¿Qué ocurre cuándo se experimenta con el cariño entre madres e hijos?
La teoría del apego viene a mostrar la importancia de la persona que cuida al recién nacido, una figura básica para su desarrollo emocional
Harlan Ellison (1934-2018) fue un prolífico autor norteamericano. Aunque desconocido para la mayoría de la gente, su nombre figura entre los escritores más imaginativos de ciencia ficción de los últimos tiempos. Por si fuera poco, fue el creador de Terminator, el androide cibernético que le plagió David Cameron, quien no quiso reconocer su “inspiración”. Con todo, Ellison llegaría a un acuerdo extrajudicial con la productora de la película para evitar los tribunales y su nombre aparecería en los créditos.
Pero lo que nos trae hoy aquí no es un litigio, ni tampoco un robot asesino, sino un experimento científico que no deja de tener su dosis de crueldad. Una prueba hecha con monos a partir de la cual Harlan Ellison desarrolló uno de sus relatos criminales más vivos. Se titula El mono blando y nos cuenta la historia de una mujer que vive en la calle. Sus pertenencias se reducen a lo que puede caber en un carro del supermercado; un carro de la compra que ella misma conduce con esa mezcla de abandono y resignación que mantienen las personas que transitan en los márgenes. Para completar el cuadro, la mujer lleva un muñeco que mima y arropa como si se tratase de su propio hijo. Y aquí hemos de hacer una pausa para hablar del polémico experimento del muñeco de felpa que realizó el psicólogo estadounidense Harry Harlow (1905-1981) durante la década de los años 60, cuando se planteó investigar la “teoría del apego” desarrollada sobre la misma época —con estudios preliminares a partir de 1958— por el psiquiatra y psicólogo inglés John Bowlby (1907-1990). Dicha teoría viene a mostrar la importancia del cuidador o cuidadora principal, una figura con la que el recién nacido crea un vínculo afectivo que viene a ser el fundamento de su desarrollo emocional.
Para estudiar esto desde un laboratorio, Harlow experimenta con un grupo de monos, separando a varias crías de sus madres y sustituyéndolas por dos muñecas, una de alambre que lleva un biberón, y otra de felpa y que no ofrece alimento. Ante estos simulacros, las crías eligieron la muñeca de felpa, acercándose a la del biberón sólo cuando tenían hambre. Este experimento, que se conoce como “la madre suave”, también se puede invertir; de hecho, una de las últimas investigaciones realizadas en este sentido data de hace tres años y se debe a Margaret S. Livingstone, de la Facultad de Medicina de Harvard. Con él, la profesora de neurobiología nos muestra cómo las macacas que han perdido a sus crías establecen vínculos emocionales con peluches.
El relato de Harlan Ellison es de 1987 y el experimento de Margaret S. Livingstone es de agosto de 2022, lo que revela no sólo la documentación de la que hacía acopio Harlan Ellison cuando se ponía a escribir una historia, sino también su anticipación desde el primer momento de su relato, cuando lo abre con una nota donde explica en qué consiste el experimento del “mono blando”, poniendo como ejemplo a una madre orangután cuyo bebé ha muerto y, en su lugar, se le pone un muñeco de goma. Según sigue contando Ellison, el muñeco tiene que ser blando; de lo contrario, si se le da un muñeco de cerámica, la madre lo ignora. “Debe de tener un mono blando”.
Hay veces que la ficción se traslada a través del tiempo, como ocurre con Terminator. Y alcanza un futuro tan predecible por algunas personas que hasta las fábulas llegan a rozar la realidad científica.
El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.