Estos son los españoles elegidos al azar para debatir sobre cambio climático: “Los dos primeros meses me dio miedo y ansiedad”
La Asamblea Ciudadana para el Clima presenta al presidente del Gobierno 172 propuestas para conseguir un país más seguro y justo frente a la emergencia climática
Òscar Escobar, de 45 años, trabaja en logística en un supermercado de Valencia, conduciendo una carretilla mecánica. Es uno de los cien españoles elegidos al azar para formar parte de la Asamblea Ciudadana para el Clima, una iniciativa impulsada desde el Gobierno pero dotada de autonomía propia ...
Òscar Escobar, de 45 años, trabaja en logística en un supermercado de Valencia, conduciendo una carretilla mecánica. Es uno de los cien españoles elegidos al azar para formar parte de la Asamblea Ciudadana para el Clima, una iniciativa impulsada desde el Gobierno pero dotada de autonomía propia para consensuar propuestas desde la sociedad con las que luchar contra el cambio climático. “Los dos primeros meses, me dio miedo y ansiedad”, cuenta este valenciano. “Nos dijeron cómo iba a ser todo con medio grado de más, con un grado, con dos grados. Y yo pensaba en mis hijas de seis y 12 años y me decía: ‘Dios, qué mierda de planeta les estoy dejando”.
Otra de las personas seleccionadas para debatir sobre la emergencia climática es Nuria Borda, de 57 años, de Guadalajara, a la que acaban de conceder la incapacidad. Como cuenta, todo empezó con un mensaje de Facebook, luego unos correos electrónicos y finalmente la pregunta de si quería formar parte de “una mini España”. Los seleccionados no tenían por qué tener conocimientos sobre cambio climático, pero la asamblea sí que debía ser un reflejo de la composición de la sociedad española. “Escogieron a cien personas diferentes, de pueblos, de ciudades, de distintas culturas y edades…”, incide Borda, que explica que en los primeros meses fueron formados por especialistas de muy distintos ámbitos para después debatir entre todos qué se puede hacer. “Siendo todos tan diferentes, es importante que hayamos sacado esto adelante. Son 172 propuestas muy completas, y es algo que me llena de orgullo”, dice, apoyada en su bastón.
Al igual que ha ocurrido con las asambleas de Francia, Reino Unido o Escocia, las deliberaciones de los ciudadanos escogidos debían responder a pregunta inicial, que en este caso ha sido: “Una España más segura y justa ante el cambio climático. ¿Cómo lo hacemos?”. Después de cerca de cinco meses con encuentros los fines de semana, primero para prepararse y luego para debatir, estos cien españoles han presentado este lunes 172 propuestas al presidente del Gobierno. Entre estas medidas, figuran, por ejemplo, implantar un modelo energético con control público y regulación de precios justos; crear espacios públicos de ocio lúdico-culturales gratuitos sin necesidad de consumo, con aseos públicos y evitando la masificación; o garantizar el alquiler social en todos los territorios y barrios para disminuir de forma notable la necesidad de invertir tiempo y energía en desplazarse.
“Hubo discusiones, pero nos pusimos de acuerdo y de hecho creo que casi todas las propuestas han sido aprobadas con más del 80% de apoyo, es decir, que creo que ha habido mucho consenso”, apunta Gabriel Fernández-Gil, realizador audiovisual de 30 años que vive en Madrid, otro de los participantes de la asamblea climática española. Según señala, ni las diferencias ideológicas ni de edad han sido una barrera. “Las nuevas generaciones ya estamos muy concienciados de lo que está ocurriendo y hemos pensado que las generaciones anteriores no lo estaban, pero en la asamblea nos ha sorprendido ver que los más mayores también tienen claro el problema”, señala este madrileño. Completa su frase otra asambleísta todavía más joven, Firdaous Alaoui, barcelonesa de 18 años, con velo: “En nuestro día a día sí que vemos que estamos como solos, perdidos. Da la sensación de que nadie nos está escuchando y que esto se ve ya como un caso perdido. Pero a nosotros todavía nos queda un futuro y nos lo tienen que garantizar. Y con esta asamblea estamos viendo que también hay interés por parte de los mayores de ayudarnos a conseguirlo”.
Entre las 172 propuestas de estos ciudadanos españoles para conseguir un país más seguro y justo frente a la emergencia climática, también están implementar un etiquetado fiable y accesible que aporte información clara, concisa y transparente sobre el impacto climático de los bienes de consumo; acelerar la elaboración y aprobación de una ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio en el sistema alimentario; fomentar el teletrabajo para reducir los desplazamientos; crear nuevos espacios naturales protegidos teniendo en cuenta el impacto del cambio climático; o tipificar el ecocidio como delito en el marco jurídico español en casos de daño masivo y de la destrucción del ecosistema.
Según destaca Alaoui, “no queremos que esto se tome como un pequeño proyecto más, creemos que todo es muy importante para ayudar al Gobierno a tomar decisiones. El cambio climático no es algo que llegará, sino que ya está aquí. No hay tiempo para parar, pensar y reaccionar: tenemos que reaccionar ya. Y estas medidas sirven para reaccionar. Se tienen que aplicar cuanto antes”.
Tanto el centenar de ciudadanos como el panel de expertos y científicos que los han asesorado han recibido este lunes el Premio Extraordinario de Medioambiente de acción por el clima y compromiso cívico en una de las sedes del Ministerio de Transición Ecológica. Al escenario han subido Nuria Borda y Òscar Escobar, en representación de los ciudadanos, y Cristina Linares y Joaquín Nieto por parte de los expertos. “Evitar un cambio climático catastrófico significa mantener la prosperidad y la paz. La transformación que tenemos que vivir es tan enorme que afecta a nuestra forma de vivir, de trabajar y de consumir”, ha señalado Nieto al recibir el galardón.
Otras propuestas lanzadas por esta Asamblea Ciudadana para el Clima son crear mecanismos para recuperar el uso de viviendas, infraestructuras, edificaciones y tierras abandonadas o en desuso del medio rural, tanto de propiedad privada como pública y comunal, con criterios de sostenibilidad y eficiencia energética; disponer de una zonificación clara y vinculante para preservar los ecosistemas de alto valor ambiental de las instalaciones de energías renovables; o crear un pacto de estado para la actuación ante el cambio climático. “Un pacto de Estado, esta es nuestra palabra estrella. Sin pacto de Estado, esto se va a la mierda”, recalca Escobar, el conductor de carretillas de Valencia.
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