La protesta escolar contra los coches llega a 100 colegios en Barcelona y prende en Madrid
Las familias de varios centros madrileños organizan cortes de tráfico en la capital para el próximo día 12 impulsadas por el ejemplo catalán
La revuelta escolar contra los coches ha subido de nivel. Si en diciembre fueron 17 los colegios cuyos alumnos y familias cortaron las calles para reclamar menos tráfico y menos contaminación, este viernes la mecha ha prendido en un centenar de centros catalanes (de la capital, pero también de Badalona, Sabadell y Sant Cugat); todos han firmado un manifiesto reivindicativo y más de la mitad de ellos han efectuado protestas en las calles. “100 escuelas reclamando la pacificación y la redu...
La revuelta escolar contra los coches ha subido de nivel. Si en diciembre fueron 17 los colegios cuyos alumnos y familias cortaron las calles para reclamar menos tráfico y menos contaminación, este viernes la mecha ha prendido en un centenar de centros catalanes (de la capital, pero también de Badalona, Sabadell y Sant Cugat); todos han firmado un manifiesto reivindicativo y más de la mitad de ellos han efectuado protestas en las calles. “100 escuelas reclamando la pacificación y la reducción drástica del tráfico motorizado en sus entornos indica la gravedad de la situación actual”, explica Guille López, portavoz de Eixample Respira, la entidad que impulsó el movimiento desde el distrito central de Barcelona. La protesta, que se repite cada dos semanas durante media hora a la salida de clase, saltará el 12 de marzo a Madrid. “Va a llegar con fuerza porque tenemos los mismos problemas con los coches en segunda fila, la inseguridad vial, la contaminación y el ruido”, explica Corita Guisado, madre de dos alumnos del colegio Menéndez Pelayo, uno de los seis que organizan ya la iniciativa madrileña.
Entre el centenar de escuelas catalanas que han protestado este viernes estaba Dovella, un centro situado en un edificio pequeño con el patio en la azotea que está pegado a la avenida Meridiana, uno de los accesos a la ciudad. Las familias y alumnos piden que se elimine un carril de tráfico de coches delante de su centro para ganar espacio peatonal. El Ayuntamiento de Barcelona, que ha respondido a las protestas acelerando la pacificación de entornos escolares, anunció la semana pasada que construirá un carril bici, pero se ejecutará en el carril de servicios sin eliminar coches, ruido ni contaminación, se quejan las familias. “Hay que tocar los privilegios de los coches, no están siendo suficientemente valientes, ahora que tienen a las escuelas en la calle, los estudios de salud, y el coronavirus es el momento, es por salud pública”, dice Anaïs Tosas, una madre de la escuela.
En Sabadell, una ciudad de 211.000 habitantes rodeada de autopistas, un grupo de padres se enteraron por las redes sociales de la revuelta de Barcelona y decidieron sumarse. Primero fue un colegio y este viernes fueron cuatro. Annabet Fontcuberta, de la escuela Enric Casassas, explica que las escuelas que protestan están en el centro, donde las calles y las aceras son estrechas. Además, la calle del colegio tiene plataforma única (con la acera y la calzada al mismo nivel) para dar prioridad a los peatones: “No es real, porque los coches, furgonetas, camiones pasan a la misma velocidad que antes y la sensación es de falsa seguridad, tenemos que vigilar más que antes”, explica.
Desde Madrid miran con envidia la movilización y ya se preparan para replicarla en dos semanas. “Nos sumaremos para pedir que corten el tráfico en los accesos al colegio a las horas de entrada y de salida”, dice Verónica Martínez, madre de un alumno de nueve años en el colegio Miguel de Unamuno (Arganzuela). “Las aceras son estrechas y se forman aglomeraciones en los accesos. Si antes no era muy bueno, ahora con la pandemia es peor. Las familias tenemos que estar en la calzada, hay doble fila, y hemos tenido ya algún susto con los coches. Llevamos años pidiendo al Ayuntamiento que nos mejore el entorno del colegio, pero no hay manera”, continúa.
Por ahora, se han sumado las asociaciones de madres y padres de los colegios Fernando el Católico, Miguel de Unamuno, Asunción Rincón, Menéndez Pelayo, Lope de Vega y Arcángel. En varios de ellos las familias han empezado a hacer quedadas en los parques a la salida del colegio para preparar pancartas y materiales. Y el próximo lunes organizan una jornada virtual para explicar la iniciativa en la que esperan que se sumen más centros y más ciudades. “La propuesta se ha acogido con receptividad en Murcia y Cantabria, pero todavía no tenemos ningún colegio confirmado allí”, dice Yetta Aguado, de la plataforma Madres por el Clima, que participará en la ponencia digital del lunes y está impulsando la protesta madrileña.
“Estoy en una red que coordina a varios colegios de Chamberí y en cuando vimos la revuelta en Barcelona les escribimos y nos animaron a unirnos”, explica Isabel Colino, madre de dos niños —5 y 11 años— del colegio Asunción Rincón (Madrid). Guille López, de Eixample Respira, tercia: “La expansión a Madrid demuestra el potencial de la protesta, animamos a otras ciudades a sumarse el 12 de marzo y ya estamos en contacto con entidades de Francia e Inglaterra para que llegue a estos países”. Incluso han traducido su web, Revuelta Escolar, al inglés y francés.
Uno de los motivos para exigir una reducción del tráfico es la contaminación que conlleva, que según los estudios científicos afecta a la salud y el desarrollo cognitivo de los más pequeños. De hecho, una investigación que ha seguido el crecimiento de 3.700 menores muestra que la polución afecta al peso del recién nacido y al desarrollo pulmonar y cognitivo. En Barcelona, la mitad de los centros de la ciudad supera en horario lectivo los niveles de contaminación que recomienda la Unión Europea.
Con el confinamiento y sus restricciones a la movilidad descubrimos que las ciudades pueden ser de otra manera, con menos coches, menos ruido, menos accidentes y un aire más limpio. Por eso, las familias no se resignan. “La ciudad tiene que ser amable para niños y mayores. Necesitamos cortes de tráfico a la entrada y salida de clase”, señala Corita Guisado, del colegio Menéndez Pelayo. Y sigue: “Pedimos que la infancia y las familias tengan un sitio seguro en las ciudades y a eso lo tenemos que llamar revuelta. Da qué pensar”.
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