La deforestación en la Amazonia cae un 34% en el primer semestre, según datos preliminares

La política medioambiental de Brasil es un elemento clave para la ratificación del acuerdo comercial Mercosur-UE

Una zona recién deforestada localizada por agentes del instituto de biodiversidad brasileño el pasado diciembre en la reserva Chico Mendes, en Acre.Eraldo Peres (AP)

El radical cambio en la política medioambiental de Brasil desde que Luiz Inácio Lula da Silva regresó al poder empieza a asomar en las mediciones. La deforestación ilegal cayó en la Amazonia brasileña un 34% durante el primer semestre de este año respecto al mismo periodo de 2022, según datos preliminares presentados este jueves por la ministra del ramo, Marina Silva. Esta disminución, que deberá ser confirmada en unos meses por datos consolid...

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El radical cambio en la política medioambiental de Brasil desde que Luiz Inácio Lula da Silva regresó al poder empieza a asomar en las mediciones. La deforestación ilegal cayó en la Amazonia brasileña un 34% durante el primer semestre de este año respecto al mismo periodo de 2022, según datos preliminares presentados este jueves por la ministra del ramo, Marina Silva. Esta disminución, que deberá ser confirmada en unos meses por datos consolidados, supone un tanto para el presidente Lula, que asumió el poder el 1 de enero y desde su victoria electoral pide a la comunidad internacional un voto de confianza, apoyo y dinero para proteger la mayor selva del mundo, esencial para frenar el calentamiento global.

La ministra Silva, una activista incansable que hace 20 años también lideró la política ambiental del Gobierno de Lula, explicó que “la reducción de la deforestación en la Amazonia se debe a un conjunto de acciones que incluyen desde el aumento de las inspecciones y los embargos [a los infractores] por parte del Ibama [el Instituto Brasileño de Medio Ambiente] hasta la acción coordinada con los Estados y el proceso disuasorio llevado a cabo al mostrar que no habrá connivencia con los criminales”, según informa UOL.

Todo un contraste con los cuatro años de Jair Bolsonaro, que dejó los órganos medioambientales en el chasis, alentó la explotación de las riquezas de la Amazonia e intentó que el Congreso bendijera la explotación minera en las tierras indígenas, lo que hubiera supuesto legalizar una actividad que ahora es ilegal aunque está extendida.

Sin duda Lula y su Gobierno exhibirán esta disminución como resultado tangible del renovado compromiso de Brasil con la lucha contra la emergencia climática. Mercosur, el bloque sudamericano del que Brasil es el mayor socio, está enfrascado en una agria negociación con la Unión Europea para cerrar los flecos y ratificar un acuerdo comercial que ambas partes dicen desear pero que está encallado por las exigencias europeas en materia verde y duras críticas de los latinoamericanos. El semestre que acaba de arrancar, con España en la presidencia de la UE, y Brasil, en la de Mercosur, existe una ventana de oportunidad para rematar el pacto que multiplicará el comercio bilateral.

La ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático compareció para difundir un balance preliminar que indica que entre enero y junio fueron destruidos 2.649 kilómetros de bosque tropical en Amazonia. En cambio, en el bioma del Cerrado la tala ilegal va en aumento. Todos estos datos, recabados por los satélites del Instituto de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués), no son, no obstante, los idóneos para medir la deforestación porque no se basan el área afectada por la tala ilegal sino en mediciones menos precisas que sirven para dar la alarma y que las autoridades puedan reaccionar. Suelen indicar una tendencia.

La Amazonia brasileña perdió 11.500 kilómetros, según el balance anual de deforestación más reciente, elaborado con datos consolidados, que coincide con el final del mandato de Bolsonaro y fue difundido en diciembre. Esa cifra supuso un cambio de tendencia y una caída del 11%.

Estas nuevas cifras de deforestación suponen un soplo de aire fresco para el presidente y su política exterior, en la que la protección de la Amazonia tienen un peso considerable. Preservar la biodiversidad de esta selva, que en su lado brasileño ocupa una extensión equivalente a la de la Unión Europea, es clave para frenar la crisis climática, como muestra que esta semana el planeta viviera los días más cálidos de la historia. Y la desforestación es la vara con la que la comunidad internacional mide el desempeño de Brasil en materia ecológica.

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