Para brillar en la conversación estas navidades
La zanahoria no es naranja por un capricho de la Casa Real Holandesa, como se supone. Y Van Gogh se adelantó al principio de incertidumbre enunciado por Heisenberg, uno de los padres de la mecánica cuántica. Vamos a verlo
En estos días de fútbol hemos escuchado más de una vez a los locutores denominar a la selección holandesa con el apelativo de “La Naranja Mecánica”. El sobrenombre es evidente, pues se debe al color naranja de su indumentaria. Por otro lado, también es el color por el que se reconoce a Holanda internacionalmente desde que la Casa de Orange se hizo con el gobierno de la nación. Por este detalle —y por error— se asocia el color de la zanahoria con un capricho de ...
En estos días de fútbol hemos escuchado más de una vez a los locutores denominar a la selección holandesa con el apelativo de “La Naranja Mecánica”. El sobrenombre es evidente, pues se debe al color naranja de su indumentaria. Por otro lado, también es el color por el que se reconoce a Holanda internacionalmente desde que la Casa de Orange se hizo con el gobierno de la nación. Por este detalle —y por error— se asocia el color de la zanahoria con un capricho de la Casa Real Holandesa. Vayamos por partes o, mejor, por instantes.
Porque en un primer instante, las zanahorias eran de variados colores, siendo el morado el más habitual y el blanco y el amarillo los siguientes en la escala. Pero finalizando el siglo XVI llegó el segundo instante, y los granjeros holandeses, que eran los mayores productores europeos de zanahoria, decidieron ir en busca de una variedad que incluyese un alto porcentaje de betacaroteno, pigmento responsable de la coloración naranja de las zanahorias.
Esto no lo hicieron por expandir el color de la Casa Real Holandesa, sino por las propiedades antioxidantes del citado pigmento, pues el betacaroteno aporta la suficiente vitamina A necesaria en la dieta. De esta manera, los granjeros holandeses mejoraron la especie. Así que lo del cruce deliberado no fue para hacer coincidir intencionadamente el color de la Casa Real Holandesa con la hortaliza, eso es un mito, que quede claro. Otro asunto es que quede muy bien perorar acerca de ello en las comidas y cenas de estas fechas, cuando la zanahoria aparece en hilos sobre el queso nevado de los canapés.
En todo caso, lo de la zanahoria es un ejemplo de cómo el ser humano ha transformado la naturaleza en su beneficio, ayudándose del conocimiento científico para modificar así la realidad de los frutos de la tierra. Ahora mismo nadie identificaría la zanahoria con el color morado; de la misma manera —valga la comparación— que nadie identificaría a la selección holandesa con otro color de equipamiento deportivo que no fuese el naranja.
Por seguir con colores y con mitología científica, vamos a ocuparnos de un caso contrario, es decir, de un caso en el que la imitación de la realidad se adelanta a la ciencia, y lo vamos a hacer con el ejemplo de las pinturas trabajadas con la técnica del puntillismo, un método surgido en Francia a finales del siglo XIX donde la aplicación de puntos, al ser vistos desde una cierta distancia, da lugar a figuras concretas.
Esto nos lleva al principio de incertidumbre de Heisenberg, uno de los padres de la física cuántica, que dice —a bulto— que cuando una partícula invisible se deja ver, no se deja medir y cuando se deja medir no se puede concretar su posición en el espacio. Por esto, observar un electrón es lo más parecido a observar uno de tantos puntos del autorretrato de Vincent van Gogh, de 1887, elaborado con dicha técnica. Si te vas alejando, lo pierdes de vista, pero es entonces cuando surgen los contornos del motivo, la cara triste del pintor que se adelantó a la ciencia.
El principio que enunció Heisenberg es de 1927, cuando Vincent van Gogh llevaba muerto más de treinta años. Espero que estas cosas sirvan para hablar de algo más que de fútbol en las reuniones navideñas, pues, como apuntó el científico Jorge Wagensberg en su día: “Conversar es el mejor entrenamiento que puede tener un ser humano a la hora de navegar por la incertidumbre”. Feliz singladura.
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