Jan Gehl: “Caminar debería ser considerado un derecho humano”
El urbanista danés, autor de la peatonalización de Times Square en Nueva York, afirma que los ciudadanos han vuelto a los parques y a caminar por la pandemia
El arquitecto danés Jan Gehl, padre del urbanismo a escala urbana, ha defendido este jueves en Valencia en una videoconferencia cómo la mayoría de ciudades avanzadas están promoviendo que sus ciudadanos caminen y usen la bicicleta en sus desplazamientos urbanos. “Es lo más inteligente, bueno para la salud y no contamina. Caminar debería ser considerado un derecho humano”, enfatiza este conocido urba...
El arquitecto danés Jan Gehl, padre del urbanismo a escala urbana, ha defendido este jueves en Valencia en una videoconferencia cómo la mayoría de ciudades avanzadas están promoviendo que sus ciudadanos caminen y usen la bicicleta en sus desplazamientos urbanos. “Es lo más inteligente, bueno para la salud y no contamina. Caminar debería ser considerado un derecho humano”, enfatiza este conocido urbanista, que ha obrado milagros en grandes urbes como Nueva York, sacando los coches de Time Square, o peatonalizando el centro de Moscú o Melbourne. A sus 84 años está jubilado y dedica su tiempo a escribir y organizar exposiciones sobre sus trabajos. Tiene 98 libros publicados en 42 idiomas, la mayoría escritos en la última década, y su pasión es explicar cómo el planeamiento urbanístico puede mejorar la vida de la gente.
La pandemia del coronavirus ha dado muchas lecciones al planeta e introducido cambios importantes en las ciudades. “Hemos visto varios estudios que confirman que los ciudadanos se han volcado durante la pandemia en los parques, jardines y áreas naturales; también se han acostumbrado a caminar más, a moverse en bicicleta y a alejarse de las calles masificadas. Las ciudades han sido desde siempre escenario de catástrofes, ya sean terremotos, incendios, guerras o epidemias, pero a los pocos años todo vuelve a la normalidad porque el homo sapiens, que tiene una larga historia, quiere vivir en la ciudad porque es un animal muy social”, afirma Jan Gehl, que ha sido invitado por el Colegio de Arquitectos de Valencia y la vicealcaldesa de la ciudad Sandra Gómez, a una conferencia con motivo de la semana anual del urbanismo.
El arquitecto sostiene que para moverse por las áreas metropolitanas no es necesario conducir un coche privado. Berlín, por ejemplo, ha desarrollado un buen equipamiento ciclista y el 49% de la gente se mueve en bici, además de en autobús y metro. El municipio ha ido dificultando cada vez más el acceso de los coches para que los conductores se lo tengan que pensar dos veces antes de conducir hasta el centro. Gehl, que vive en Copenhague, lo tiene claro: “Yo tengo un coche y nunca lo cojo para ir por la ciudad, recurro al bus, camino o voy en bici. Si salgo de la ciudad, al campo, entonces es cuando conduzco”.
Para Gehl, el modelo de ciudad de los 15 minutos [con servicios descentralizados por barrios], del que la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha hecho bandera, es muy buena idea. “Antes todas las ciudades del mundo eran de 15 minutos, hasta que llegó el coche. Entonces las ciudades explotaron y se extendieron. Venecia es un ejemplo perfecto de ciudad de los 15 minutos”, señala, e insiste en que es un modelo adecuado porque cada vez hay más ciudadanos mayores y pueden beneficiarse de esta cercanía al igual que todos los demás.
Convencido de que un buen diseño urbano exige fijarse atentamente en la gente, no en los edificios, Gehl cuenta que el entonces alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, se convenció de la peatonalización de parte de Time Square, en la zona de la calle Broadway, con datos en la mano. La mayor parte de ayuntamientos tienen montones de información sobre el tráfico rodado, pero no de cómo se mueve la gente. “Descubrieron, tras analizar los datos en Time Square, que los coches monopolizaban el 90% del espacio cuando solo el 10% de la gente iba en coche. Se llamaba plaza, pero no lo era, era un sitio congestionado de tráfico permanentemente. El alcalde pidió que se analizase si se necesitaba la calle Broadway para el tránsito y se dieron cuenta de que no hacía falta, así que la cerraron y crearon un espacio público muy valioso”, añade Gehl, cuya máxima en sus intervenciones es “confía en Dios pero tráeme los datos”. De todas las ciudades donde desarrolló proyectos, solo se le ha resistido el Londres de Boris Johnson, cuando el ahora primer ministro era alcalde de la capital.
No conoce el proyecto de Madrid Central pero asegura que hay tres cosas importantes a tener en cuenta: en todas partes el tráfico en las grandes ciudades desciende y lo que crece es el transporte público y las bicis. Pedalear, apostilla Gehl, está además muy recomendado por los médicos, que se quejan de que conducimos demasiado y de una nueva enfermedad que es el síndrome de estar sentado. Los expertos en salud sugieren que transformemos las ciudades de modo que la gente camine o pedalee al menos una hora al día y así viviremos siete años más y estaremos más sanos de mayores. “Usar los músculos para desplazarse por la ciudad es una ventaja económica”, enfatiza, porque combate el sedentarismo y se ahorra en médicos y hospitales. “Son muchos países, muchas ciudades, los que sugieren que se organice el planeamiento urbanístico en torno a esta nueva forma de vida”, concluye.
Gehl cree que no es necesario blindar por ley proyectos como Madrid Central para evitar que se quiten y pongan en función de vaivenes políticos. “No es necesario. Cuando la gente normal prueba [las peatonalizaciones], les gusta. En todas las ciudades con las que he trabajado, los expertos buscan ciudades mejores y eso implica menos coches, menos polución y, por tanto, menos daño ambiental”.
Valencia está inmersa en un intenso debate sobre la ampliación de su puerto comercial, con defensores y detractores. Y Copenhague, la ciudad natal del arquitecto, también tiene uno en medio de la ciudad. “No conozco el caso de Valencia, pero la tendencia general es que los puertos cambian a sitios donde no necesitan tanto espacio porque los buques están cada vez menos tiempo y tienen acceso directo a grandes vías, de modo que las mercancías, en lugar de cruzar la ciudad van directos al puerto. La zona más cercana a la ciudad se ha convertido en un espacio recreativo para pasear o darte una vuelta en barco”, concluye.
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