La joven que atacó con tomate un cuadro de Van Gogh: “Necesitamos que la gente hable del cambio climático”

La activista ha publicado un vídeo en el que justifica su acción, que no dañó la pintura, para llamar la atención sobre el calentamiento global y los subsidios a los combustibles fósiles

Las dos ecologistas que arrojaron tomate sobre 'Los girasoles' de Van Gogh en la National Gallery de Londres el día 14, con sus manos pegadas con cola a la pared. Foto: AP
Madrid -

Dos activistas ecologistas arrojaron el pasado viernes sopa de tomate al famoso cuadro de Los Girasoles de Van Gogh en la National Gallery de Londres. La acción, cuyo objetivo era exigir al Gobierno británico la paralización de todos los proyectos de petróleo y gas, ha tenido una repercusión internacional y ha generado opiniones opuestas. Una de las jóvenes que participó en la iniciativa, Phoebe Plummer, ha lanzado un vídeo para justificar la acción. “No dañamos la pintura. Estuve en el tribunal y me dijeron que había habido daños mínimos en el marco, que es reparable y reemplazable, y que el cuadro estaba detrás de un vidrio. Nunca lo habríamos hecho si no hubiera cristal. La mancha salió con un poco de papel de cocina”, relata.

La chica, de 21 años e integrante de Just Stop Oil, una de las organizaciones que está llevando un poco más allá las protestas pacíficas y la desobediencia civil en el Reino Unido, continúa con su explicación: “Reconozco que es una acción ridícula pero no estamos haciendo la pregunta de si la gente debería estar lanzando sopa a cuadro. Lo que estamos haciendo es llamar la atención para hacer las preguntas que importan. ¿Está bien que los combustibles fósiles estén subvencionados 30 veces más que las renovables cuando la renovable eólica es nueve veces más barata?”. Y finaliza: “Usamos estas acciones para llamar la atención de los medios porque necesitamos que la gente hable de esto [el cambio climático] ahora. Y sabemos que la resistencia civil funciona”.

Las protestas climáticas protagonizadas en su mayoría por jóvenes, pero también por científicos y otros colectivos, se han ido radicalizando en los últimos meses ante la inacción climática de los gobiernos, que no acaban de cumplir sus compromisos para reducir las emisiones que provocan el cambio climático. Aunque siempre se trata de acciones pacíficas y no violentas, en ocasiones han llegado a cortar carreteras y generado situaciones peligrosas. La duda ante este panorama es saber si estas iniciativas llaman la atención sobre la causa climática o generan justamente rechazo contra ella.

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