lo largo de los años”. Y si no se hace, se pierde la capacidad de actuar sobre el futuro y todo el valor del trabajo realizado durante años. El OBSNEV tiene días, quizá semanas, para no perder todo su aportación de 27 años.

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