El amanecer de todo y el dinosaurio como animal modernista

El hallazgo en 1858 de hachas de sílex junto a huesos de especies extinguidas vino a demostrar que el ser humano es un animal antiguo, aunque no tanto como el mundo

Enfrentamientos a vida o muerte en la película 'El planeta de los dinosaurios' de 1978 en la que los tripulantes de una nave espacial se ven forzados a aterrizar en un planeta lleno de seres prehistóricos.

La imaginación y su capacidad para simular hechos y acontecimientos se pone en marcha cuando toca rellenar periodos remotos en los que la evidencia de acción homínida resulta tan escasa como inexistente.

Siempre ha resultado difícil resistirse a la tentación de especular con historias que podrían haber sucedido. Hubo etapas en la historia de la humanidad en las que toda evidencia de vida ha sido un diente o alguna herramienta de piedra tallada. Por ello, componer el escenario y la acción a partir de dichos hallazgos es lo más parecido a recomponer una película a partir de un fotograma....

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La imaginación y su capacidad para simular hechos y acontecimientos se pone en marcha cuando toca rellenar periodos remotos en los que la evidencia de acción homínida resulta tan escasa como inexistente.

Siempre ha resultado difícil resistirse a la tentación de especular con historias que podrían haber sucedido. Hubo etapas en la historia de la humanidad en las que toda evidencia de vida ha sido un diente o alguna herramienta de piedra tallada. Por ello, componer el escenario y la acción a partir de dichos hallazgos es lo más parecido a recomponer una película a partir de un fotograma.

Debido a ello, los profesores David Graeber y David Wengrow sostienen que cuando a los científicos les da por asegurar que saben más de lo que realmente saben, sus explicaciones quedan más cerca de las narraciones bíblicas que del método científico. Graeber y Wengrow lo explican al principio de su monumental trabajo El amanecer de todo (Ariel, 2022), un ensayo recientemente publicado en castellano; un estudio antropológico lleno de referencias arqueológicas que viene a desarticular el relato fundacional arraigado en nuestro inconsciente desde los tiempos de la ilustración, el mismo relato que sostiene que, a mayor complejidad en las relaciones sociales, menos libertad y menos igualdad.

Tanto Rousseau como Hobbes son desmontados en este libro y, con ello, todo lo que concierne a las hipótesis que han venido desarrollándose en cualquiera de las direcciones, ya sea la del buen salvaje o la del hombre como lobo para sus semejantes.

Con todo, el trabajo que presentan Graeber y Wengrow traspasa los límites de la ciencia social para trasladarnos hasta el tiempo de los dinosaurios, mucho antes de que el dinosaurio se convirtiera en un animal modernista por excelencia, a decir del famoso profesor de arte norteamericano W. J. T. Mitchell, cuando recordó que en la época de Shakespeare no se tenían noticias de su existencia.

El Museo del Meteorito en Yucatán (México), en 2022Martín Zetina (Cuartoscuro)

Porque la Prehistoria llegó en 1858 con el geólogo William Pengelly y el descubrimiento de hachas de sílex junto a huesos de especies extinguidas en la Cueva de Brixham, en Devon, Inglaterra. El hallazgo vino a demostrar que el ser humano es un animal antiguo, aunque no tanto como el mundo. La publicación de El origen de las especies, casi al mismo tiempo, vino a reforzar el desarrollo científico aplicado al estudio de la Prehistoria, consolidando su especialización.

Al margen de este hallazgo relativamente moderno, nuestra imaginación se ha visto desbordada por descubrimientos como el de la Eva mitocondrial a finales de los años 80, que nos abrió la posibilidad de imaginar que se trataba de la primera mujer de nuestra especie que vivió en un escenario semejante al del relato bíblico con su Jardín del Edén. Pero nada más lejos, tal y como sostienen los autores de El amanecer de todo, quienes desmontan el hecho de que la citada Eva mitocondrial fue la única mujer viva en el momento de su existencia y, por lo mismo, la única mujer que tuvo descendencia.

Según cuentan en su libro, el ser humano no tuvo una ascendencia común y aunque sea cierto que nuestro origen tuvo lugar en África, las primeras poblaciones fueron más diversas de lo que nuestra imaginación puede alcanzar. Nuestros ancestros biológicos se distribuían por todo el continente africano, desde Marruecos al Cabo de Buena Esperanza.

A partir de aquí, podemos cerrar los ojos y abrir a la imaginación su posibilidad de crear nuevas realidades que cubran algo más de tres millones de años. El libro que han firmado Graeber y Wengrow es la herramienta apropiada.

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