‘Europa Clipper’: la NASA lanza la mayor nave interplanetaria para buscar rastros de vida en la luna de Júpiter
Un gran océano oculto bajo el hielo es uno de los lugares más aptos para encontrar organismos más allá de la Tierra
La mayor nave interplanetaria construida por la NASA ha despegado este lunes a las 18:06 hora peninsular a bordo de un cohete Falcon Heavy de la compañía SpaceX. El lanzamiento había estado en suspenso por el paso del huracán Milton por Florida, donde se encuentra el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral. El destino de la misión Clipper es Europa, una de las lunas heladas de Júpiter. A pesar de estar a más de 200 bajo cero y sufrir una radiación que mataría a una persona en horas, es uno de los lugares con más posibilidades de albergar vida más allá de la Tierra.
Los responsables de la misión han pedido a la compañía de Elon Musk que saque de su cohete todos los motores y circuitos que normalmente sirven para recuperar las etapas usadas del Falcon Heavy, pues Clipper necesita el máximo empuje posible para escapar de la gravedad terrestre y completar su viaje de casi 3.000 millones de kilómetros hasta este remoto satélite de Júpiter. Durante el lanzamiento, batió el récord de velocidad para la segunda etapa de propulsor, unos 40.000 kilómetros por hora
“Clipper será la primera misión que estudie en profundidad la habitabilidad del que puede ser el tipo de mundo habitado más común del universo”, ha dicho Gina DiBraccio, jefa de ciencia planetaria de la Agencia Espacial de Estados Unidos, en una rueda de prensa.
Hasta ahora los humanos hemos descubierto más de 5.700 exoplanetas más allá del sistema solar. La inmensa mayoría son gigantes gaseosos como Júpiter, que alberga 95 lunas. Si se demuestra que en Europa hubo un segundo origen de la vida, las probabilidades de que sucediese en cualquier otro rincón del cosmos se multiplican.
La superficie de Europa es una capa de hielo de unos 20 kilómetros de grosor en la que pueden observarse profundas grietas de color rojizo que parecen las venas en un ojo gigante. Es posible que sea azufre, un compuesto asociado al volcanismo. En los llamados Terrenos del Caos, las hendiduras en el hielo no superan los 90 millones de años, un instante en términos geológicos. Esto implica que en este cuerpo debe haber algún tipo de actividad subterránea. Los científicos saben que bajo el hielo hay un océano global de gran profundidad que contiene el doble de agua que en todos los de la Tierra. Y en lo más profundo habría un fondo rocoso con posible actividad termal. “En la Tierra”, explica Bonnie Buratti, una de las científicas jefas de la misión, “hay chimeneas termales como estas donde pensamos que se pudo originar la vida”.
Esta luna joviana es de un tamaño muy parecido a la nuestra, y probablemente tiene las tres cosas esenciales para poder albergar vida: agua, compuestos orgánicos y energía. Además, ha tenido mucho tiempo para evolucionar, pues Júpiter fue uno de los primeros planetas en formarse tras la aparición del Sol, hace unos 4.500 millones de años, y Europa está hecha de los mismos materiales que su planeta. El principal objetivo de Clipper es confirmar que Europa podría tener vida en su océano, probablemente microbios que no necesitan oxígeno para sobrevivir, solo minerales y la energía que emana de su interior.
Europa Clipper recibe su nombre de los míticos veleros del siglo XIX que cruzaban el Atlántico en un tiempo récord. Sus dimensiones son impresionantes, más de treinta metros de punta a punta de sus enormes paneles solares, y seis metros de alto. Es la mayor nave interplanetaria desarrollada por la NASA, y también una de las más caras: ha costado unos 5.000 millones de dólares.
Clipper estudiará Europa a un nivel de detalle nunca alcanzado. Sus nueve instrumentos científicos podrán ver detalles en su superficie con un metro de resolución. Los radares aclararán cómo de profunda es la coraza de hielo, afinarán la profundidad del océano, buscarán bolsas de agua líquida más superficiales y puntos calientes por los que tal vez estén manando minerales y quién sabe si también microbios. “Si hay vida en Europa, tiene que estar en el océano, así que no podremos verla directamente”, razona Buratti. “Sí podemos identificar compuestos orgánicos [oxígeno, carbono, hidrógeno] en la superficie que son los precursores de la vida”. La misión resalta esta veterana planetóloga y astrónoma, es “encontrar los ingredientes de la vida, no la vida propiamente dicha”.
Júpiter es el mayor planeta del sistema solar, pero es tan violento que se parece más a una estrella. A su alrededor genera un campo magnético que abarca unos 20 millones de kilómetros y está repleto de partículas atómicas cargadas y aceleradas hasta rozar la velocidad de la luz. Es un entorno de posguerra nuclear capaz freír los circuitos de cualquier nave que se acerque demasiado.
Este año, los responsables de la misión se dieron cuenta de que la nave contenía decenas de chips que, al contrario de lo que se pensaba, podrían dejar de funcionar debido a la alta radiación. La NASA encargó un trabajo contrarreloj para analizar el aguante real de estos componentes para confirmar si lanzar Clipper sería prácticamente inútil, pues dejaría de funcionar. El resultado de los análisis de la NASA indica que los circuitos van a aguantar, en parte porque se podrán recuperar de la alta radiación, ya que la nave solo pasará uno de cada 21 días en los entornos más peligrosos.
La nave hará hasta 49 sobrevuelos de Europa pasando a apenas 25 kilómetros de la superficie, todo un récord. Pero después tiene previsto volver a alejarse antes de la siguiente zambullida. Mientras Clipper se centra en Europa, una nave europea la estará mirando. La misión Juice de la Agencia Espacial Europea se lanzó el año pasado y tiene previsto llegar al entorno de Júpiter al mismo tiempo. Esto permitirá que una sonda observe a la otra mientras realizan alguno de sus acercamientos a las lunas jovianas, un baile de naves en los confines del sistema solar que no tiene precedentes.
“Si tengo que apostar dónde hay vida ahora mismo en el sistema solar más allá de la Tierra, tengo claro que es en Europa o en Encélado [luna de Saturno]”, reconoce Olga Prieto Ballesteros, geóloga del Centro de Astrobiología, cerca de Madrid, participa en la misión Juice. La sonda europea tiene unos objetivos más amplios — estudiar el campo magnético de Júpiter y centrarse en cartografiar Ganimedes, otra de sus lunas heladas—.
Clipper tiene previsto llegar a Júpiter en abril de 2030, y Juice, a mediados del año siguiente. Su vida útil será de unos cuatro años, en parte por la enorme factura que les pasará la radiación. Al final de sus vidas, ambas naves se lanzarán en un vuelo suicida para estrellarse en Ganimedes para no contaminar Europa y su posible vida.