Un estudio desvela el misterio de los búhos árticos que aparecieron en el norte de España hace tres años

El análisis de los isótopos de sus plumas descarta que nacieran en cautividad en Europa occidental y apunta a que proceden de algún lugar del Ártico y a que pudieron llegar posados en un barco

Uno de los búhos árticos que llegó a Asturias, el 14 de noviembre en Gozón.Juan Villar Sordo/SEO Birdlife

En noviembre de 2021 se avistó casi de forma simultánea a tres búhos nivales juveniles en el norte de España. Lo extraordinario de su aparición y su belleza (plumaje blanco, manchas negras y grandes ojos ámbar) atrajeron a un gran número de ornitólogos y curiosos. La pregunta que más se repetía era cómo podían haber llegado desde sus lejanos lugares de origen hasta Cantabria y Asturias. ¿Se habían escapado de algún lugar? ¿Habían cruzado el Atlántico posadas en un barco? Ahora un estudio científico desvela que no nacieron en ningún lugar de España ni del centro y sur de Europa, sino en otras latitudes árticas situadas en áreas de América del Norte, Groenlandia, Rusia o Fenoscandia (Suecia, Finlandia y Noruega).

“No podemos concretar el lugar, pero hemos demostrado que no han huido de un zoo, ni de ninguna jaula y que no son españoles ni europeos”, explica el biólogo Carlos Gutiérrez-Expósito, autor principal de la investigación publicada en la revista Ardeola de SEO/BirdLife. Lo más probable es que nacieran en libertad y se perdieran, porque este búho “es un viajero de largas distancias debido a que los recursos del Ártico son efímeros e impredecibles, lo que les lleva a desplazarse en invierno hacia el sur de su área de distribución habitual”.

Los investigadores analizaron las plumas de dos de los tres ejemplares que aterrizaron en España ―un macho y una hembra, de los que se pudieron tomar muestras, el otro macho desapareció―, que como eran juveniles conservaban las que les crecieron en el nido donde nacieron. “Estaban guardadas en un laboratorio de la Universidad de Cantabria y al enterarme pensé que se podía realizar un análisis de los isótopos estables”, comenta el biólogo. Se trataba de averiguar qué proporción de deuterio (hidrógeno pesado) contenían las plumas, porque “cuanto más al norte se haya creado la pluma, la proporción es menor y así se puede inferir de qué latitudes procede”. El contenido en deuterio también les ha permitido comprobar que los dos ejemplares analizados no eran hermanos, que nacieron en lugares diferentes, lo que aleja aún más la posibilidad de que se hubieran escapado de algún lugar.

Además, existen varios factores que apuntan a su origen salvaje: el agotamiento y el adelgazamiento que presentaban lo podría haber provocado un viaje largo (probablemente sin alimento), a lo que se suma la dificultad para adaptarse a un nuevo entorno. Esto podría haber causado la inmunosupresión observada en el macho y la enfermedad de la hembra. Tampoco es raro que los búhos nivales se posen en barcos en alta mar que los trasladan allá donde van, en ocasiones, a la costa europea. “Por lo tanto, la llegada en un barco desde América del Norte o Groenlandia es el origen más plausible de los búhos nivales encontrados en el norte de España en 2021″, concreta el estudio.

El periplo de las aves

El primer ejemplar que se detectó, un macho, fue hallado exhausto el ocho de noviembre de 2021 cerca de la playa de la Virgen del Mar, en Santander (Cantabria), y falleció cuatro días después, tras ser trasladado a un centro de recuperación de Cantabria. El segundo, una hembra, fue avistado en Gozón (Asturias) el 10 de noviembre. Y, a los tres días, se encontró otro macho a menos de cinco kilómetros. Estas dos últimas aves aparecieron a casi 160 kilómetros del primer avistamiento, relata el estudio. Los búhos permanecieron en Asturias varios días, “lo que atrajo a cientos de observadores de aves, generando la primera gran fiebre por una especie rara en España”. Allí estuvieron hasta el 20 de noviembre, para ser luego avistados más al este: el macho en Somo (Cantabria) siete días después y la hembra 22 kilómetros más lejos, en Santoña (Cantabria) el 30 de noviembre. “Muy cerca de donde se había encontrado el primer macho exhausto”, puntualizan.

A partir de ahí desaparecieron, hasta que se divisó al macho en un tejado de la plaza de toros, cerca del puerto de Santoña, casi tres meses después del primer avistamiento. Otra vez apareció el gentío, y ahí siguió hasta el anochecer. La hembra parecía estar en buen estado de salud, “mostrando un comportamiento normal como acicalarse y defecar, con los ojos bien abiertos y alerta”. Pero, a la mañana siguiente, “fue encontrada muerta”, concreta el estudio. Padecía aspergilosis en estado avanzado, una enfermedad provocada por un hongo, a la que debería estar acostumbrada si se hubiera escapado de algún lugar cercano.

En esos momentos, la mayoría de las hipótesis apuntaban a que eran ejemplares salvajes que podrían haber llegado en algún barco. Lo que fortalecía esta versión era su aparición de forma simultánea en zonas costeras cercanas a grandes puertos de carga como los de Gijón y Santander. Además, uno de los búhos tenía óxido en su plumaje, algo habitual en las cubiertas de los barcos de carga. “Basándose en estos hechos, el Comité de Rarezas Español aceptó a los tres como aves salvajes llegadas con la ayuda de un barco”, explican en el estudio. Pero ahora, el análisis de los isótopos estables ofrece evidencia científica.

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