Muere con 20 años Aura, lince ibérica emblemática que deja 900 descendientes
Al felino del centro de cautividad de Doñana, capturado cuando solo quedaban 100 ejemplares de su especie, le sobreviven ahora familiares de cinco generaciones
La hembra de lince ibérico Aura ha muerto con 20 años y seis meses de edad en el centro de cría en cautividad El Acebuche de Doñana. Fallecida hace dos semanas, era el ejemplar más longevo del centro y ha dado 14 cachorros en estas dos décadas. Aura tiene el peculiar récord de contar con una descendencia de 900 ejemplares de cinco generaciones, directos e indirectos, en cautividad y en libertad, según el libro de registro que mantiene el programa de conservación de la especie.
“Era un animal magnífico, de ca...
La hembra de lince ibérico Aura ha muerto con 20 años y seis meses de edad en el centro de cría en cautividad El Acebuche de Doñana. Fallecida hace dos semanas, era el ejemplar más longevo del centro y ha dado 14 cachorros en estas dos décadas. Aura tiene el peculiar récord de contar con una descendencia de 900 ejemplares de cinco generaciones, directos e indirectos, en cautividad y en libertad, según el libro de registro que mantiene el programa de conservación de la especie.
“Era un animal magnífico, de carácter peculiar y gruñona, hacía lo que quería cuando quería. Era muy fácil trabajar con ella. Se sacó del campo con unas tres semanas y menos de un kilo de peso. En 2018, cuando dejó de reproducir, se emplazó en un recinto de exhibición y se convirtió en la embajadora de la especie para que los visitantes y escolares vieran sus comportamientos”, explica Antonio Rivas, coordinador del centro El Acebuche y que la ha visto crecer, reproducirse y morir. Los linces suelen vivir en torno a 15 años en el medio natural y rara vez alcanzan las dos décadas de edad en cautividad.
Aura fue capturada en Doñana y llegó como un bebé de 700 gramos y un mes de vida al zoo de Jerez de la Frontera en abril de 2002, cuando la especie atravesaba un momento crítico y solo quedaban 100 ejemplares en la Península Ibérica. Acababa de nacer el programa de cría en cautividad, cuando las Administraciones vieron que debían actuar con rapidez o el lince ibérico desaparecía para siempre. Hoy ese programa, con centros repartidos por todo el país y Portugal, ha multiplicado la población hasta los 1.365 ejemplares, según el último censo.
Jessica Reeves ha observado durante 12 años a Aura como videovigilante de El Acebuche: “Era muy tranquila, manejable, y siempre ha separado muy bien a sus cachorros tras las frecuentes peleas. Se acercaba a los cuidadores sin agresividad, no era huidiza. Como se crio con biberón, al principio buscaba la atención y ronroneaba con los primeros cuidadores y se acercaba a la malla, luego dejó de buscar mimo”, relata. “Son ejemplares que dejan algo, sobre todo después de toda una vida, muchos partos y muchos cachorros”, añade con apego al animal.
Cuando Aura llegó al zoo jerezano lo hizo acompañado de Saliega, otro cachorro hembra que procedía de Sierra Morena, el único punto del país que en 2002 conservaba ejemplares junto con Doñana. Con cinco años y tras dos intentos frustrados Aura tuvo su primera camada formada por tres cachorros: Domo, Duna y Drago. De sus 14 crías que ha tenido en dos décadas, seis de ellas fueron liberadas en diferentes ubicaciones de la Península Ibérica y el resto ha permanecido en el programa de cría con ejemplares reproductores. Miguel Ángel Simón, exdirector del programa europeo Life Iberlince, comenta: “En libertad el más viejo tenía 16 años, Ulises, pero 20 años ya es mucho, aunque en cautividad es muy cómodo para el ejemplar”.
El lince ibérico ha pasado de estar en 2002 en peligro crítico de extinción con menos de 100 ejemplares, a ser calificado como en peligro y a un paso de ser una especie vulnerable, aclara Rivas. La población cautiva de El Acebuche, compuesta hoy por 30 ejemplares que son monitorizados 24 horas al día, son la salvaguarda genética para conservar la especie. En el medio natural, su vida tiene amenazas como la falta de alimento, sobre todo los conejos, las carreteras y la caza ilegal. A pesar de todo, sale adelante y la especie se ha multiplicado y cruza la Península con enormes recorridos entre diferentes sierras.
Los cuidadores de El Acebuche practicaron la eutanasia para evitar el sufrimiento físico de Aura, que tras morir fue trasladado al Centro de Análisis y Diagnóstico de Fauna Salvaje en Málaga.
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