“La frase ‘eólica sí, pero no así' quiere decir en realidad ‘eólica sí, pero no aquí”
Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente, lamenta que hacer un uso partidista de las manifestaciones contra las renovables pueda resultar “atractivo” en tiempos preelectorales
El secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán (59 años, Campomanes, Asturias), recibe a EL PAÍS en su despacho del Ministerio para la Transición Ecológica unas horas antes de que el Gobierno aprobara este martes los planes de ordenación del espacio marítimo —los denominados POEM— de las demarcaciones marinas españolas. E...
El secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán (59 años, Campomanes, Asturias), recibe a EL PAÍS en su despacho del Ministerio para la Transición Ecológica unas horas antes de que el Gobierno aprobara este martes los planes de ordenación del espacio marítimo —los denominados POEM— de las demarcaciones marinas españolas. Esos planes abren la puerta a la instalación de aerogeneradores también en el mar, una asignatura pendiente de España. Y, aunque es algo todavía incipiente, también se han constituido ya plataformas de oposición a este tipo de proyectos. Este alto cargo socialista reflexiona en la entrevista sobre la corriente contraria a la implantación de parques eólicos y solares que cada vez resuena con más fuerza en las zonas rurales del país.
Pregunta. ¿Por qué es necesario aprobar los planes de ordenación marítima?
Respuesta. Hasta ahora, la actividad que se desarrollaba con los recursos marinos era muy limitada e históricamente consolidada. Pero han aparecido nuevas necesidades y recursos. Aparecen otras actividades que resultan extrañas al ecosistema marino de aprovechamiento humano, como la minería marina o la energía eólica. Y, claro, van a ocupar espacios en los que históricamente otras actividades se habían movido sin estas limitaciones. A fin de cuentas, se trata de ordenar igual que se ha hecho históricamente con la ordenación terrestre, algo que todo el mundo tiene asumido e interiorizado. El espacio marino no estaba ordenado y Europa ha dicho que es necesario ordenarlo, y es lo que hacemos ahora.
P. ¿Es la eólica marina una alternativa a la eólica terrestre?
R. Es un complemento. Toda la estructura de generación energética renovable no se sustenta sobre una sola tecnología, porque eso generaría probablemente una sobreocupación de determinados espacios. Vemos que hay tensiones en la ocupación de los espacios para sustituir las tecnologías convencionales por estas nuevas renovables en tierra, y las hay también en mar, con lo que hay que ser suficientemente cuidadosos para que se equilibre la ocupación de todos esos espacios.
P. Sin embargo, ya han surgido plataformas contra hipotéticos proyectos de eólica marina.
R. Sí. Hay oposición a parques fotovoltaicos en tierra, a parques eólicos en tierra y lógicamente no es distinto en el mar. Es una cosa parecida. ¿Es esto algo que deba de llevarnos a la conclusión de que no se pueden desarrollar actividades? No. Siempre ha habido oposición a la ubicación de aeropuertos, de autovías, de trazados de ferrocarril, de plantas de depuración de aguas residuales, de estaciones de gestión de residuos... Todo el mundo es consciente de que necesita esas infraestructuras, esos equipamientos y esas actividades para satisfacer sus necesidades de calidad de vida, pero a nadie le gusta que se ubiquen en el entorno en el que vive y al que históricamente ha conocido de una forma concreta.
P. No en mi patio trasero, como se suele decir.
R. Claro. Se ha acuñado esa frase de eólica sí, pero no así. Y yo creo que en realidad lo que se quiere decir es eólica sí, pero no aquí, sino allí. Pero cuando tú vas allí, el que vive allí te dice exactamente lo mismo. Tenemos que ser conscientes de que vivir en comunidad obliga a que seas lo suficientemente solidario como para entender que tu calidad de vida tiene unos límites a partir de los cuales estás aportando solidariamente calidad de vida a los demás.
P. ¿Quizás se cometió el error de vender las renovables como algo que sólo tenía elementos positivos sin explicar que iba a haber una modificación del paisaje?
R. Probablemente, porque quizá se inició todo el proceso con una comparación en la que se intentaban poner de relieve los aspectos negativos de las tecnologías convencionales salientes, que básicamente es que son energías sucias, y lo que se puso de relieve sobre las renovables es que son energías limpias. Pero en todos los casos hay una ocupación y eso significa una modificación del paisaje y en términos amplios efectos o consecuencias ambientales. Probablemente, de la simplificación inicial se haya derivado este proceso de ahora, cuando todo el mundo empieza a tomar conciencia de que en la medida en la que ya casi van desapareciendo las tecnologías convencionales y se van asentando las nuevas tecnologías, ya no se trata de comparar con las que se fueron, sino que se trata de comparar estas consigo mismas. Además, coincide en el tiempo con algo que, siendo positivo per sé, nos obliga a hacer un mayor esfuerzo de explicación. Hoy el conjunto de la ciudadanía asume una conciencia ambiental de defensa del espacio, entendiendo que eso responde a calidad de vida, que probablemente dos o tres décadas atrás o, incluso, diez años atrás, no existía. Y tenemos que ser consecuentes con esto. Una sociedad más exigente en términos ambientales requiere respuestas más elaboradas en términos también ambientales.
P. ¿Está creciendo la oposición en el territorio a las renovables?
R. Yo creo que lo que hay en el territorio es una posición de defensa del territorio. Si son renovables, son renovables, pero cualquier otra actividad que tú quieras instalar ahí encontrará una oposición. Como una megafactoría de vehículos o la construcción de un puerto o de un aeropuerto. El territorio defiende el territorio frente a cualquier cosa que considere que es una agresión que va a modificar lo que heredó de sus mayores. Allí donde aparece una planta de renovables, pues la oposición es a esa planta de renovables, allí donde aparece el trazado de alta velocidad, esa oposición es al trazado de alta velocidad. Se trata de conservar, de preservar lo que hay tal y como era.
P. ¿Le preocupa lo goloso que puede resultar en unas elecciones coger la bandera contra las renovables?
R. Esa tentación puede existir. Y, efectivamente, cuando uno desciende al ámbito de lo local, puede permitirse ese lujo. Uno puede tener una visión de fronteras administrativas, de término municipal o, incluso, de provincia, para decir aquí no. Pero cuando se trata de la necesidad de planificación en términos de país, no puedes caer en ese error. Porque se estaría estableciendo una dinámica en la que unos territorios que se oponen a esa implantación tendrían la capacidad para imponer un veto. Y eso significaría en términos de exclusión imponer la ubicación de esas instalaciones en otro territorio. No puedes establecer en términos de planificación nacional un mecanismo en el que consideres que unos territorios tienen que tener un tratamiento y otros territorios otro distinto.
P. ¿Pero, si el discurso contra las renovables se está extendiendo, no cree que algo no se ha hecho bien? Tal vez desde el punto de vista de explicar las ventajas que pueden tener estas tecnologías o desde el punto de vista del modelo de implantación que se está proponiendo.
R. En el debate del día a día, que se está produciendo, hay quien opina en un sentido y hay quien opina en otro. Pero, en la mayoría de los casos, lo que subyace en realidad bajo ese lema de eólica sí o fotovoltaica sí, pero no así, es eólica sí o fotovoltaica sí, pero no aquí. Y claro, la respuesta que aparece en el otro lado es: ¿Y entonces dónde? Para poder avanzar como país necesitamos tener una conciencia de que debemos aportar todos, también como país. Este no es un debate en el que hay una decisión política de un lado y una posición social del otro. ¿Qué es lo que permanentemente hay que explicar y en lo que probablemente haya habido un déficit de explicación a la ciudadanía? Pues en la percepción que existe de que se están aligerando las exigencias ambientales en relación con el desarrollo de este tipo de proyectos. Ahí es donde falla o ha fallado la explicación. No se ha aligerado ni un milímetro la exigencia de garantías ambientales en todos los procesos de evaluación.
P. Pero se ha aprobado un real decreto a finales de año que apuesta por una flexibilidad del proceso de concesión de las autorizaciones ambientales.
R. Ahí es donde creo ha habido el fallo de explicación. Cuando se dice hay que aligerar los procedimientos administrativos, no se está diciendo hay que aligerar los procedimientos ambientales.
P. ¿Pero si se aligeran los procedimientos administrativos se reduce la participación ciudadana, no?
P. No necesariamente. En un proceso de evaluación ambiental donde el ciudadano tiene la oportunidad de pronunciarse a lo largo de un proyecto, uno se encuentra siempre con las mismas alegaciones, con independencia del momento procesal en el que esto se dé. A cualquiera que eche una ojeada a la hemeroteca, probablemente con el mayor número de titulares y noticias que se encuentre es con las quejas que tienen los ciudadanos o las administraciones o los promotores porque los procedimientos de evaluación ambiental son muy lentos, van muy retrasados y además se exige demasiada documentación…
P. El sistema que teníamos hasta que se aprobó ese real decreto ha servido para dar el visto bueno a decenas de macroproyectos y miles y miles de megavatios de potencia de eólica y sobre todo solar por parte del Gobierno central y las comunidades autónomas. ¿Por qué era necesario flexibilizar todavía más el procedimiento?
R. Sencillamente porque necesitábamos cumplir un calendario que, manteniendo los ritmos del procedimiento administrativo anterior, nos llevaba demasiado allá en el tiempo. Escucho manifestaciones de algunos portavoces en algunos territorios que, sin embargo, han venido por aquí a pedir que se agilicen procedimientos ambientales en relación con otro tipo de proyectos y que al mismo tiempo alzan su voz porque entienden que deberían de mantenerse los ritmos en relación con las renovables. Yo entiendo la situación. Probablemente resulte muy atractivo ahora en el territorio colocarse al frente de la manifestación. Y en tiempos preelectorales aún más.
P. También dentro de su partido ocurre esto.
R. Sí, sí, con carácter general. Eso ocurre en todos los territorios y ocurre con todas las opciones. Pero ese discurso que puede mantenerse en lo local es incompatible con la obligación que tiene un Gobierno de planificación a nivel de país, porque el Gobierno de un país debe tener la vista puesta un poco más allá que en los periodos electorales de corto recorrido. ¿Es una reflexión exclusiva de nuestro país? No lo es. Hemos visto cuál ha sido el proceso de respuesta que Europa ha desencadenado en el momento en el que se dio cuenta que o se agilizan los procedimientos para llegar a tener una capacidad de disponibilidad de recursos energéticos propios para desligarse de dependencias exteriores o las consecuencias que se podrían derivar podrían ser difícilmente reparables.
P. ¿Cree que las empresas energéticas están siendo responsables en todo este debate sobre la implantación de las renovables?
R. Creo que han modificado sustancialmente su cartera de prioridades en sus estrategias empresariales en la medida en la que han ido comprobando que la acción de las Administraciones les exige que vayan en esa dirección, cosa que es importante. Pero lo que creo que es más importante es que se están encontrando con una conciencia de la ciudadanía, que son sus clientes, que cada vez es más exigente a la hora de contrastar cuál es su nivel de responsabilidad social corporativa, también en términos ambientales. Y creo que son conscientes de que o se alinean en ese nuevo nivel de compromiso de responsabilidad social corporativa o se quedan fuera del mercado.
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